LA NACION

EL MÚSICO ALZA LA VOZ Y CELEBRA SU INDEPENDEN­CIA

Con un nuevo disco listo, el hijo mayor de Gustavo Cerati y Cecilia Amenábar está preparado para mostrarse tal como es

- Texto Sebastián Espósito | Fotos Diego Spivacow / AFV

Tímido primero, verborrági­co después, Benito Cerati heredó varias cosas de su padre. Algunas saltan a la vista, como esa mirada “asesina”, penetrante; otras se descubren con el paso de los minutos, como su pasión por las largas charlas, por hablar de música y de actualidad.

Sentado a la mesa de una casa de té, en Belgrano, pide unos ravioles de calabaza que terminará comiendo helados y un licuado que no tocará hasta bien entrada la hora y media de conversaci­ón. Está por sacar su tercer disco con Zero Kill (“es como Nine Inch Nails, todos saben que es la banda de Trent Reznor; Zero Kill soy yo, con amigos”), el proyecto que lo ocupa como músico y ya tiene un primer tema sonando por ahí, en radios, en streaming. La canción se llama “Siglos” y es decididame­nte pop. El álbum se llamará Unisex y él lo define como su carta de presentaci­ón, como el joven que es aquí y ahora. “Me dejé llevar por mucho tiempo, creyendo que otras personas podían decidir mejor sobre mi carrera. Hasta el momento hubo mucho de ‘esto no te conviene’. Pero ahora ya está. Soy esto, no hay nada malo de querer hacer tal o cual cosa, y aprendí a empoderarm­e, palabra que está de moda, pero que sirve para describir lo que me pasa. Y acá estoy siendo yo mismo, Es el primer disco en el que me muestro totalmente como soy, sin modificar mi esencia porque así podía llegar a vender más. Hasta acá fue una prehistori­a”. Lejos de arrepentir­se, Benito ve como una enseñanza todo lo que vivió, desde el doloroso período en el que acompañó por casi cinco años la agonía de su padre, Gustavo Cerati (“fue un paréntesis en mi vida; pasé de los 16 a los 21 años”), hasta reconocers­e como artista.

“No me arrepiento de los discos que hice (Trip Tour, 2013, y Alien Head, 2016) y de no haber podido hacer muchas cosas. Los discos los celebro en vivo. Mi sueño siempre fue tener una discografí­a, ni siquiera ser un artista; salir a tocar, poder elegir qué temas reversiona­r. De chico soñaba con eso. Ya tengo tres discos, así que en los shows puedo mechar, cambiar. Para mí ese es un sueño alcanzado.

–Te mostrás muy activo en las redes sociales, especialme­nte en Twitter. A veces soltás tuits que disparan diversas interpreta­ciones. Como cuando dijiste que no te gustaba tu nombre.

–Ese fue un tuit gracioso. En Twitter uno escribe cualquier cosa, graciosa o irónica, y la gente enseguida lo tilda de polémico. Estaba grabando unas voces, escribí eso, seguí grabando y tres horas después, el tema estaba por todos lados. Algunos me decían que era un malagradec­ido, que mis padres habían elegido un nombre muy lindo y un montón de cosas. Yo simplement­e lo escribí y me reí. Solo eso.

–El fan de Soda Stereo y de Gustavo Cerati puede funcionar como juez, y estar pendiente de tus palabras.

–Es cierto, pero siempre van a reaccionar. Si yo digo que lo amo y cuelgo fotos de él todo el día soy un “cuelga fama”; si no lo nombro nunca, entonces es porque nos odiábamos. La gente se arma la película con cualquier cosa. Yo lo viví, yo estuve con él, yo lo acompañé, entonces es ridículo que me afecte lo que digan.

–¿Qué te reconecta con él en tu vida diaria? Una canción de Soda, alguna situación íntima...

–Tengo muchos recuerdos, me llevo bien con el padre interno. Todos hemos tenido que batallar con nuestros padres, nadie da libre esa materia y yo lo tuve que hacer contra una marea gigante de gente que me decía “tu padre es Dios”. Yo lo tuve que hacer, me tuve que pelear con él necesariam­ente y era muy difícil hacerlo. Pero lo logré y acá estamos, amigados con mi papá de nuevo. Es psicología, generar tu propio lugar y después volver a estar de acuerdo o no. Por suerte mi papá siempre fue una buena persona, un buen tipo, y viví cosas lindas con él. En el inconscien­te uno pelea contra algunas cosas, con mi madre también.

–Debiste batallar contra tus padres para generar tu espacio y contra los fans también.

–Parecería que la gente conocida es como un semidiós que pasa por procesos distintos a los del resto de los seres humanos. Hay que “despedesta­lizar”. Creo que es un momento en el que hay que humanizarn­os, aprender a desidealiz­ar. Así como un pibe que tiene una primera experienci­a romántica la idealiza y después se golpea contra una pared, creo que hay que aprender como sociedad en general que no hay seres totalmente identifica­bles, míticos, correctos. Además, uno siendo fan de algo se pierde mucho a sí mismo. Está bien tener referencia­s, las tuve y las tengo, absorbo cosas, pero es por reflejo, yo soy un poco eso. En David Bowie, en toda la gente de la que soy súper fan, encuentro cosas que no me gustan, a las que no adhiero.

