Un ajuste que no evitará más recesión
Como suele suceder en la Argentina, desentrañar causas y consecuencias de una coyuntura económica conduce a múltiples niveles de análisis.
La crisis cambiaria que vive el país desde hace al menos cuatro meses no es la excepción. En primer lugar, la pregunta a la que todos quisieran poder responder es: ¿por qué se disparó el dólar? Una mezcla de razones de mercado y, sobre todo, la incertidumbre alimentada por la falta de medidas concretas del Gobierno contribuyó, sobre todo en las última horas, a esta escalada.
En segundo lugar, lo importante: dónde frena la devaluación y qué medidas debería anunciar el Gobierno para solucionar el problema estructural de fondo, que es la falta de financiamiento (en particular, de dólares) y la recesión en la que está entrando la economía.
Al menos por lo que ha trascendido hasta el momento, todo indica que en las actuales condiciones de la economía argentina difícilmente pueda encararse el inevitable ajuste para equilibrar las cuentas fiscales sin que el resultado, al menos en los próximos meses, sea una mayor caída de la actividad económica.
La falta de confianza es tan evidente que ayer, con apenas US$251 millones operados en el mercado (más los 330 millones que sobre el filo de las operaciones vendió el BCRA), el desborde llevó la cotización a tocar los $42 por dólar en algunos bancos privados.
Más allá de los nervios que esto provocó (no solo en los mercados, sino también entre la gente de a pie), la lectura que se hacía en despachos importantes de la City era unívoca: por acción o por omisión (en realidad, voluntaria o involuntariamente), se está aplicando la receta que suele pedir el Fondo Monetario, que dice que el déficit de cuenta corriente se resuelve con un tipo de cambio libre y que la oferta y la demanda de divisas determinarán en qué punto se equilibran las cuentas externas. De hecho, como analizaba ayer un expresidente del BCRA, ya hay muestras de esto: el déficit comercial (diferencia entre importaciones y exportaciones) “está cayendo a la mitad este año y probablemente se llegue al equilibrio en 2019”. Por ahora, no tanto por el crecimiento de las exportaciones, sino por la caída de las importaciones. Del mismo modo, el dólar por arriba de $30 hace ya tiempo que está reduciendo el déficit turístico. “No hay plan, no hay confianza y lo único que ajusta es el tipo de cambio, al menos mientras no aparezca la oferta privada de dólares”, resumió el experto.
La gran duda que carcome a los analistas y operadores del mercado es si el Gobierno podrá hacer frente a los vencimientos de deuda de los próximos meses, pese a que todos admiten que no representan objetivos inalcanzables ni mucho menos. En particular, las sucesivas renovaciones de letras del Tesoro (LETE) de corto plazo. Federico Furiase, del estudio EcoGo, hace el siguiente cálculo: hasta julio de 2019 vencen cada mes unos US$1700 millones. Suponiendo que el Gobierno consigue refinanciar el 50% de esa cifra (como lo viene haciendo), con el programa actual de desembolsos del FMI quedan por financiar unos US$7200 millones.
A esto hay que sumar la brecha que hay que cubrir por el déficit fiscal, en pesos, en torno de los $420.000 millones (equivalentes a poco más de US$10.000 millones al cierre de ayer) en ese mismo período. “Estas dos cuestiones son el nudo central del problema. En otro contexto, la brecha sería supermanejable, pero no con este nivel de riesgo país y de incertidumbre financiera, donde no podés salir a buscar financiamiento a los mercados”, acota Furiase.
De allí que Macri necesite que el Fondo acceda a acelerar los desembolsos del programa stand-by, aunque como contrapartida deba también acelerar el ajuste fiscal del año próximo.
En el actual contexto político, y con un dólar rozando los $40, parece haber llegado la hora de mirar las dos columnas del balance, y por eso en el anuncio que hará el lunes el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, no habrá solo recorte de gastos, sino también aumento (o freno en la baja prevista) de impuestos. De otra manera, sería inviable políticamente.
¿Llegó el momento de frenar la baja de las retenciones en general, más allá de lo ya anunciado? ¿De retroceder en la baja de aportes patronales incluida en la última reforma impositiva? Del otro lado del balance, no sería extraño que haya algún recorte en la obra pública (más allá del efecto cuadernos sobre el financiamiento de algunos proyectos). A la hora de hablar de baja de gastos, no hay muchas partidas a la vista para recortar sin altísimos costos políticos.
Nadie estaba en condiciones de dar mayores precisiones anoche, aunque un reputado consultor y exfuncionario aseguraba haber acercado este modelo de ideas al equipo económico hace unas semanas. “Lo estamos puliendo”, fue la expresión de una fuente cercana a Dujovne cuando se le pidieron precisiones sobre los anuncios del próximo lunes.
El ajuste que está haciendo el mercado provocará una inflación aún más alta (algunos analistas ya proyectan un 3,5% para este mes y un 40% para el año). ¿Cómo frenarla? Walter Molano, analista de BCP en Nueva York, les dijo ayer a algunos clientes, sin anestesia: “La inflación no va a ser un tema porque la Argentina está en una profunda recesión. Esto va a hacer que los productores tengan que limitar o sus importaciones o sus precios. Cuando la gente no tiene dinero para comprar bienes, no los compra. Así funciona la economía, y es lo que necesitamos”.
Pero también pronosticó: con la devaluación, “hay un montón de gangas allí en la Argentina. Es hora de tirarse al agua”, dijo, anticipando que el año próximo tal vez vuelvan los inversores al país.
La apuesta oficial es a que, para compensar el ajuste, el nuevo dólar de equilibrio y la cosecha agrícola reactiven aunque sea de a poco la economía.
La incógnita es cuán duro será el camino.