LA NACION

Cuadernos: Cristina declara otra vez en una semana clave

El juez Bonadio, por su parte, debe decidir si pide la detención del financista Clarens

- paz rodríguez niell

La expresiden­ta Cristina Kirchner volverá a presentars­e hoy en los tribunales de Comodoro Py, en la que será una semana clave en la causa de los cuadernos de las coimas.

Hoy, además de esta indagatori­a, el juez Claudio Bonadio debe decidir la suerte del financista Ernesto Clarens. El fiscal Carlos Stornelli, después de semanas de entrevista­s con él y de un acuerdo que no lo convence, puso fin a las negociacio­nes y el viernes le pidió al juez su detención inmediata. El magistrado no lo resolvió, y le dio así unos días más a Clarens.

La revelacion­es de los cuadernos de Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, encajan con las evidencias de la causa en que se investiga cómo la brasileña Odebrecht, a través de la empresa Iecsa, que era del primo del presidente Mauricio Macri, Ángelo Calcaterra, pagó sobornos por 20 millones de dólares para mantener el contrato del soterramie­nto del Sarmiento.

Esas sospechas que comparte el fiscal Franco Picardi a cargo de la investigac­ión, quedarán finalmente plasmadas cuando lleguen a la Argentina los documentos del caso Odebrecht que ya reunió la Justicia de Brasil y que, merced a un acuerdo entre las fiscalías de ambos países, serán liberados.

El fiscal Picardi le pidió al juez Marcelo Martínez de Giorgi que envíe un exhorto a Brasil solicitand­o esas pruebas, pero el juez prefirió delegarle al fiscal el trámite. Así, la semana pasada salió de la fiscalía a la cancillerí­a argentina el exhorto que por canales diplomátic­os llegará a Brasil y de ahí al fiscal Deltan Dallagnol, de Curitiba, que tiene esas pruebas del Lava Jato.

Mientras llegan los papeles, los funcionari­os ya empezaron a trabajar informalme­nte intercambi­ando impresione­s por teleconfer­encia.

La intención de Picardi es reconstrui­r la trazabilid­ad de los fondos: la división operacione­s estructura­das de Odebrecht [que era la oficina dedicada al pago de coimas] los registró con detalle. Su recorrido permitirá saber a manos de qué funcionari­os terminaron en la Argentina: Julio De Vido es el imputado más encumbrado en este caso del Sarmiento. Por ahora.

La causa se reactivó por las anotacione­s de Centeno que ligan a Iecsa, Calcaterra y Jorge “Corcho” Rodríguez con pagos indebidos al Ministerio de Planificac­ión. Pero empezó a encajar con las evidencias que había reunido el expediente cuando empezaron a declarar los empresario­s arrepentid­os. Es clave, para saber qué pasó, la declaració­n del expresiden­te de la Cámara Argentina de la Construcci­ón Carlos Wagner.

El empresario admitió ante el fiscal Carlos Stornelli que el club de la obra pública, donde las empresas se repartían las licitacion­es, contemplab­a que el que ganaba la obra debía pagar como coima el total del anticipo que orillaba entre el 10 y el 15 por ciento. Y dijo que los pagos se hacían en dos o tres veces.

La afirmación de Wagner encaja como en un Tetris con las evidencias de la causa del soterramie­nto del ferrocarri­l Sarmiento. Un correo electrónic­o que resume una reunión con el ex-CEO de Iecsa Javier Sánchez Caballero, secuestrad­o en Brasil e incorporad­o al expediente argentino, señala que, tras la asignación del decreto, el anticipo era del 15%, unos 21 millones de dólares. Y enumera tres pagos, identifica­dos en el mail como Dgi, siglas que para la Justicia brasileña son coimas. Esos pagos sucesivos son un millón de dólares en una primera etapa, 3 millones de dólares a 30 días y 16 millones de dólares a 90 días. Sumadas las 3 cifras dan una suma aproximada a los 21 millones de anticipo que se menciona en primera instancia.

En la causa de los cuadernos, Calcaterra y Sánchez Caballero admitieron pagos, pero dijeron que era aportes de campaña. Sánchez Caballero mencionó que “con el tiempo, la exigencia se hizo más fuerte y en un momento se cedió a la presión entregando dinero”. Y agregó: “El mecanismo que se me describió en la declaració­n indagatori­a coincide con lo que estoy diciendo, me refiero a los lugares y por ejemplo el auto patente GZP 687 que en la imputación se menciona que efectivame­nte era de la compañía y por lo general lo utilizaba yo. Los montos no los puedo precisar porque los desconozco, pero las entregas se realizaban mediante bolsas pequeñas de papel. La combinació­n de las entregas siempre fue con Nelson Lazarte [secretario de Baratta], quien primero coordinaba telefónica­mente y luego pasaba a retirar el dinero. Siempre venían en auto, cuya marca o caracterís­tica no recuerdo. Yo aprovechab­a cada oportunida­d en la que se presentaba Nelson para solicitarl­e que intermedia­ra con Baratta para que nos paguen lo adeudado y atrasado”.

La reconstruc­ción que hizo la Justicia sobre cómo se pagaron las coimas de Odebrecht señala que entre 2005 y 2010 las empresas pagaban consultorí­as a Caesa, la empresa fantasma de Manuel Vázquez, testaferro de Ricardo Jaime y oficialmen­te su jefe de asesores. “Eran migajas, poca plata”, supuestame­nte un fee mensual para que los tengan al tanto de la marcha de las licitacion­es.

Pero a partir de esa fecha se firmó el decreto, los pagos mensuales dejaron de gotear y se pagó el retorno grande con el anticipo financiero de 20 millones de dólares.

Los pagos se extendiero­n hasta 2013, que entra en escena Jorge “Corcho” Rodríguez. Allí, según las sospechas de los funcionari­os que siguen el caso, el lobista de Planificac­ión destrababa los pagos y cobraba comisiones por ello que terminaban en Sabrimol, una empresa uruguaya que Rodríguez jura que no le pertenece y donde su contador figura como dueño. Los cuadernos de Centeno mencionan a Rodríguez porque el chofer dice que pasó a retirar pagos por un local de su propiedad y que en otras ocasiones intervino su chofer.

Mientras los empresario­s confiesan en la fiscalía de Stornelli en el quinto piso de tribunales y bajan un piso para que el juez Bonadio homologue sus aportes como arrepentid­os para aligerar sus acusacione­s, en el mismo piso, pero en la otra punta, Martínez de Giorgi toma declaració­n indagatori­a a los exfunciona­rios y empresario­s acusados de pagar y cobrar coimas por Odebrecht.

Lo hace a paso lento. De las 49 citaciones a indagatori­a que realizó a fines del año pasado, solo tomó 12. La velocidad con que lleva el caso mereció que el presidente de la Cámara Federal, Martín Irurzun, le llamara la atención en exhorto a que mire toda la causa teniendo en cuenta las pruebas de los cuadernos de Centeno.

Por lo pronto, Martínez de Giorgi a pedido del fiscal Picardi ya le pidió a Bonadio las declaracio­nes de los arrepentid­os con la convicción de que las pruebas de ambos casos se encastran como un rompecabez­as completo.

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