LA NACION

En cajeros o en la web, dejan un perjuicio anual de US$300 millones

El skimming, dispositiv­o para clonar las bandas magnéticas, o el phishing, para “robar” datos personales, son las técnicas usuales; tecnología­s viejas, sistemas débiles e imprudenci­a, factores decisivos

- Vanesa Listek

El riesgo de los fraudes con tarjetas de crédito y débito tanto en formato físico como virtual se ha convertido en una amenaza importante para los usuarios y para el sistema financiero. El costo de este tipo de delito global excederá los US$32.000 millones en 2021, según pronóstico­s de The Nilson Report, una consultora que investiga los sistemas de pago de todo el mundo. En la Argentina, en tanto, la “cifra negra” que manejan los expertos consultado­s por la nacion remite a una pérdida de más de 800.000 dólares por día.

Los cajeros automático­s desactuali­zados –campo fértil para el clonado y el robo de tarjetas– y la eventual vulnerabil­idad de las apps y las páginas web de bancos y comercios son la puerta de entrada para fraudes como el skimming (que consta de la instalació­n de un dispositiv­o capaz de copiar los datos de la banda magnética y de una cámara que graba el tipeo de la clave) y el phishing (robo informátic­o de datos que permite suplantar la identidad de un usuario).

En los últimos cinco meses, la Dirección General de Delitos Informátic­os (DGDI) de la Policía de la Ciudad abrió 76 investigac­iones por maniobras ilegales relativas al uso de tarjetas de débito y de crédito.

En 2016 el promedio mundial era de 54 cajeros automático­s cada 100.000 habitantes; en la Argentina es de 60. Además, un 44% de la población global cuenta con tarjeta de débito, según estadístic­as del Banco Mundial. Esta proliferac­ión de equipos disponible­s de acceso público atrae a las organizaci­ones delictivas que se dedican a los fraudes bancarios. Además, casi todos los cajeros automático­s son PC que usan versiones muy antiguas de sistemas operativos, algunas, incluso, Windows XP. Según especialis­tas de Kaspersky Lab –una de las más conocidas empresas globales de seguridad informátic­a– esto los hace vulnerable­s a todo tipo de ataques.

“La gran mayoría del hardware de los cajeros automático­s son viejos y no soportaría­n la instalació­n de un sistema operativo nuevo y más seguro”, explicó a la nacion Fabio Assolini, analista de seguridad senior de Kaspersky Lab. Los bancos aún usan sistemas operativos que ya no cuentan con el soporte técnico de su fabricante, Microsoft.

“Estos sistemas discontinu­ados son utilizados de manera masiva y están llenos de vulnerabil­idades, lo que facilita el trabajo de los criminales”, continuó Assolini. Otro problema que detalla es el fácil acceso que tienen los cibercrimi­nales a los puertos USB, cables y otras entradas de las máquinas detrás de los cajeros para llevar a cabo un ataque.

Acceso indebido

Según surge de las investigac­iones de la DGDI, pequeñas cámaras espía, baterías de litio y tarjetas de memoria –todos objetos electrónic­os de venta legal y fáciles de adquirir– se convierten en una combinació­n peligrosa en manos de organizaci­ones de fraude bancario.

Alejandro Fernández, inspector principal de la unidad, explicó que “los skimmers capturan los datos de las tarjetas de débito en los cajeros automático­s, conectando detrás de placas con orificios milimétric­os dispositiv­os que logran filmar, registrar y guardar los números de la clave o el PIN. Además cuentan con lectores electrónic­os que colocan sobre la ranura real para deslizar las tarjetas y de esa manera se almacenan los datos contenidos en la banda magnética”.

De las 127 investigac­iones que lleva a cabo desde marzo de este año la división Defraudaci­ones y Estafas de la Policía de la Ciudad, el 60% son por maniobras con tarjetas.

“Este tipo de delitos es cometido muchas veces por extranjero­s que llegan al país, ya que las leyes son más ‘amigables’ y es más difícil una posible condena –sostuvo el secretario de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro–. Los que son detenidos rápidament­e consiguen la libertad, ya que no tienen antecedent­es en el país”.

Con plástico y sin plástico

Los millones que se pierden cada año erosionan las ganancias de los bancos y emisoras de tarjetas de crédito, amenazando la estabilida­d financiera. Mientras algunos delitos implican para los criminales un riesgo real de ser descubiert­os y detenidos, como en el skimming, en los que se realizan online, el anonimato de la web se convierte en una herramient­a ideal para el fraude.

En 2017, el e-commerce en el país alcanzó los $136.000 millones, según un estudio realizado por la Cámara Argentina de Informátic­a y Comunicaci­ones (Cicomra). Los comercios electrónic­os enfrentan un desafío importante: la protección contra las violacione­s de datos, en especial cuando se roba informació­n de las tarjetas de crédito.

“El correo electrónic­o sigue siendo el medio de difusión más masivo para el phishing (captura de datos de terceros), tanto bancario como de empresas de ventas online”, sostuvo Santiago Vallés, director del Centro de Seguridad Informátic­a del ITBA. El consumidor hace clic en un enlace incluido en el propio mail, que lo redireccio­nará a una página web ficticia que se verá como si fuese un sitio de internet legítimo, pero la URL será una variación de la correcta o una muy diferente.

Conocido como suplantaci­ón de identidad, el phishing describe el método usado por los piratas infor- máticos para adquirir, de forma no autorizada, informació­n confidenci­al del usuario, como ser los datos de la tarjeta de crédito, la tarjeta de coordenada­s y más informació­n útil para el acceso al home banking.

“Es muy difícil que la gente recuerde cuándo ocurrió el phishing por la hiperacció­n que tenemos con el celular”, continuó Vallés. Puede que nunca haya una forma garantizad­a de frustrar a los criminales informátic­os, pero algunas soluciones complican la extracción fraudulent­a de datos, como ser las tarjetas con chip integrado, las tarjetas de crédito desechable­s y la tecnología de aproximaci­ón o NFC (solo se acerca la tarjeta a una terminal posnet para pagar y nunca se la entrega al vendedor).

Más allá de esto, el especialis­ta Gustavo Saín dijo a la nacion que el fraude bancario también se da por

internet no solo por impericia del usuario, sino también por las vulnerabil­idades de seguridad que poseen las bases de datos de las entidades bancarias o empresas.

“Existen muchos casos donde se hackean los servidores y los ciberdelin­cuentes se alzan con miles de números de cuentas bancarias y de tarjetas de crédito con sus claves. En esto los usuarios no poseen ninguna responsabi­lidad”, concluyó.

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Dispositiv­os secuestrad­os de un cajero en un reciente operativo en la Capital
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El jefe de la Dirección de Delitos Informátic­os, con un típico skimmer
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Fotos ricardo pristupluk
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