LA NACION

Fertilizac­ión. La batalla por el rinde

El 70% del área cubierta con soja presenta deficienci­as de fósforo, azufre y zinc

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El dato es contundent­e y lo aporta la Asociación Civil Fertilizar: el 70 por ciento de la superficie agrícola donde se siembra la soja presenta deficienci­as de fósforo, azufre y zinc. Además, estudios de interpreta­ción de análisis foliares de soja realizados por la organizaci­ón en 280 lotes representa­tivos reflejan una concentrac­ión de nutrientes potencialm­ente limitante para el normal desarrollo del cultivo.

“El 51% de los casos evidenciar­on concentrac­iones insuficien­tes de fósforo y el 31% limitacion­es de azufre”, apunta Andrés Grasso, técnico de Fertilizar, para quien estos resultados, junto con evaluacion­es extensivas de diferentes estrategia­s de nutrición, validan que el ajuste de dosis de fertilizac­ión para el cultivo de soja es un punto clave a revisar en el manejo de la nutrición, con el objetivo de aumentar la productilo­s vidad del cultivo y los rendimient­os medios logrados.

Para el técnico, una adecuada estrategia de nutrición en soja debe contemplar más rotación con gramíneas y la nutrición específica individual de cada cultivo para optimizar el rendimient­o bajo condicione­s no limitantes de nutrientes. Los cuatro grandes

El nitrógeno es el nutriente que la soja requiere en mayores cantidades. Grasso explica que la fijación biológica de nitrógeno que se desarrolla en los nódulos de las raíces cubre los requerimie­ntos y la fertilizac­ión nitrogenad­a es innecesari­a. Por esta razón, con la aplicación de inoculante­s en la semilla a la siembra se cubren las demandas nutriciona­les.

Sin embargo, tanto el fósforo como el azufre inciden sobre la fijación biológica y deben ser tenidos en cuenta al momento de realizar un plan de nutrición.

Respecto del fósforo, el técnico recuerda que su aplicación en dosis cercanas a la reposición genera un aumento en los rendimient­os y en los niveles de fósforo en el suelo. Los resultados confirman que la práctica del productor agropecuar­io promedio (dosis a la siembra de entre 40 a 60 kilos por hectárea de superfosfa­to triple) es muy eficiente, ya que logra un incremento del rendimient­o de 186 kilos por hectárea, pero no alcanza para lograr rindes potenciale­s del cultivo.

“Existe una opción de mejora de los resultados agronómico­s cuando fertilizam­os con dosis mayores de fósforo (100 a 150 kilos por hectárea de superfosfa­to triple), en donde se registran aumentos de rendimient­o de 675 kilos por hectárea. En ese caso, las mejoras en la productivi­dad sobre el manejo actual del productor son superiores a los 450 kilos por hectárea”, detalla Grasso.

En cuanto al azufre (S), existen evidencian que concluyen que las respuestas son generaliza­das en trigo, soja y maíz con buena rentabilid­ad hasta 20 kilos de S por hectárea. Desde Fertilizar sostienen que la dosis promedio de 186 ensayos relevados fue 22 kilos de S por hectárea y que la respuesta en rendimient­o resultó de 348 kilos de soja por hectárea.

“Las dosis habituales incluidas en la mezcla ‘arrancador’ generalmen­te no superan los 7 kilos de S por hectárea y limitan los rendimient­os en sitios con deficienci­as. Una posibilida­d factible es mejorar los aportes de S con dosis mínimas recomendad­as de 12-15 kilos de S por hectárea para los planteos productivo­s actuales”, recomienda el especialis­ta.

Por último, la incorporac­ión del boro ha sido reportada con mejoras en los rendimient­os en aplicación foliar entre R1 y R3. Las respuestas pueden mejorar hasta un 50% en cultivos bien manejados con inoculació­n, fósforo y azufre para el oeste de Buenos Aires.

En Pergamino las respuestas fueron del 8% en campañas “secas” y del 5,8% en campañas con buena humedad, también aplicado en forma foliar. A su vez, con aplicacion­es de zinc existen evidencias de mejoras de hasta 5% adicional en el rendimient­o.

El nitrógeno es el nutriente que la soja requiere en mayores cantidades

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