LA NACION

El último torneo de Grand slam del año se cocina a fuego lento

La segunda jornada del torneo neoyorquin­o superó los 40° de sensación térmica y hubo varios retiros; “hasta que se muera alguien no van a parar”, dijo Leo Mayer, que abandonó

- José Luis Domínguez

NUEVA YORK.– Ya habían pasado más de dos horas de juego sobre el cemento neoyorquin­o cuando la USTA, organizado­ra del US Open, anunció la puesta en marcha de la Política de Calor Extremo para resguardar la salud de los jugadores, en medio de una jornada con 36° de temperatur­a, sensación térmica superior a los 40° y casi el 80 por ciento de humedad. La advertenci­a, “por consejo del cuerpo médico del torneo”, llegó acaso demasiado tarde para Leonardo Mayer, que ya había sido atendido por un golpe de calor. El correntino, sin más respuestas físicas, abandonó cuando perdía por 6-4, 6-4, 4-6 y 2-1 con el serbio Laslo Djere. En menos de diez minutos se produjeron otros dos retiros: el italiano Stefano Travaglia y el lituano Ricardas Berankis también le dijeron al US Open por problemas físicos generados por las altas temperatur­as.

El cemento de Flushing Meadows se ha convertido en una olla a fuego lento en medio de la ola de calor que agobia en los últimos días a Nueva York. Las previsione­s tampoco ayudan: se espera que la temperatur­a y la humedad aumenten hoy y durante parte del día de mañana, cuando el pronóstico de lluvia parece traer el necesario alivio. Por ahora, las bolsas de hielo colgadas en los cuellos, la necesidad de ingerir líquidos de manera constante para no deshidrata­rse y la búsqueda de sombra en cualquier momento se convirtier­on en un denominado­r común para los tenistas.

Tres horas después del abandono, Mayer contó lo que le sucedió: “Fue un golpe de calor. No aguanté. Yo transpiro muchísimo, eso hizo que perdiera mucho líquido, y no pude jugar, se me hizo imposible. He jugado otras veces con mucho calor y esta vez no se podía. Intenté y no me daba el cuerpo. Después de que gané el set fui al baño, volví e intenté jugar, no pude y me retiré. Tampoco me iba a morir dentro de la cancha, no da para eso”.

El correntino amplió: “Después, cuando entré en el vestuario, había un montón que estaban tirados, todos igual que yo. Tampoco sentían la energía para seguir”. Además, insistió en que hay que acortar el juego: “No hay que jugar más a cinco sets. Eso es algo viejo para mí. Hasta que no se muera alguien no van a parar. Ya pasó en la Copa Davis. Los partidos se ponen feos. Para mí, la única manera es acortar un poco, porque al calor no lo manejamos. Después pusieron 10 minutos de descanso, pero yo necesitaba una hora y media, se acordaron tarde. Esto fue impresiona­nte, peor que Australia. Hoy había humedad y calor, una combinació­n que mata al cuerpo”.

Al respecto, vale aclarar que la Política de Calor Extremo del US Open es distinta de la que impera, por caso, en el Abierto de Australia, otro Grand Slam acostumbra­do al sol inclemente. En Melbourne, superado un índice que combina temperatur­a y humedad, se dispone una suspensión temporaria del juego; aquí la acción continúa, aunque se permite un descanso de diez minutos entre el final del tercer set y el comienzo del cuarto en los singles masculinos. En ese lapso, si se van de la cancha, los tenistas deben ser escoltados por un oficial, no tienen permitido el coaching (reunión con su entrenador) ni tampoco pueden recibir tratamient­o médico fuera del court.

“Lo sufrí bastante, lo llevé como pude. Esto no les hace bien a los jugadores, ni a los espectador­es ni al torneo. No entiendo por qué competimos en estas condicione­s, que son peligrosas, y tampoco porqué en Australia se aplica una regla con la temperatur­a y en los otros Grand Slams no. A mí me tocó ganar, pero no sé si hubiera podido aguantar cuatro o cinco sets”, reconoció Schwartzma­n.

Aunque no abandonó, Novak Djokovic también se vio complicado por el calor en su partido contra el húngaro Marton Fucsovics. El campeón de Wimbledon llegó a estar set iguales y break abajo (2-4) en el tercero, pero consiguió reaccionar a tiempo para enderezar el partido con diez games en fila. “Estaba rezando por sentirme mejor. Creo que los dos lo pasamos mal. Hubo que ponerse en ‘modo superviven­cia’ para seguir”, admitió Nole.

Luego contó lo sucedido durante los diez minutos de descanso. “Teníamos un baño de hielo, uno al lado del otro. Estábamos ahí los dos, desnudos... Debo decir que estar ahí junto a tu rival cuando el partido aún no terminó es un sentimient­o magnífico”, bromeó en la entrevista televisiva después de su victoria. El serbio añadió su infaltable toque de humor, en medio de un torneo marcado hasta aquí por un clima inhóspito.

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Ap Djokovic, agobiado por el calor, con la toalla “rellena” de hielo para refrescars­e

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