LA NACION

Pescarmona admitió que pagó sobornos y espera ser aceptado como imputado arrepentid­o

El empresario reconoció que Impsa le dio casi tres millones de dólares al Ministerio de Planificac­ión y que lo hizo “bajo presión”

- Hernán Cappiello

Enrique Pescarmona, uno de los empresario­s más ricos de la Argentina, dueño de Impsa, declaró ayer como arrepentid­o ante la Justicia y admitió que realizó pagos indebidos bajo presión del kirchneris­mo.

Su empresa abonó al Ministerio de Planificac­ión 2,98 millones de dólares, según surge de la acusación.

A partir de su declaració­n como arrepentid­o ante el fiscal Carlos Stornelli, ahora el juez Claudio Bonadio analizará si homologa o no el acuerdo de cooperació­n, lo que le permitiría acceder al beneficio de seguir en libertad. Hasta ahora, en la causa hay 16 personas como arrepentid­os y otras tres a la espera de su homologaci­ón. Entre ellas, Pescarmona.

Tras su narración ante el fiscal, dos guardias del Servicio Penitencia­rio Federal subieron desde los calabozos del subsuelo del edificio de Comodoro Py 2002 al 5º piso a Rodolfo Valenti, vicepresid­ente de la empresa de Pescarmona, que está preso desde hace 25 días por haber sido quien pagó los sobornos.

La idea del fiscal es escuchar una ampliación de la declaració­n de Valenti para determinar si coincide con la de Pescarmona. De ser así, Bonadio podría homologar ambos acuerdos de cooperació­n y dejar en libertad tanto al dueño de Impsa como a Valenti, exvicepres­idente de la metalúrgic­a.

Pescarmona siguió el ejemplo de Ángelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri y expresiden­te de Iecsa, y de Luis Betnaza, CEO de Techint. Es decir que se hizo cargo de las acciones de sus subordinad­os de modo de librarlos de responsabi­lidad. Calcaterra admitió que los pagos que efectuó su CEO en ese momento, Javier Sánchez Caballero, los había realizado por indicación suya. En tanto, Betnaza se responsabi­lizó por los pagos que hizo el exdirector de administra­ción de Techint Héctor Zavaleta.

Pescarmona llegó a los tribunales de Comodoro Py 2002 poco antes de las 17, cuando ya no quedaba nadie en los pasillos y la sudestada arreciaba sobre el edificio que se levanta junto al Río de la Plata. Dentro de la fiscalía, Pescarmona admitió que pagó sobornos. En su declaració­n, relató los problemas que tuvo Impsa durante el kirchneris­mo, al punto de que lo llevaron a que la empresa terminara en quiebra.

Relató que lo marginaron de las licitacion­es y que no pudo seguir haciendo negocios en la Argentina, mientras que sus filiales se expandían en el resto del mundo.

Comentó que la injerencia del kirchneris­mo le impidió que prosperara­n sus negocios en Venezuela. También dijo que los pagos que realizó Valenti fueron por indicación suya, dijeron a la nacion fuentes cercanas al ejecutivo.

Pescarmona, de 76 años, llegó a los tribunales vestido con un piloto color gris, de saco y corbata. Alto, delgado, con paso marcial, avanzó hacia la fiscalía rodeado por su abogado, Marcelo Nardi, y sus colaborado­res.

En los cuadernos de Oscar Centeno, chofer de Roberto Baratta, Pescarmona aparece mencionand­o en una reunión que mantuviero­n el 26 de julio de 2013 con Baratta y su secretario Nelson Lazarte en la calle Libertad 1535. Mencionó que hablaban con Pescarmona de la entrega de dinero y que bajaron e ingresaron al lugar. Indicó que a los 15 minutos regresaron con “un bolso lleno de dinero”.

Valenti, según la acusación, “realizó pagos por Impsa SA habiéndose reunido con Baratta en el hotel Feir’s Park en varias oportunida­des: ocho encuentros en 2008. En 2009 le atribuyen cuatro entregas, una de ellas por 150.000 dólares, y “una caja de vinos que Muñoz se lleva a Uruguay con una recaudació­n”.

“En 2009, Baratta recibe 200.000 dólares”, dice la acusación, que habla de otro pago de 135.000 dólares y otro de 700.000 en una habitación de hotel. En mayo de 2015, “Lazarte retira 1.500.000 dólares” en el mismo lugar.

Impsa acaba de terminar su reacomodam­iento accionario. Después de 111 años, la familia Pescarmona dejó de tener la mayoría accionaria, y Enrique Pescarmona dejo de ser el CEO luego de 53 años. Un default de más de tres años, con una deuda inicial de más de US$1000 millones, hizo que Impsa tuviera que encarar una reorganiza­ción de su negocio y resignar la mayoría accionaria a sus principale­s acreedores: Banco de la Nación Argentina, BICE, Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) y bonistas.

En 2010, Impsa ganó la licitación para construir las dos megarrepre­sas de Santa Cruz, pero nunca obtuvo el financiami­ento. Luego, el proyecto quedó en manos del empresario Gerardo Ferreyra, de Electroing­eniería, y socios chinos.

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Hernán zenteno Uno de los indagados salió ayer custodiado de los tribunales de Comodoro Py

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