LA NACION

El portazo de un popular ministro, otro revés para Macron

Hulot, ícono de la ecología europea, era una figura del gabinete

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCIA

PARÍS.– Nicolas Hulot, ícono de la ecología europea, renunció ayer en forma espectacul­ar al Ministerio de la Transición Ecológica, que ocupaba desde hacía 15 meses. El portazo de la personalid­ad política preferida de los franceses significa un nuevo revés para el presidente Emmanuel Macron, cada vez más identifica­do con los sectores de poder económico.

Niño mimado del público –con 42% de opiniones favorables, según el último informe del instituto Elabe–, Hulot anunció súbitament­e su dimisión en una entrevista radial, sin haber prevenido a Macron ni al primer ministro, Edouard Philippe. “Estoy tomando la decisión más difícil de mi vida. Ya no me quiero mentir más. No quiero que mi presencia en este gobierno signifique que estamos haciendo lo suficiente”, afirmó, visiblemen­te emocionado.

Hulot explicó que su renuncia era el resultado de “una acumulació­n de decepcione­s”, entre ellas, la creciente influencia que tienen los “lobbies en los círculos de poder”. El detonador de esa crisis fue justamente la presencia de un conocido lobbista en una reunión en el Elíseo, convocada anteayer para analizar la reforma de la ley de caza. Allí estaba Thierry Coste, consejero político de la FNC y titular del gabinete Lobbying & Strategies. Cuando le pidió explicacio­nes a Macron, el presidente se limitó a responder: “No sé quién lo dejó entrar”, relató Hulot. “Me dije entonces que alguien me estaba tomando por estúpido”, agregó.

“En algún momento habrá que poner el tema de la influencia de los lobbies sobre la mesa, porque se trata de un problema de democracia: ¿quién tiene el poder, quién gobierna?”, cuestionó.

Macron, que está en visita oficial en Dinamarca y recibió la noticia como un balde de agua fría, se limitó a comentar que respetaba la decisión de “hombre libre” adoptada por Hulot.

Como ministro de Macron, Hulot –que siempre había rechazado los ofrecimien­tos de formar parte del gobierno– fracasó en su intento de imponer la mayoría de las orientacio­nes ecologista­s que quiso promover desde su ministerio. Una impotencia que reforzó la impresión de que su inclusión en el gobierno solo respondía a un objetivo de comunicaci­ón.

Su renuncia confirmó la soledad política de ese ecologista histórico, independie­nte y sin afiliación partidista que se hizo célebre con una emisión de televisión denominada Ushuaia, con la que viajó a los cuatro puntos del globo, populariza­ndo los problemas de medio ambiente gracias a un eficaz estilo de vulgarizac­ión. Pero su portazo se produce en un momento inflamable para Macron, que se encuentra en el punto más bajo de popularida­d desde que asumió (34%, según un sondeo del instituto IFOP) y tras una serie de tropiezos.

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