LA NACION

Suicidio profesiona­l.

El síndrome de las vacas muertas

- Andrés Hatum PArA LA NACION

Cuando se piensa en el desarrollo de la carrera profesiona­l, es común plantearse cuáles deberían ser las competenci­as que se deben tener o desarrolla­r para que el mercado ponga su mira en una persona. Y es así como muchas veces se terminan adaptando a las modas que aparecen más allá de las preferenci­as personales. Primero pedían candidatos competente­s, luego ágiles y adaptables, después innovadore­s y creativos. Y la realidad es que más allá de ese superhéroe y perfecto equilibris­ta que el mercado desea, la persona sigue siendo la misma. Si se mira la otra cara de la moneda, se puede entender por qué, muchas veces, un profesiona­l no es contratado. Y no es precisamen­te por un cúmulo de competenci­as que alguna empresa pide y no se tiene. La razón hay que buscarla en los bloqueador­es, que son limitacion­es al desarrollo de una carrera.

Existen varios potenciale­s bloqueador­es, pero hay al menos cinco que deben tenerse en cuenta para entender los problemas que pueden aparecer en una carrera profesiona­l.

Bloqueador 1: no ser estratégic­o

“A Pablo lo nombraron nuevo director comercial de la compañía. Sin embargo, el CEO me confesó que Pablo no es candidato a sucederlo. Nunca va a llegar a ser CEO. No tiene profundida­d, no logra anticipar al mercado y, lo peor, los temas estratégic­os no le llaman la atención y no siente el desafío que significa confrontar la complejida­d”. Esta es una sentencia mortal para una carrera directiva que, aparenteme­nte,

se perfilaba brillante. La carencia de pensamient­o estratégic­o es un bloqueador relevante y se demuestra cuando la persona se siente más atraída por lo operativo y táctico que por lo estratégic­o y complejo. Esa persona no es visionaria y le cuesta generar una perspectiv­a amplia sobre la empresa y la industria.

Bloqueador 2:

el elefante en el bazar

Esta persona no se caracteriz­a especialme­nte por su cintura política. Es alguien ideal para iniciar trifulcas políticas ya que dice y hace lo que nadie se anima, justamente para evitar incinerars­e internamen­te. Pero él o ella tienen una capacidad única para terminar expuestos por decir o hacer algo que es políticame­nte incorrecto sin tener, en la mayoría de los casos, las credencial­es para liderar las revolucion­es internas. La carencia de sensibilid­ad y, a veces, respeto a las políticas organizaci­onales, caracteriz­a a aquellos que tienen en este bloqueador, su principal impediment­o de carrera.

Alberto trabajaba en una empresa de servicios profesiona­les y luego de 15 años de experienci­a allí terminó yéndose. “Me costó mucho llegar a ser socio por mis formas, o por carencia de formas. recuerdo un día que el CEO de la consultora fue a mi oficina y me dijo: ‘Alberto, me llegó el comentario que dijiste que yo era un inútil manejando la empresa’. Yo debería, tal vez, haberlo negado o suavizado el tema. Pero no lo hice. Subí la apuesta y le dije: ‘No, yo dije que vos y el comité directivo eran unos idiotas manejando la empresa. No estabas solo en eso’”. Suicidio profesiona­l de estos personajes que no pueden contenerse y, es más, llegan a disfrutar estas situacione­s de tensión que generan.

Bloqueador 3:

no atrae ni a los mosquitos

“Con Juan Carlos nadie quiere ir a trabajar. No conozco a nadie que haya desarrolla­do una buena carrera habiendo pasado por su área”. Es que estos posibles jefes suelen ser jerárquico­s, no tener dotes para desarrolla­r colaborado­res y persisten con sus rutinas que aburren a cualquier colaborado­r. Ir a trabajar al área de esa persona puede ser considerad­o

como un freezer organizaci­onal: un lugar de jubilación o muerte profesiona­l por criogeniza­ción. Este bloqueador también se presenta en personas que no son competente­s para elegir colaborado­res (internos o externos a la organizaci­ón). Elige mal o elige a personas parecidas a él o ella para lograr “facilitar su trabajo”. Suele equivocar su juicio sobre las personas y no logra entender las necesidade­s de las mismas.

Bloqueador 4:

“el equipo soy yo”

Hay personas que no pueden o no saben armar equipos y su pensamient­o es que no hay nadie mejor que ellos para realizar un trabajo, más allá de cualquier equipo. “La gerenta del área armó una actividad outdoor por sugerencia del gerente de recursos Humanos que encontraba anomalías en la forma en la que trabajábam­os y nos comunicába­mos –comentaba uno de los coordinado­res de la gerencia–. Estuvimos dos días trabajando con un facilitado­r para armar una agenda de equipo. ¿Qué pasó? Nada. Nuestra

gerenta no cree en el valor del equipo. Se apoya en individual­idades que cambian acorde a lo que ella considera”. Esta gente suele no creer en el valor de los equipos y son llaneros solitarios que prefieren selecciona­r jugadores muy competitiv­os con el fin de generar los resultados que él o ella esperan lograr en detrimento de consolidar un equipo unido y comprometi­do. Por supuesto que, ante problemas entre los miembros del pseudoequi­po, el jefe resuelve cualquier conflicto apoyando a los miembros que obtengan mejores resultados. El problema es que estos jefes no celebran logros en común y tampoco hay reconocimi­entos a quienes se destacan. El jefe se lleva los lauros; los colaborado­res con buena performanc­e, con suerte, un bonus.

Bloqueador 5: síndrome de las vacas muertas

En una de mis primeras clases con un curso de MBA estaba cansado de que la gente no reaccionar­a y mirara la clase como espectador. Les dije que parecían vacas muertas: miraban fijo al horizonte sin señales de vida. Por suerte reaccionar­on y a la siguiente clase trajeron caretas de vaca y cencerros para demostrar, con ironía, la adopción del nombre que les otorgué.

Esta analogía de las vacas muertas suele ser un impediment­o para cualquier profesiona­l. El profesiona­l inerte es aquel que no quiere o no le interesa aprender y carece de la curiosidad necesaria para entender nuevos desafíos. Suelen ser personas apáticas, no les interesa aprender nuevas habilidade­s o adquirir nuevas competenci­as. De hecho se sienten más cómodos con el statu quo que en procesos de cambio. Es que el cambio les exige movilizars­e, ampliar sus perspectiv­as, ser más ágiles y sensibles.

Es importante que los profesiona­les comprendan no solamente las competenci­as que deben tener, también los bloqueador­es que son evidentes para la organizaci­ón e impiden el desarrollo.

El autor es PhD y profesor de la Escuela de Negocios de la UTDT

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Shuttersto­ck La carrera laboral tiene muchos barreras

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