–Ahora estás preparado para hablar de tu sexualidad, ya no soltando algún que otro tuit, sino refiriéndo­te en concreto.

–Yo venía tuiteando cosas al respecto mucho tiempo atrás. En algún momento se descubrió que tuiteaba sobre esas cosas y se empezó a levantar en los medios. No fui a un diario a anunciar que soy gay, no es mi estilo. Después lo resignifiq­ué, me sentí muy apabullado en un momento. Yo venía muy tranqui con mi carrera, con mis redes, y a partir de ahí mes a mes salían notas con lo que yo iba diciendo en las redes, con mis confesione­s. Y no me acostumbra­ba a ese caudal de info y cometía error tras error. No sabía cómo manejarlo. Con el tiempo aprendí a hacerlo, pero al principio no sabía cómo lidiar con tanta gente, no estaba acostumbra­do.

–En varias entrevista­s dijiste que no sabías si ibas a ser siempre gay.

–Quise hacer la gran Bowie, que dijo que era bi y después no dijo más nada. Siento que cuando me asumí como gay me puse en un lugar del cual también puedo salir. La bisexualid­ad está mal vista. La sociedad me empujó a tirarme para un lado. En este momento estoy ahí, pero quién sabe en el futuro. No le digo que no a nada; no tiene nada de malo ir a lo que uno quiere.

–¿Cuánto de tu empoderami­ento vamos a encontrar en Unisex?

–Lo que tiene el disco es que lo visual es más contemporá­neo a mí y las letras son más de una época anterior, donde yo todavía estaba en un mundo gay, más relacionad­o con mis vivencias del despertar. Lo visual es más social, el culto a la androginia, a quitarle el género a las cosas, mujeres y hombres vistiéndos­e como se les canta, poniéndose el maquillaje que quieren o no. Eso es lo que se ve en el video del primer corte, “Siglos”. Todo el disco se grabó con un grupo de amigos, una comunidad unisex. El video tiene mucho de desetiquet­e. No porque tenga cierto cuerpo voy a tener que llevar un tipo de ropa. Si me pinta ponerme una pollera no es porque me hace ver más mujer, sino porque me gustó.

Con Sép7imo Día (el espectácul­o del Cirque du Soleil basado en la obra de Soda Stereo) nuevamente en el Luna Park, el nombre del trío y de su obra aparece en la charla. “Tengo el recuerdo de la época de

Comfort y música para volar. Yo soy un nerd. Programo cosas en 3D, soy súper gamer y hago falsos soundtrack­s en mi casa cuando estoy aburrido. Ese disco de Soda fue mi primer acercamien­to con un estudio de grabación. Tenía una función interactiv­a, lo ponías en la compu y podías silenciar el bajo, la guitarra. Eso hoy es lo básico de un programa de edición. De ahí pasé a estar encerrado todo el tiempo en el estudio mientras mi papá grababa discos: Bocanada, Siempre es hoy, yo estaba ahí. Mi plan a la noche era ir al estudio, abrir uno de los proyectos con los demos de las canciones y hacer mis remixes. Mi padre me decía: “Acordate de poner no guardar”.

–Con los años, en las entrevista­s tu papá empezó a hablar del Benito músico.

–Es que él veía cosas en mí. Cuando hago canciones quiero hacer mis canciones favoritas, cuando hago música quiero hacer mi música favorita. Y él notó en mí ese tipo de cosas cuando yo tenía 11 años. Me pedía ayuda con las letras, porque yo estaba leyendo y escribiend­o todo el tiempo. En Fuerza natural también me pidió ayuda con lo musical. Si bien no fue suficiente para decir, “ok lo compuse con mi hijo”, me llamaba para que fuera al estudio a ver cómo se grababa algo. Yo tenía 15 años y estaba en una onda “hacé tu disco, no me rompas las bolas”. Igual, en esa grabación estuve muy presente. El título Fuerza natural es mío. El tema se iba a llamar “Fiesta”, con una temática arca de Noé, los animales que se juntan, bailan. Me parecía un cuento muy infantil. Me dijo que ideara algo, me puse a escribir lo que creía que tenía que decir la letra y en la parte que va para abajo, cuando dice fuerza natural dije, listo, es eso. Él, cuando lo cantó me miró y asintió con la cabeza. Él estaba muy inspirado en la casa que tenía en Uruguay, en la naturaleza, porque todo estuvo compuesto ahí. Así que le puso el título a la canción, al disco, a la gira. Después trabajamos en un disco homenaje a Michael Jackson. Él grabó mis tres discos caseros; programaba, hacía coros, estuvo siempre conmigo. De ahí vengo formado. Por mucho tiempo, por una cosa de ego sentía que yo tenía que aprender todo de forma autodidact­a, tenía que saberlas todas y ese fue un gran error en mi carrera, un gran motor de frustració­n. Por qué salgo y no puedo hacer todo bien de una. Es un pensamient­o muy infantil y me costó erradicarl­o. Hoy en día está todo bien con equivocars­e, aprender, ir a clases, pero en ese momento lo llevaba en la mochila, a mi padre le sale todo bien, cómo a mí no.

“Es un momento en el que hay que humanizarn­os, aprender a desidealiz­ar”

“El título Fuerza natural es mío; la canción se iba a llamar ‘Fiesta’”

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Diego spivacow / afv

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