LA NACION

El bicampeón demuestra que puede jugar bien, como contra Vélez, para respaldar su candidatur­a a otro título local

- Claudio Mauri

Boca gana sin previo aviso y puede golear en un pestañeo. Puede parecer que no está en el partido, pero se enchufa un rato y lo resuelve, cambia la historia en un santiamén. Lo que le falta de espesura como equipo lo compensa con raptos que son fulminante­s para adversario­s como este Vélez, que tiene unas enormes ganas de crecer, pero todavía no está más que para incomodar durante un buen rato al bicampeón.

Guillermo Barros Schelotto festejó el centenar de partidos oficiales en Boca con uno de esos triunfos tan habituales de su campaña. Sin cautivar desde del juego, pero haciéndose respetar desde el resultado y el poder de fuego. Goleó con menos del 40 por ciento de posesión. Tiró de su catálogo de nombres y fue agujereand­o el voluntaris­mo de Vélez. “Venimos haciendo las cosas bien entre todos, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Estamos contentos”, dijo el entrenador a pie de campo.

El filo ofensivo ya se había despertado el jueves en Asunción por la Copa Libertador­es y anoche volvió a ser letal con Pavón, Cardona y un apellido más que se agrega a las variantes de ataque: el colombiano Villa, que corre como un wing y sobre el final del partido definió con la potencia de un centro-delantero.

No necesitó demasiado la pelota ni ocupar masivament­e el campo rival. A Boca le alcanzaron el contraataq­ue y los destellos de Pavón para hacer la diferencia en el primer tiempo. No es la primera vez que Boca ejerce más el mando desde el resultado y la contundenc­ia que a partir del juego. El impetuoso Vélez lo llevó a agruparse a su campo, a esperar y especular con los espacios que podía encontrar en el terreno rival. “Por técnica y velocidad sabíamos que nos podíamos imponer. Defendimos muy bien, quizá nos faltó manejar un poco más la pelota”, analizó Barros Schelotto.

Boca llegaba un segundo más tarde e iba un metro más atrás en la mayoría de las jugadas. Vélez salió a imponer condicione­s, quiso la pelota y no se quedó quieto ni un momento. Desbordaba energía el equipo de Heinze, pero se nublaba cuando llegaba al área local.

Como Vélez no escatimaba pier- nas ni pulmones, la hinchada de Boca se hizo oír al cuarto de hora para espabilar al equipo: “Para salir campeones, hay que poner más huevos, huevos…”. El colombiano Barrios era el más predispues­to al cuerpo a cuerpo que demandaba el desarrollo. El resto, demasiado contemplat­ivo, discontinu­o, como si estuviera oteando las posibilida­des que iban a aparecer.

Al mayor despliegue de Vélez, Boca le respondía con serenidad y oficio. Segurament­e no pretendió que el conjunto de Liniers se le animara tanto, pero gracias a eso tomó nota de que por el lado del lateral izquierdo ortega, un juvenil de 19 años y 15 partidos en primera, había un filón que la velocidad de Pavón podía explotar. Después, aunque Tevez, Cardona y Ábila jugaran en cuentagota­s, una ocasión les puede bastar para hacer daño.

Vélez, por su postura adelantada, no podía permitirse perder la pelota a la salida del círculo central. Cuando cayó en ese error, lo pagó: Cardona conectó con Ábila, que puso una asistencia a la espalda de ortega; Abram no estaba para el cierre y Pavón sacó una definición de categoría con un derechazo cruzado.

Vélez ponía la dinámica y Boca a los jugadores decisivos. Firme atrás, quirúrgico arriba. También agradeció la rigurosida­d de Echenique para sancionar una supuesta falta de Giménez a Tevez, asistido por Pavón. El penal lo ejecutó con mucha seguridad Cardona y Boca, en diez minutos, sacaba una diferencia de dos goles, una renta altísima, repleta de pragmatism­o.

Para Vélez pudieron ser dos golpes demoledore­s, pero siguió luchando y yendo al frente. Derrochó voluntad, anduvo escaso de profundida­d y jerarquía. Boca siguió a lo suyo, expectante, midiendo el desgaste rival. No quería hacer una de más, como lo demostró Tevez, cuando intuyó que en una corrida lo podían alcanzar y prefirió una emboquilla­da que Domínguez desvió tras estirarse todo lo que podía.

Tras la grave lesión, reapareció Benedetto en la Bombonera, recibido con una ovación. Estuvo a punto de retribuir el afecto con un tremendo remate que entre una mano de Domínguez y el travesaño evitaron que se transforma­ra en gol. La rúbrica la puso Villa. Al final no ingresó Mauro Zárate, se quedó en el banco. “Era exponerlo en lo mediático. No hacía falta, necesitamo­s tranquilid­ad”, se justificó el Mellizo, que celebró sus 100 partidos con una goleada y sin morbo.

La decisión de que no juegue Zárate fue 100% mía. No lo quería exponer a lo mediático. Necesitamo­s tranquilid­ad” GUILLERMO BARROS SCHELOTTO DT DE BOCA

 ??  ??
 ?? Daniel jayo ?? Wanchope Ábila, de Boca, ensaya una chilena ante la marca de luis abram
Daniel jayo Wanchope Ábila, de Boca, ensaya una chilena ante la marca de luis abram
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina