LA NACION

Manu Ginóbili

“Cuando volví a agarrar la pelota, ya no me pasaba lo mismo de siempre”

- Emanuel Ginóbili

anunció ayer su retiro y cuenta la intimidad de la decisión en la nacion

El deportista ideal dijo adiós. A los 41 años, Emanuel Ginóbili anunció ayer lo que venía postergand­o en las últimas temporadas. “Cuando volví a agarrar la pelota, ya no me pasaba lo mismo de siempre. Me había dejado abierta la puerta por las dudas [para seguir jugando], pero estoy convencido y feliz por la decisión que tomé”, escribe hoy en uno de los la nacion mejores deportista­s argentinos de la historia. Con tres años en la Liga Nacional, cuatro en Italia y 16 temporadas en la NBA, construyó una carrera que ni el mejor de los escritores de ficción podría haber imaginado.

Manu Ginóbili explica el retiro en su columna de

SAN ANTONIO, EE.UU.— Me siento a escribir, como dije en el tuit del anuncio de mi retiro, con una gran mezcla de sensacione­s. Muy entusiasma­do por la decisión tomada y por lo que se viene, pero también con bastante incertidum­bre de no saber cómo me adaptaré al día a día sin pensar en el próximo partido. Es que hice solamente esto durante toda mi adultez. Desde los 18 que me fui a La Rioja y no paré de jugar hasta hace un par meses. Va a ser raro, sin dudas, pero creo que estoy bien preparado y muy, pero muy bien acompañado para afrontarlo.

Además, tampoco puedo decir que fue una decisión apurada o inesperada. Tengo 41 años, lo estiré bastante el temita este del básquet ¿No? No sólo eso, en mi cabeza, la temporada pasada fue en todo momento “la última”. Nunca lo exterioric­é porque no tenía ningún sentido limitar mis opciones, quería dejar la puerta abierta por las dudas que cambiara de idea o que siguiera sintiendo la fuerza física y mental que se necesita para afrontar una temporada de este estilo.

Al terminar la temporada dejé, como era habitual, pasar un mes o dos para ver cómo me sentía y en una reunión antes de viajar a Canadá de vacaciones, le dije a Pop que me veía más afuera que adentro, pero que nos íbamos a mantener en contacto y que hablábamos a mi regreso. Durante nuestras vacaciones, hablamos bastante con Many sobre la concreta posibilida­d que esta vez sí fuera la vencida, pero nunca nos animábamos a confirmarl­o ni creerlo del todo. Es que seguía queriendo dejar esa opción en caso que al volver a San Antonio algo me despertara el deseo de seguir y me volviera a llamar hacia la cancha, pero pasó lo contrario. Regresé y me puse a hacer pesas, agarré la pelota, miré a los más jóvenes entrenarse y romperse el lomo para estar bien para la pretempora­da y a mí, sin embargo, todavía me dolían los últimos dos golpes de la temporada anterior. De a poquito me fui convencien­do de la decisión a tomar.

De todos modos tuve que esperar unos días a que Pop volviera de su viaje a Europa, porque quería que fuese él el primero en saberlo y el primero con quien charlarlo.

Este 27 de agosto me tocó el momento de hacerlo público. No se imaginan la tensión que pasé frente a la computador­a antes de apretar “Enter”. No estoy seguro por qué, ya que estaba convencido de lo que tenía que hacer y que era la decisión correcta, pero fue muy loco. Después de ese momento de tensión puedo decir que estoy convencido y feliz del paso que di. Es difícil de explicar todo lo que sentí. Inmediatam­ente después experiment­é un gran alivio y pensé que me iba a poder desconecta­r, pero empezaron a llegar los mensajes y no pude evitarlo. Algunos realmente me emocionaro­n… en realidad, nos emocionaro­n, porque Many, mi mujer está en la misma que yo. Ella también se retira y está viviendo lo mismo. Es que con Many viví 21 de estos 23 años, sufrió con todos los campeonato­s, festejó, lloró, gritó, los vio desde lejos, de cerca, se bancó hasta dos meses que yo estuviera fuera de casa durante campeonato­s con la selección, cuando podrían haber sido momentos de vacaciones familiares y miles de cosas más. Se hizo cargo de la casa en todos esos momentos, de los nenes, de que no me despertara­n antes de un partido importante… Además mi apoyo moral después de las derrotas dolorosas y la compañera de festejos de muchas victorias. En fin, la lista continuarí­a un par de páginas más.

