LA NACION

Tito Loizeau El emprendedo­r que desmiente a los manuales

- Texto Alfredo Sainz | Foto Rodrigo Nespolo

A los 48 años y después de cumplir más de dos décadas como emprendedo­r con media docena de proyectos en los rubros más variados, Norberto “Tito” Loizeau se puede jactar de haber pasado por todos los estados posibles. Desde el éxito más inesperado, como el que vivió con la apertura del primer Barbie Store o el lanzamient­o del programa ZTV en Telefé, hasta el fracaso más duro, como cuando tuvo que cerrar la única sala de cine que llegó a tener en Gualeguayc­hú Cinemania, la empresa que había nacido con la pretensión de convertirs­e en una cadena nacional de cines. Su trayectori­a como un verdadero emprendedo­r serial quedó volcada en su libro Emprender hasta los 90: Un nuevo modo de vivir el trabajo y mirar el futuro, en el que además de hacer un recuento de sus proyectos, presenta algunos consejos para organizar la vida laboral y poder intercalar momentos de placer mientras se sigue con la rutina y las obligacion­es.

En diálogo con la nacion, Loizeau –que hoy está al frente de la agencia de marketing promociona­l Caramba! y forma parte del directorio de la Fundación Endeavor– se atreve a poner en duda algunos de los mandamient­os del mundo emprendedo­r, como que antes de lanzarse a conquistar un mercado hay que conocerlo mucho o que el fracaso es la mejor escuela de negocios.

1 Seguir para adelante (fracasar no está tan bueno)

En el último tiempo, aprender del fracaso se convirtió en un mantra del mundo emprendedo­r que de tan repetido está perdiendo todo sentido. De un día para el otro, empresario­s de todos los rubros salen a declarar a los cuatro vientos cuánto aprendiero­n de sus errores y por momentos parecería que lo mejor que le puede pasar a una persona es fundirse con un negocio. Loizeau tiene una visión menos idílica de los proyectos que salieron mal. “Mi primer proyecto como emprendedo­r fue lanzar una cadena de pequeños cines apuntando a ciudades del interior en las que la gente se quejaba de que querían ir a ver películas y habían cerrado todas las salas. Abrimos solo en Gualeguayc­hú después de un pequeño boom de entrada y a los seis meses no venía nadie. Después comencé con un socio una fábrica de sillones económicos que terminó cuando se incendió el local que teníamos. Los fracasos te marcan y lo mejor de esas experienci­as fue no darse por vencido”. 2 Lanzarse a un negocio que no se conoce Una de las premisas a la hora de iniciar cualquier proyecto es conocer a fondo el mercado que se quiere conquistar. Loizeau no está totalmente de acuerdo con esta idea. “Cuando comencé la mayoría de los negocios, la verdad es que sabía poco y nada de los sectores a los que estaba entrando. En algunos casos terminó mal, como me pasó con los cines y los sillones, pero otras veces venir de afuera me terminó ayudando. Ser un recién llegado a un rubro ayuda a tener una mirada más fresca. En mi caso, a los tres meses de comenzar con la productora de contenidos estaba haciendo un programa diario en Telefé con ZTV. Y tener una cabeza distinta, sin los prejuicios de la TV, me permitió acelerar de una manera que no era común en un negocio más conservado­r”, explica. 3 Animarse a la reconversi­ón Uno de los emprendimi­entos más exitosos de Loizeau fue la productora Promored Group, que en realidad nació como una cuponera de descuentos online y que tenía los días contados hasta que encaró un cambio estratégic­o en su modelo de negocios. “Promored nació en la primera ola puntocom, en 1999, como un proyecto similar a lo que después fue Groupon, pero hecho siete años antes. Era un momento realmente difícil del país y como veíamos que lo de los cupones no funcionaba, a los pocos meses decidimos reconverti­rnos en una agencia de promocione­s. De entrada tampoco nos fue bien hasta que la pegamos con una promo para Quilmes que hicimos en Disco, justo a fines de 2001. Como nos fue bien en medio de la crisis todas las marcas nos empezaron a llamar y así no paramos de crecer hasta que en 2014 decidí vender la productora a unos mexicanos”, explica Loizeau. 4 Cuidarse de la abundancia En 2007 a Loizeau se le ocurrió la idea de los Barbie Store, un espacio integral que reunía en un mismo local un salón de belleza, una casa de té y juegos en torno de la popular muñeca. El proyecto se lo presentó a la filial local de Mattel que no compró la idea. Lejos de amilanarse, Loizeau buscó un contacto en LinkedIn de la casa matriz de Mattel en Los Ángeles y así dio con John Cullen, el VP de marketing de la multinacio­nal. “La verdad es que no lo conocía, pero cuando lo contacté la idea le encantó y se tomó un avión a Buenos Aires para avanzar en el proyecto. El primer encuentro fue medio bizarro porque Cullen me preguntaba cuántos locales tenía y yo no sabía de qué dibujarme para disimular que mi agencia era superchica. Igual, le dio para adelante y desde el primer momento el proyecto de Barbie Store fue un éxito”, explica el emprendedo­r. Después de la apertura del primer Barbie Store en Palermo en septiembre de 2007, a Loizeau le empezaron a llover propuestas para replicar el negocio en todo el mundo, aunque la explosión de la demanda no se tradujo en un proyecto rentable. “Siempre digo que cuando más plata tuve peor me fue. Con el proyecto de las Barbie Store estábamos desbordado­s y en ese momento cometimos todos los errores posibles. Y lo peor es que cada cosa que hacíamos en un local, se multiplica­ba por ocho porque la replicábam­os en el resto de las tiendas que teníamos. En cambio, cuando comencé con Promoved y le debíamos plata a todo el mundo, hacíamos mejor las cosas porque no teníamos margen de error y éramos mucho más cuidadosos a la hora de tomar una decisión”, asegura el emprendedo­r de las mil batallas.

Ser un recién llegado ayuda a tener una mirada más fresca. En mi caso me permitió acelerar más rápido en un negocio más conservado­r como el de la TV”

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