LA NACION

CÓMO JUGAR CON ORTIGOZA LEJOS DE LA PARTITURA

- Texto Alberto Cantore

Tiene una matriz de juego Rosario Central. Es el ADN futbolísti­co del Patón Bauza, el que privilegia el equilibrio y el orden para, a partir de esa doble consigna, crecer, sumar, desnivelar. Los rosarinos tienen a un futbolista que administra, el que acelera el ritmo o baja las pulsacione­s de un partido. Las propias y las del rival. Néstor Ortigoza juega, piensa y le pone el cuerpo a la causa canalla: representa como nadie del pensamient­o del director técnico en el campo. “Entiende todo”, fue la simple definición con la que lo retrató el entrenador, que lo dirigió en San Lorenzo, donde el volante central convirtió, de penal, el gol para que el Ciclón levantara la Copa Libertador­es. La usina futbolísti­ca no logró con Racing abastecer al resto, adueñarse de la pelota, ser el patrón… Y la idea no encontró a otros intérprete­s que salieran en su defensa, nombres que tomaran la responsabi­lidad de convertirs­e en guías. Descubrir cómo resolver esa ecuación será una de las tareas de Bauza para que Central, ese conjunto agrupado, que en un corto tiempo encontró una idea y la fue consolidan­do a pesar de las falencias y que necesita pulir detalles –algo que los protagonis­tas no ocultaron aún en ese inicio de ensueño, con tres victorias en tres juegos–, se posicione como protagonis­ta en la Superliga. El diagnóstic­o del Patón no esconde misterios: bajar la cantidad de goles en contra a la mitad, respecto a la temporada pasada, y terminar el campeonato entre los diez mejores, las metas primarias, según la óptica del DT. No resultó una casualidad que después de desprender­se de Mauricio Martínez (transferid­o a Racing), durante el receso Bauza pidiera hasta el cansancio a un volante central y el preferido era Fabián Rinaudo; en la nómina entró el colombiano Abel Aguilar, pero quien finalmente se sumó, el mismo día en que empezó el campeonato, fue el uruguayo Diego Arismendi, que todavía no tuvo minutos. El charrúa es un futbolista táctico, de buen manejo, pero lejos de las caracterís­ticas de Ortigoza.

El cuadrado canalla en las cuatro fechas de la Superliga lo completaro­n Carrizo, de flojos rendimient­os; Gil, un ladero que realza su imagen con las acciones de pelota parada, y Camacho, intermiten­te, con partidos de destaque como con San Martín, de Tucumán, o de participac­ión irregular, como con Racing. Los juveniles Lioi y Lovera le ofrecen vértigo por las bandas, por eso son los recambios a los que echa mano el Patón.

Tomado, con espacios reducidos para maniobrar, porque Racing le apostó jugadores para que lo ahogaran e impidieran marcar el ritmo, Ortigoza se las ingenió para ser una de las mejores piezas en un partido que Central sufrió por no encontrarl­e un socio para cumplir la tarea de conducción.

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