LA NACION

“La ropa tiene que estar pensada para la forma en que vivimos”

Es argentina, se formó en París y representó al Instituto Marangoni en Londres. Se destaca por sus diseños fetichista­s y, a la vez, clásicos; apunta a lo funcional y es detallista

- Texto Silvina Vitale | Foto Gentileza Fabio Piemonte

¿Se puede hacer una colección clásica y a la vez experiment­al? Valentina Hoyos Castro lo logró y plasmó en sus diseños inspirados en “el fetichismo y en la aristocrac­ia conservado­ra”, dice desde París, donde reside desde hace siete años. Es argentina pero se formó en Francia en Historia del Arte, Arqueologí­a y luego en Diseño de Indumentar­ia en el Instituto Marangoni. Regresó a la Argentina para hacer una pasantía con Pablo Ramírez hace dos años y concluyó sus estudios con la presentaci­ón de su primera colección en el Palais de Tokyo, además representó a la sede parisina del Marangoni en Londres.

–Estudiaste Historia del Arte, ¿cómo llegaste al diseño de moda?

–Siempre supe que quería hacer diseño. Empecé a coser a los cuatro años. Recuerdo que de chica me habían regalado una máquina de coser y mi abuela, que cose de toda la vida, me enseñó. Diseñar ropa siempre fue algo natural en mí, le hacía ropa a mis muñecas o me hacía mis propios disfraces con ayuda de mi abuela.

–¿Por qué te fuiste a Francia?

–Cuando terminé el secundario decidí que quería venir a estudiar a Francia, la cuna de la moda, pero no estaba segura de querer estudiar solamente diseño porque la carrera de Diseño de Indumentar­ia es bastante corta acá, son tres años y me parecía poco. me interesaba formar me, tener una base de cultura, y entonces estudié historia del Arte y Arqueologí­a. Cuando terminé me anoté en el Instituto Marangoni.

–Y con todo ese bagaje terminaste por presentar tu primera colección en Londres.

–Marangoni tiene tres escuelas principale­s, una en Milán, otra en Londres y la de París. En cada una eligen al diseñador del año y después compiten los tres en Londres en la final.

–Fuiste la elegida para representa­r la sede de París.

–Sí, y para mí significó la conclusión de todos estos años en los que vengo preparándo­me como diseñador a. fue mi primera colección completa, primero la había presentado en el Palais de Tokyo, donde se hizo la muestra de alumnos del instituto y luego me eligieron para participar de este concurso que tuvo lugar en Londres. No me lo esperaba, me sorprendió y sentí que era una validación a mi trabajo.

–¿Cómo resultó la experienci­a?

–Fue muy bueno conocer a los otros competidor­es, porque cada ciudad tiene su estilo. En París diseñamos distinto a Londres o Milán.

–¿Qué los diferencia?

–París tiene un estilo más clásico porque la filosofía de la escuela parisina de Marangoni busca que la ropa sea elegante y ponible. En Milán o Londres son más experiment­ales.

–¿Te gusta experiment­ar?

–Me gusta experiment­ar y también presentar innovacion­es con piezas clásicas; los dos estilos.

–¿Cómo?

–Mi idea es tomar cosas más experiment­ales y darles una vuelta para que resulten ponibles. El objetivo es que los diseños se puedan usar, que no sean demasiado extravagan­tes. Me interesa que mis prendas se usen y me resulta todavía más interesant­e ver la forma en que la gente usa mi ropa, cómo otras personas toman mis diseños y arman una historia totalmente distinta a la que pensé.

–¿Qué historia contás?

–En esta colección tomé como referentes a las mujeres argentinas y parisinas. Me inspiré en el movimiento cultural llamado Pony play, que representa a personas que realizan un juego de rol es sexuales donde una persona es el caballo y la otra, el domador.

Siempre me pareció visualment­e interesant­e. Y me di cuenta de que me interesaba porque cuando vivía en Buenos Aires siempre estuve vinculada con gente que hacía equitación o polo. En la Argentina, está ligado a lo aristocrát­ico, puritano, diría, y conservado­r, y me intereso combinarlo conla mirada super fetichista y mur loca que propone el Pony play. Y cuento la historia de una mujer que tiene una vida tradiciona­l pero que en su intimidad tiene un costado más desinhibid­o.

–Lo osado y lo tradiciona­l conviven.

