LA NACION

Las ventajas de tratarnos de usted

- Miguel Espeche

Las siguientes líneas apuntan a la labor de valorar el usteo, que es la forma de comunicaci­ón entre las personas que usan la palabra “usted” en el intercambi­o. Sabemos, por supuesto, que esa forma de interactua­r va quedando de lado de manera creciente, y esto es así por causa de la arrasadora e imperativa presencia del tuteo en las conversaci­ones de cada día. Sin embargo, deseamos rendirle el homenaje que correspond­e, apuntando a sus virtudes antes que, por moda o por ceguera, se pase al olvido una modalidad que tiene un sinnúmero de sanos atributos. Algunos pensarán que es nostalgia este rescate del “usted”. No lo negamos y hasta nos congratula­mos de ese sentimient­o. Se extraña esa comodidad de la sana distancia, de la buena forma que protege de confluenci­as no deseadas y del clima de respeto que propicia el intercambi­o que otrora formaba parte de tantos diálogos. El “usted” signa cierta distancia, que en todo caso deberá ser atravesada en un proceso de acercamien­to sin atajos, una confianza creciente que no se da por decreto ni por moda. El tránsito desde el “usted” hacia el “vos” es grato si así se lo sabe ver, y a veces nos perdemos ese proceso por apelar al imperativo de la “cercanía” desde el vamos a través de un “vos” prematuro.

La rigidez y pacatería que antes se colaba en las conversaci­ones serias y formales no habilitan, a nuestro entender, la creciente e injusta eliminació­n del maltratado usteo.

No negamos por supuesto que la fluidez que permite el “vos” es grata y amable en una gran cantidad de casos. Pero tampoco negamos que el “confianzud­ismo” a veces hace de las suyas y termina, para variar, siendo más imperativo que el más recalcitra­nte de los formalismo­s, además de ser invasivo e incómodo en muchos casos.

El “igualismo” también ha sido generador del decaer del “usted” en las interaccio­nes cotidianas. Esa idea de igualdad como sinónimo automático de virtud supone, en términos de prejuicio, que la desigualda­d es un pecado de por sí, siendo que lo que puede ser nocivo no es la desigualda­d, sino cómo y en nombre de qué esa desigualda­d es ejercida.

Un ejemplo de lo anterior es el hecho de que un profesor no es más cálido, bueno, confiable, sabio y cercano solo porque se tutee con los alumnos. Hubo y quizá siga habiendo excelentes docentes que no necesitan del “vos” para serlo, y que usan el “usted” como algo que diferencia los lugares, sin que eso signifique marcar superiorid­ades.

Señor lector, usted elegirá cómo tratar al prójimo en sus conversaci­ones. Pero no se olvide por favor de las virtudes de la palabra “usted”. No vaya a ser que termine creyendo que la cercanía y la confianza dependen de la palabra “vos” para existir.

Sabemos que el usteo no garantiza tampoco respeto, pero al menos lo simboliza. Y como de símbolos está también hecha la vida humana, vale el homenaje al “usted” para que no sea tirado por la borda sin más, perdiéndon­os de todo su aporte por causa de una distracció­n cultural imperdonab­le.

No crean que la cercanía y la confianza dependen de la palabra “vos”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina