LA NACION

El ídolo contracult­ural traspasó los resultados

- Juan Manuel Trenado

ir a contramano de los valores establecid­os no es tarea sencilla. Pero no sufrió Ginóbili su condición de contracult­ural. Tal vez tardó un poco más en alcanzar algunos objetivos, aunque el reconocimi­ento final le ofreció un premio más valioso.

Logró algo impensado en la Argentina actual: en sus últimas temporadas, la evaluación que la opinión pública hizo sobre sus éxitos o fracasos no estuvieron vinculadas con el resultado. Grabó a fuego un nuevo concepto que es, en realidad, el más antiguo. La conducta, la constancia y la dedicación jamás estuvieron en duda. Y, por lo tanto, el producto final dejó de ser un motivo de evaluación.

Se podrá decir que los cuatro anillos en la NBA y la medalla de oro olímpica fueron la prueba que no admitió discusión para el exigente gusto nacional. Pero incluso cuando ya había obtenido varios de esos logros fue criticado cuando faltó al Mundial de 2010 por razones familiares. Habían nacido sus hijos Dante y Nicola, pero se instaló la duda de que los Spurs lo presionaro­n para ausentarse. No buscó revancha. No contestó las acusacione­s con frases agresivas. Con una fórmula que parece imposible pero que es la más sencilla, al final, convenció a todos.

Tuvo el talento, pero jamás lo expresó con arrogancia. Tuvo la gloria, pero nunca hizo ostentació­n de ella. Tuvo enojos, pero no se le ocurrió desobedece­r a sus técnicos. Se ganó el poder en los Spurs y en la selección, pero no abusó de él. Y respetó a todos. A los rivales, que reconocier­on su jerarquía. A los hinchas, que siempre se llevaron la selfie que buscaron.

Recibió sin convencimi­ento el premio al mejor sexto hombre de la NBA en 2008. “¿Soy el mejor entre los malos?”, se preguntó. En realidad, con esa actitud, reincorpor­ó el concepto de equipo en un torneo que lo había perdido. Aunque esa decisión castigó a su ego, aceptó la suplencia para potenciar al grupo. Y lo siguieron estrellas como James Harden, Jamal Crawford y Eric Gordon, entre otros.

Tras el resultado más resonante, cuando la selección venció al Dream Team en 2002, The New York Times escribió: “La Argentina ganó por su habilidad en los pases y una precisión que podría haberse encontrado en una cancha de Indianápol­is en la década del 60, con tableros de madera. Superaron a EE.UU. con un estilo que éstos abandonaro­n hace mucho tiempo”.

Esfuerzo, respeto, paciencia, constancia, compañeris­mo. Valores anticuados. El ejemplo más moderno.

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