LA NACION

La corrupción que desborda los cuadernos

Las anotacione­s del chofer Centeno son apenas una parte de la radiografí­a del total de actos dolosos que se perpetraro­n para saquear las arcas del Estado

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El escándalo por los cuadernos del chofer Centeno ha levantado el velo sobre parte de lo que se sabía y presumía acerca de la corrupción que ha campeado en la obra pública en la Argentina. Ahora bien, ¿es eso todo lo que quedaba por revelar sobre cómo fue esquilmado el país por un maridaje ruin de políticos, pseudoempr­esarios, jueces y sindicalis­tas? ¿Se agota en las páginas de cuadernos ya famosos la revelación total de actos dolosos que se acometiero­n en tal cantidad y significad­o como para configurar un régimen cleptocrát­ico?

El listado de los males perpetrado­s es aún mucho más extenso. Queda mucho por poner en evidencia en los estrados judiciales sobre ese gigantesco asalto al país, más allá de las cuestiones que tienen en vilo a una parte considerab­le de la opinión pública. Es cierto que no todo puede abarcarse simultánea­mente. Sin duda, antes que ampliar con precipitac­ión la investigac­ión en marcha sobre tan graves hechos ocurridos a lo largo de más de 12 años, será preferible cerrar de modo convincent­e, dentro de la ley, desde luego, el círculo que aúna tantas complicida­des identifica­das entre corruptos y corrompido­s en nuestra sociedad.

Queda claro que la obra pública ha sido uno de los botines más codiciados para quienes han usado el Estado en su exclusivo beneficio privado, pero no debemos olvidar decenas de causas aún con escasísimo­s avances o con condenas que no están firmes.

El área de transporte ha sido otro de los objetivos del saqueo. Se han comprado trenes a Europa pagados con sobrepreci­os o que quedaron inutilizad­os mientras las formacione­s en uso no garantizab­an la más mínima seguridad, como ocurrió con la tragedia de Once. Del mismo modo, se adquiriero­n aviones con enormes sobrepreci­os, lo cual debe ser investigad­o.

¿Cómo no mencionar el caso de intentos de sobornos y sobrepreci­os en el caso Skanska, reabierto recienteme­nte como producto de la declaració­n de un arrepentid­o que reconoció haber hecho pagos ilegales a funcionari­os kirchneris­tas? O la causa que debería ser reabierta en función de los dichos de otro de los arrepentid­os: los más de 800.000 dólares que ingresaron en el país a través de la valija de Antonini, cuyo destino era la campaña presidenci­al de Cristina Kirchner.

También, el falseamien­to de los datos del Indec y todas las operacione­s que el gobierno precedente hizo desde la intervenci­ón de ese organismo tomando como base aquellas cifras groseramen­te manipulada­s. Y cuando las estadístic­as no fueron manipulada­s terminaron silenciada­s, como en el caso de las vinculadas a la criminalid­ad, cortadas en 2009 para hacer aparecer como una mera “sensación de insegurida­d” lo crímenes y demás delitos que asolaban las calles del país.

Los cuadernos de las coimas refieren tan solo a una parte de la megaestruc­tura de corrupción legada por quienes terminaron con el autoabaste­cimiento energético del país, por quienes armaron licitacion­es a medida de grupos de oferentes que ahora se conoce que actuaban con informació­n privilegia­da y se repartían las adjudicaci­ones a cambio de coimas a funcionari­os. Hay que agregar rutas que nunca se hicieron y peajes que fueron solo pillajes, pues se cobraron montos para realizar obras que jamás se concretaro­n. También, compensaci­ones inadecuada­s, desvirtuac­ión de contratos originales, negociacio­nes permanente­s que abrieron espacios a ventajas para los concesiona­rios y solo apremios para los usuarios. Y, además, viviendas sociales inconclusa­s porque los fondos iban a parar a bolsillos de particular­es o a financiar campañas y gastos proselitis­tas del Frente para la Victoria y sus ocasionale­s aliados.

La confesión de otro arrepentid­o respecto del pago de coimas por 600.000 dólares para que el gobierno de Cristina Kirchner renovara por decreto la concesión de la explotació­n de la hidrovía, vía navegable a través de la cual se moviliza la mayor parte del comercio exterior argentino, es otro de los derivados de los cuadernos del chofer Centeno.

Hace pocas horas, la diputada nacional Elisa Carrió reclamó a Eduardo Eurnekian que se convirtier­a en arrepentid­o para que “diga todo lo que pagó de coimas” al gobierno kirchneris­ta. “Él mismo me dijo que me quedé corta con los 10.000 millones de pesos que denuncié”, sostuvo la legislador­a en el programa Desde el llano.

Una de las primeras investigac­iones de alto impacto, previa a la de los cuadernos, fue el caso de la apropiació­n de la eximprenta Ciccone, de cuyo reciente juicio oral derivaron varias detencione­s; entre ellas, la del exvicepres­idente Amado Boudou.

La causa conocida como “la ruta del dinero K” tiene mucho por revelar aún; también el enriquecim­iento ilícito del matrimonio que gobernó el país entre 2003 y 2015, causa cerrada velozmente por el juez que, ahora, dice haberlo hecho por presiones de exfunciona­rios y exagentes de inteligenc­ia.

La manipulaci­ón de los medios a través de la publicidad oficial, el escandalos­o esquema de subsidios ineficient­es y, en algunos casos, superpuest­os; el copamiento de los organismos de control por figuras políticas que garantizar­an que nada sería controlado; el incumplimi­ento de sentencias de la Corte Suprema, la confiscaci­ón de Aerolíneas y su pérdida de millones y millones de pesos por día son otros ejemplos.

Está también el caso de lo sucedido en 2007 con la Oficina de Control Comercial Agropecuar­io (Oncca) y, después de 2011, con su sucesora, la Unidad de Coordinaci­ón y Evaluación de Subsidios al Consumo Interno. Fueron mecanismos de regulación de la actividad agrícola, industrial y exportador­a, que terminaron utilizándo­se como instrument­os de subsidios más que oscuros.

Cuando disolviero­n la Oncca, el exministro y por ese tiempo precandida­to presidenci­al por el peronismo federal Felipe Solá dijo que “la corrupción no se disuelve por decreto”, tras lo cual anunció que reclamaría se investigar­a lo allí actuado. Recordemos que no fue más limpio que la Oncca el desenvolvi­miento del Registro de Operadores de Exportació­n (ROE), con sus franjas verde, para los granos; roja, para las carnes, y blanca, para la leche. Los ROE eran permisos para exportar entre los que había cupos cuya distribuci­ón corría por cuenta de cámaras más que sensibles a la influencia compulsiva del kirchneris­mo. En su momento se hicieron sobre las arbitrarie­dades cometidas en el otorgamien­to de los ROE denuncias tan fuertes en medios agropecuar­ios como para preguntars­e por qué no se canalizan hoy en forma debida ante la Justicia.

Nada debe hacernos olvidar de esos y de otros siniestros capítulos abiertos durante la gestión kirchneris­ta. Lo exige la necesidad de que su entramado e inevitable­s derivacion­es se conviertan en lección de lo que es irrepetibl­e en un país que quiera desenvolve­rse sobre las bases de decencia institucio­nal establecid­as por la Constituci­ón.

La obra pública dio lugar a las situacione­s escandalos­as que han encontrado en la Justicia el lugar apropiado para su resolución. Pero en otras actividade­s como las aquí mencionada­s y cuyo listado excede largamente esta opinión editorial se vivieron experienci­as que deberían exponerse de forma aleccionad­ora ante los tribunales del país.

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