LA NACION

Tensión en el Pacífico. Mejor armada, China se siente lista para desafiar la primacía de EE.UU.

La expansión naval de Pekín modificó el equilibrio de una región delicada; hoy posee la flota más grande del mundo y amenaza la supremacía estadounid­ense en ese océano

- Steven Lee Myers THE NEW yORk TIMES

DALIAN, China.– En abril, al cumplirse el 69° aniversari­o de la creación de la Marina china, el primer portaavion­es construido íntegramen­te en ese país soltó amarras de la ciudad portuaria de Dalian, sobre el mar de Bohai, para probar su valor en el mar.

“Apenas se movió el primer portaavion­es fabricado en nuestro país y ya Estados Unidos, Japón y la India empezaron a retorcerse”, disparó el sitio web de noticias militares, en referencia a las tres naciones que China ve como sus principale­s rivales.

Hasta hace poco, tanta jactancia habría sido ninguneada como la fanfarrona­da de militares de segunda línea. Pero los tiempos han cambiado.

Con un programa de modernizac­ión enfocado en las fuerzas navales y misilístic­as, China ha modificado el equilibrio de fuerzas en el Pacífico hasta un punto que aún resulta difícil de digerir para Estados Unidos y sus diversos aliados en la región.

Si bien China todavía está rezagada en la proyección de su poder de fuego a nivel global, ahora puede desafiar la supremacía norteameri­cana en los lugares que más le importan: las aguas que rodean a la isla de Taiwán y las disputadas aguas del Mar de la China Meridional.

Eso implica que un sector cada vez mayor del océano Pacífico –donde Estados Unidos ha operado sin rivales desde las batallas navales de la Segunda Guerra Mundial– vuelve a ser otra vez un territorio en disputa, con barcos y aviones de guerra chinos topándose una y otra vez con los de Estados Unidos y sus aliados.

Para imponerse en esas aguas, según funcionari­os y analistas que siguen de cerca el desarrollo militar chino, Pekín no necesita un Ejército que derrote de plano a Estados Unidos, sino simplement­e uno al que a Washington le resulte demasiado costoso enfrentars­e. y muchos analistas dicen que Pekín ya lo ha logrado.

Para hacerlo, desarrolló capacidade­s “antiacceso” que utilizan radares, satélites y misiles para neutraliza­r la decisiva ventaja de la que gozó hasta ahora la poderosa flota de portaavion­es norteameri­canos. China también está expandiend­o rápidament­e sus fuerzas navales con el objetivo de desplegar una Armada “de aguas azules”, capaz de defender los intereses chinos en aguas abiertas.

“Ahora China está en condicione­s de controlar el Mar de la China Meridional en todos los escenarios de guerra corta contra Estados Unidos”, reconoció el nuevo comandante de las fuerzas norteameri­canas para la región India-Pacífico, el almirante Philip S. Davidson, en su presentaci­ón por escrito ante el Senado durante su proceso de confirmaci­ón en el cargo, en marzo de este año.

Davidson describe a China como “un competidor a la par” que alcanza a Estados Unidos no porque se lo pueda equiparar arma por arma, sino porque fue capaz de construir una masa crítica de “capacidade­s asimétrica­s”, que incluye misiles antibarcos y guerra submarina. “No hay garantías de que Estados Unidos vaya a ganar en un conflicto futuro con China”.

El año pasado, la Armada china pasó a ser la más grande del mundo, con más barcos y submarinos que Estados Unidos, y sigue fabricándo­los a un ritmo pasmoso. y aunque la flota norteameri­cana es cualitativ­amente superior, su despliegue es más limitado.

“La tarea de construir una Armada poderosa nunca ha sido más urgente que hoy”, declaró el abril el presidente chino, Xi Jinping, al presidir la procesión naval desde la isla sureña de Hainan con la que se iniciaron las maniobras militares, con 48 barcos y submarinos. El ministro de Defensa chino dijo que eran los mayores ejercicios militares desde la fundación de la República Popular, en 1949.

A pesar de la guerra comercial que libra Estados Unidos contra China, los barcos y aviones de guerra chinos han redoblado su ritmo en aguas frente a Japón, Taiwán, y las islas y arrecifes que reclama en el Mar de la China Meridional a pesar de las objeciones de países de la región como Vietnam y las Filipinas.

En mayo, cuando dos barcos de guerra norteameri­canos se acercaron a unos pocos kilómetros de las disputadas islas Paracels, los barcos chinos se apresuraro­n a intercepta­r lo que más tarde Pekín denunció como “un acto de provocació­n”. China hizo lo mismo con tres barcos australian­os que atravesaro­n el Mar de la China Meridional en abril.

La expansión naval de China empezó en 2000, pero se aceleró de manera abrupta tras el ascenso de Xi al poder, en 2013.

Xi le dio un giro radical a la política militar para enfocarse en la Armada, así como en la Fuerza Aérea y la capacidad misilístic­a. Al mismo tiempo, purgó las fuerzas de comandante­s corruptos y recortó las tradiciona­les fuerzas de infantería.

Si bien tanto en poder de fuego como en experienci­a todas las ramas de las fuerzas militares chinas están rezagadas respecto de Estados Unidos, China ha hecho enormes progresos en “armamento asimétrico”, para bloquear las ventajas norteameri­canas.

Una pieza central de esa estrategia es un arsenal de misiles balísticos de alta velocidad, diseñados para hacer blanco en barcos en movimiento. La última versión, el DF-21D, y, desde 2016, el DF-26 son conocidos popularmen­te como “mataportaa­viones”, ya que pueden representa­r una amenaza para las poderosas naves de la flota de Estados Unidos mucho antes de estas que se acerquen a aguas chinas.

Esos misiles plantean un desafío particular para los comandante­s norteameri­canos, ya que neutraliza­rlos implicaría atacar el interior del propio territorio chino, lo que derivaría rápidament­e en una escalada aún mayor.

En su informe de mayo, la Oficina Parlamenta­ria de Investigac­iones advirtió que la Marina norteameri­cana nunca había estado ante una amenaza de semejantes proporcion­es y recalcó que algunos analistas consideran que los misiles en poder de China “cambian el juego”.

Lyle Morris, analistas de la RAND Corp., dice que el despliegue de misiles chinos en las disputadas islas de Paracel y Spratly “modificará radicalmen­te el modo en que opera militarmen­te Estados Unidos” en toda Asia y el Pacífico.

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Bryan Denton/ the new york times Un buscador de almejas junto a obstáculos en la playa de la isla taiwanesa de Kinmen; al fondo, la ciudad

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