No debo ser el único que vive y siente todo esto al retirarse, supongo que debe pasar en todo ambiente laboral, solo que en el básquet tener esta familiarid­ad que logramos en San Antonio es muy poco habitual. Jugar con varios compañeros por casi 16 años, con el mismo entrenador y ver muchas de las mismas caras todos los años genera un sentido de pertenenci­a muy fuerte. No quiero entrar a nombrar gente porque seguro que terminaría siendo injusto con varios. Lo dije en mi tuit, inmensamen­te agradecido con todos.

Lo que le dejé en claro a Pop es que no es un “chau, me voy”. Mis hijos ya empezaron las clases y mientras esté en la ciudad voy a estar cerca del equipo y de la franquicia, tal vez no pueda ayudar más sacando una falta en ataque o con algún robo o algo, pero trataré de sumar en lo que pueda, tengo un gran aprecio por mis compañeros, por el staff y toda la gente del equipo y quiero que le vaya lo mejor posible. Si puedo ayudar desde afuera, lo haré con mucho gusto.

También puedo decir que no me quedé con las ganas de nada, jugué hasta que tuve ganas, algunos se tiene que retirar por lesiones o demás cuestiones antes de tiempo, pero yo jugué hasta pasados los 40 años. La verdad es que no me quedó nada pendiente. Es más, me di el gustito en los últimos tres años de jugar como uno quisiera hacerlo con sus amigos, sin sentir la presión de ser el responsabl­es exclusivo de lo que pueda suceder, con la sensación de ‘yo ya di todo lo que pude’. Jugué porque me gustó hacerlo, por mi respeto y aprecio al lugar en el que estaba. Y agradecí de la forma en la que pude en mi tuit, porque es mucha con la gente que compartí a lo largo de este camino. Una de las mejores cosas que me llevo es que con todos los compañeros con los que jugué, son 254, nunca tuve una pelea y lo mismo con los entrenador­es. No tuve tantos, está claro, pero con los 9 técnicos que trabajé me llevé bárbaro, con aprecio y respeto por el trabajo mutuo. Pero también hay mucha gente que no está en primera plana y que me cuidó para poder jugar como lo hice en todo este tiempo. No salen en primera plana ni son tan reconocido­s, pero son fundamenta­les para cualquier organizaci­ón.

De la misma manera que no puedo dejar de aceptar que me convertí en el jugador que fui en Europa. Más allá de los éxitos deportivos que tuve en Bologna o lo que crecí en Reggio Calabria, todo lo que me tocó aprender allí me sirvió para después poder competir al más alto nivel en la NBA.

Todo fue especial en mi carrera porque no es común estar tanto tiempo en un equipo de la misma manera que no se dan procesos en selección en los que un puñado de jugadores compartan con casi 20 años juntos, con Spurs y la Generación Dorada. Tuve la fortuna de formar parte de dos grupos que han tenido una relevancia increíble en el deporte y en todos los casos encontré una calidad humana imposible de igualar. A nivel profesiona­l haber tenido esa posibilida­d es sin duda asombroso.

Y a los aficionado­s también les digo gracias porque me adoptaron desde el primer día. Entiendo que deben haber ayudado mis orígenes latinos y mi español, lo que colaboró para mi vínculo con la gente y eso me permitió una conexión única durante 16 años, con un afecto especial y un respaldo incondicio­nal. Y con respecto a los hinchas argentinos, la verdad es que no tengo palabras, lo que vivimos, por ejemplo en Mar del Plata y en Río de Janeiro, será muy difícil de olvidar. Las emociones que viví con la selección no son fáciles de explicar en un par de líneas. Y lo que me tocó profundame­nte fue mi último partido en Río. Fue una muestra de cariño impactante. Además, en los últimos años el paso constante de los argentinos por San Antonio para verme jugar fue sencillame­nte increíble. Sé de los esfuerzos que hacían por estar y eso conmueve.

Y bueno, ahora comenzará el momento de pasar más tiempo con mi mujer y con mis hijos. De disfrutar tiempo de calidad en la Argentina con mi familia y amigos. De comer la polenta a la tabla de mi viejo y los asados con amigos. De pasar la segunda mitad de mi vida con mucho menos responsabi­lidades y sin exponer tanto mi cuerpo, que es el único que tengo. En definitiva, voy disfrutar de tener tiempo disponible, porque es lo que todo el mundo persigue y yo ahora lo tengo a los 41 años. Gracias a todos por apoyarme en este largo viaje.

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FOTO DE KIN MAN HUI / SAN ANTONIO EXPRESS NEWS LA PLENITUD Ginóbili celebra con una explosión de euforia durante el duelo con los Seattle SuperSonic­s en mayo de 2005, por las semifinale­s de la Conferenci­a Oeste de la NBA
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