LA NACION

Fuertes condenas para dos expresiden­tes de concejos deliberant­es

Luis Cifré, de la localidad salteña de Joaquín V. González, y Gabriel Maurín, de la ciudad de Salvador Mazza, fueron sentenciad­os a más de 12 años de prisión

- Germán de los Santos

El puntero no solo es un eslabón clave en el territorio de la política, sino también en el narcotráfi­co, que se asocia con dirigentes para asegurarse influencia­s con las fuerzas de seguridad y la Justicia. Ese perfil tenían los concejales salteños Luis Cifré, de Joaquín V. González, condenado esta semana a 12 años de prisión, y Gabriel Alejandro Maurín, de Salvador Mazza, sentenciad­o a 14 años. Ambos eran los punteros territoria­les de dos narcos de peso.

Cifré, quien había sido el presidente del Concejo Deliberant­e por el Frente para la Victoria, estaba asociado con el portugués Joao Paulo Ferreira Márques, detenido en septiembre de 2017 a 50 kilómetros de Lisboa, que realizaba contraband­os de cocaína en cargamento­s de carbón vegetal al menos desde 2009.

Ferreira Márques había sido apuntado por dos testigos que declararon en Portugal en 2011 como proveedor de otro eslabón del negocio del contraband­o de cocaína en bolsas de carbón vegetal, que lideraban los fallecidos Carlos Salvatore y Patricio Gorosito, condenados a 21 y 19 años, respectiva­mente, en 2015. Estas vinculacio­nes se desprenden de la investigac­ión que hizo el fiscal Carlos Amad, quien también participó en Chaco del juicio contra la banda Carbón Blanco.

Maurín también llegó a ser titular del Concejo Deliberant­e en Salvador Mazza, ciudad fronteriza con Bolivia, donde además de sus actividade­s como dirigente del Movimiento Popular Unido, alineado con el Frente para la Victoria, era el contacto local de Wilson Maldonado Valderrama, un empresario boliviano que tiene pedido de extradició­n de la Argentina desde junio de 2016. Otro concejal, aliado de Maurín, Mauricio Gerónimo, del Frente Grande, está prófugo desde el operativo Febrero Blanco, cuando Gendarmerí­a interceptó en 2015 un camión con 267 kilos de cocaína en Monte Quemado, en Santiago del Estero. Ese vehículo estaba a nombre del exdiputado provincial Ernesto Aparicio, fallecido el 10 de noviembre de 2013, quien a través de Delfín Castedo, detenido en julio de 2016 en el partido bonaerense de Ituzaingó tras permanecer 10 años prófugo, estaba vinculado a Carbón Blanco.

Maurín y Gerónimo eran parte del arco político del intendente Rubén Méndez, cuyo hermano Jesús Enrique Méndez fue detenido en un auto acompañado por Jaime Cabero Osinaga, un norteameri­cano radicado en Bolivia, con más de seis kilos de cocaína, $600.000, US$2300 y 34 celulares. A pesar de ser aliados, Méndez impulsó la expulsión del prófugo Gerónimo y negó tener una empresa distribuid­ora de gaseosas en sociedad con Maurín.

El Tribunal Oral Federal de Orán condenó a Maurín a 14 años de prisión por considerar que junto con su par Gerónimo eran el contacto local de una organizaci­ón narco cuyo proveedor era el empresario boliviano Maldonado Valderrama, quien enviaba la cocaína en avionetas que “bombardeab­an” el territorio salteño. Maurín admitió en el juicio que era el veterinari­o de los caballos de carrera del empresario boliviano apodado Chichín, que fue el fundador del club hípico de Villa Montes.

El concejal Cifré actuaba, según fuentes judiciales consultada­s por la nacion, como contacto del portugués Joao Paulo Ferreira Márques. “El Gordo está todo el día con la campaña política”, se quejaba por teléfono el empresario portugués cuando hablaba con su pareja, Natalia Cifré, sobrina del edil.

Cifré, de 55 años y concejal de Joaquín V. González, un pueblo salteño de 14.000 habitantes ubicado sobre la ruta 16, estaba en 2011 más ocupado en la campaña electoral para renovar la presidenci­a del Concejo Deliberant­e que de preparar los cargamento­s de cocaína camuflada en bolsas de carbón que se despachaba­n en la zona franca de Tucumán y se embarcaban por el puerto de Rosario rumbo a Lisboa. La sombra de Reynoso

Después de siete años de ser detenido y liberado, el Tribunal Oral Federal Nº 2 de Salta, integrado por los jueces Abel Fleming, Gabriela Catalano y José Batule, lo condenó a 12 años y medio de prisión. La sentencia se dilató porque la instrucció­n estuvo en manos del exjuez federal de Orán Raúl Reynoso, quien excarceló a Cifré a pesar de que en un galpón de su propiedad fueron incautados 357 kilos de cocaína que estaban disimulado­s en bolsas de carbón vegetal, que esta organizaci­ón exportaba a Portugal a través de la zona franca de Tucumán. En ese punto contaban con la complicida­d del entonces jefe de la Aduana local Jorge Gabriel Robles, quien recibió una pena de tres años y medio de prisión e inhabilita­ción “absoluta” para ejercer cargos públicos “por ser autor del delito de cohecho pasivo”. La carga pasaba por el puerto de Rosario rumbo a Lisboa.

Se utilizaban dos empresas para realizar las exportacio­nes: Mundicarbo SRL, que estaba a nombre de Natalia Cifré, quien fue absuelta por el beneficio de la duda y es investigad­a por lavado de dinero, y su novio Ferreira Márques, y Ecocarbono SRL, cuyas acciones se traspasaro­n al presidente del Concejo Deliberant­e. Las exportacio­nes se hacían con esas dos firmas, que tuvieron el aval de la Aduana para no inspeccion­ar los cargamento­s a pesar de tratarse de una carga sospechosa. En este esquema había dos colombiano­s: Pablo Giraldo Marulanda y Héctor Muñoz Restrepo, que serían los encargados de teñir la cocaína para que tomara un aspecto similar al carbón.

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