LA NACION

Un proceso de construcci­ón colectivo y solidario

Tras capacitars­e, los productore­s construyen las cisternas en grupos

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En la sede de la Asociación Civil de Pequeños Productore­s de La Candelaria hay mucho movimiento. Mientras algunos socios cargan arena en un camión, otros arman rollos de alambre y los demás trasladan bolsas de cal. Son los materiales que están repartiend­o en las casas en las que se van a empezar a construir las cisternas.

Para poder llevar adelante sus acciones, desde SedCero articulan con las organizaci­ones de base del lugar, que son las que conocen el territorio. En este caso, se sumaron organizaci­ones campesinas, el aporte técnico del INTA y de la Secretaría de Agricultur­a Familiar.

“Con ellos se arma el listado de las familias que necesitan cisternas y siempre priorizamo­s las que están en peor situación, es decir, las que viven más lejos del cauce del río o que no tienen ningún módulo de agua”, cuenta Nicolás Avellaneda, coordinado­r del área de recursos naturales de la Fundación Plurales y del Programa SedCero.

Y agrega: “Nosotros ponemos la capacitaci­ón, los recursos y gestionamo­s la logística, pero las familias son las que se hacen cargo del cuidado del proceso y de la construcci­ón”.

Ir por más

Erén Santos Inés, el presidente de la asociación de productore­s, fue el primer beneficiar­io del programa. En 2013, la Fundación Plurales se acercó al lugar con esta propuesta, y empezaron con 11 cisternas. Después llegaron las demás. “Se nota un cambio: no sabíamos en dónde poner el agua. Vivo a un kilómetro y medio del río, y había que ir a buscarla en zorra o en bicicleta. Ahora cambió todo. Nos dura mucho más”, explica el hombre.

Ya son 105 las cisternas construida­s y quieren ir por más. “Hay unos cuantos que están armando su grupo para poder entrar en la organizaci­ón. Acá todos necesitamo­s la cisterna porque es muy cara. Hoy me emocioné porque me enteré de que vamos a poder construirl­e a otros 36 socios”, agrega.

Los socios se juntan en grupos de a siete, en los que cada uno ayuda a los demás a construir su cisterna. Aquellos que ya aprendiero­n a hacerlas, capacitan a los demás. El proceso de construcci­ón dura tres días. “Ahora lo que nos falta es la luz eléctrica”, concluye Erén.

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