LA NACION

Un invento petrolero que cambió la música

El efecto Autotune, que se usa para las voces en el reguetón y el trap, tiene un origen muy llamativo

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A finales de julio, el puertorriq­ueño Ozuna, una de las estrellas del reguetón y trap del momento, publicaba en Instagram un video cantando a cappella un tema de su nuevo disco. Le llovieron las críticas, pero no tanto porque cantara mal, sino por la falta de ese efecto robótico tan caracterís­tico en su voz. Con esas palabras comienza un completo informe que la periodista Raquel Miguel hizo para la agencia DPA.

Todo es culpa del Autotune, que sigue en el medio de la polémica. El Autotune es un procesador que se utilizan en estudios de grabación para corregir digitalmen­te las notas desafinada­s en una canción, luego de que un cantante las deje registrada­s en una cinta (en caso de que realmente busque un registro vintage) o en el disco rígido de una computador­a (obviamente, lo más usual en estos días).

Lo cierto es que el sistema se perfeccion­ó y logró efectos que son hoy muy utilizados en las grabacione­s de reguetón y trap.

Raquel Miguel cuenta en su informe que el origen de este recurso no sale del mundo de la música sino de la extracción de petróleo. Fue el ingeniero norteameri­cano Andy Hindebrand quien inventó el sistema que le dio origen para buscar petróleo a finales de los años 70. “Explotaba dinamita y medía las ondas que la explosión generaba debajo de la tierra con ese sistema, y a partir de una fórmula matemática predecía si había o no petróleo”, explica el músico y youtuber Altozano.

Cambio de rubro

Tiempo después Hindebrand dejó la actividad petrolera. Comenzó a estudiar música como hobby y le puso la impronta personal y científica cuando un amigo le pidió que inventara un aparato que lo hiciera “cantar bien”.

Fue en ese momento que aplicó el mismo tipo de tecnología petrolera a la música. El invento de Hindebrand llegó a los estudios de grabación de Los Ángeles, claro que no como una novedad que podía ser promociona­da abiertamen­te sino como un truco de magia, ese as en la manga que podía solucionar problemas que físicament­e no se podían superar. Claro que todo tiene un límite y el abuso hace el que efecto convierta al sonido en una voz robótica.

Cuando se da ese paso hay que blanquear su uso. Ese fue el caso de la cantante Cher, que en 1998, lo utilizó sin disimulo para el tema “Belive”.

Si bien es cierto que corrige imperfecci­ones, en géneros con tan poca melodía, como el trap, más que la corrección de un defecto se convierte en un recurso estético que termina convertido en una de las caracterís­ticas de un género musical.

“No lo juzgo”, señaló Altozano. “Ir en contra de la tecnología es poco productivo”, agregó. “Ha habido intentos de prohibir samples y sintetizad­ores, pero por otro lado la tecnología ha dado lugar a géneros y subgéneros musicales o la posibilida­d de poder tener todos los sonidos de la humanidad al alcance de mi mano”, concluyó.

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