–Claro. En mi primera colección, la intención fue mostrar cierta desinhibic­ión fetichista en lo clásico, en ropa que una mujer se puede poner a diario.

–¿Te referís a la parisina?

–Sí, en mi trabajo aparece en la silueta y los materiales. Una de las piezas principale­s de mi propuesta es un saco de látex que tiene un arnés con ballenas abajo; tiene un poco la forma de un saco Dior, clásico pero a la vez muy fetichista porque está hecho de látex rosa. Se asemeja un poco a los uniformes de equitación victoriano­s que tenían una forma evasé después de la cintura; es muy al cuerpo, porque quería dar la ilusión de curvas, sobre todo porque las modelos parisinas son muy flacas y era una forma de resaltar el cuerpo femenino, para que aparezca sexy de manera sutil.

–¿Con qué materiales trabajás?

–Mucho látex, un poco traslúcido, que lo usé para hacer un saco, una blusa en la que la idea era tratar el látex casi como si fuese una seda y alpargatas. Como contraste usé mucha lana que traje de Buenos Aires. La paleta es en rosa, mucho nude, y después gris y tonos gris verdoso. Quería colores atenuados, porque cuando uno piensa en ropa fetichista de látex se la imagina roja o negra, y quería usar colores que salieran de esa significac­ión.

–¿Qué tipologías proponés?

–Hay vestidos al cuerpo en tejido de punto, pantalones de montar, que son un poco más amplios en la cadera y más ajustados de la rodilla para abajo, sacos y blusas.

–¿Te sentís parisina o argentina?

–Me siento argentina, pero estoy influencia­da por Francia también.

–¿Cómo es para una argentina diseñar en París?

–Los franceses tienen una idea bastante cliché de cómo somos las latinoamer­icanas. A la argentina no la tienen muy presente, la consideran una latina. Los franceses esperan otra cosa de una diseñadora argentina; parten del prejuicio de que su estilo es muy sexy, con mucho color y flores.

–¿Se sorprenden?

–Sí, no se esperan algo como lo mío; cuando les comenté que quería hacer una colección basada en el fetichismo me miraron sorprendid­os.

–¿Las argentinas se parecen a las parisinas?

–Tienen en común que no se arreglan tanto, las dos son bastante naturales, más casuales. Las parisinas tienen una elegancia tal que parece que se levantaron de la cama, se pusieron cualquier cosa y les quedó divino. Y en la realidad, se esfuerzan un montón y se arreglan, pero su idea es que todo ese esfuerzo no se vea. Se atan el pañuelo y parece que se lo ataran así nomás sin prestar atención, pero su manera de atarlo es la que les enseñó su mamá o abuela, la practicaro­n un montón, y así consiguen que les quede divino.

–Son sutiles, más que espontánea­s

–Sí, creía que las francesas no se maquillaba­n, pero lo hacen de una manera que no te das cuenta de que están maquillada­s y sí resulta muy sutil. Asi son, les gusta esa elegancia muy fina y pensada pero que no se note que hay un trabajo detrás.

–¿Y cómo se diferencia­n?

–Las argentinas se animan a más a la hora de vestirse.

–¿Vas a crear tu marca?

–Estoy armando una marca con mi amigo franco-colombiano Nathan Geldwerth, y esperamos poder lanzarla el año que viene. Vamos a crear moda funcional. La ropa no está pensada para la vida actual; sus detalles no son funcionale­s.

–¿Cómo cuáles?

–Como los bolsillos de adelante cosidos en los jeans son de decoración y cuando te los ponés, sentís que te falta algo; o los slim que no podes poner nada en los bolsillos. Uno de mis trabajos en la Universida­d fue sobre el bolsillo como símbolo feminista. Creo que a veces tiene más poder ponerle un bolsillo a la ropa que escribir la palabra feminista en una remera.

–¿Por qué?

–La ropa de hombre tiene bolsillo, la mayoría guarda todo en los bolsillos del saco o del pantalón, y las mujeres tenemos que ir con una cartera. Puede ser porque llevamos más cosas pero también porque no tenemos dónde ponerlas, y eso me parece injusto. Estamos en 2018 y todavía las mujeres tenemos que estar comprando algo extra para poder llevar nuestras cosas. La ropa tiene que estar pensada para la forma en que vivimos hoy y para lo que necesitamo­s.

–¿Te gustaría que tu marca tuviera algo de Argentina?

–Me gustaría incluir fibras naturales de la Argentina, que a los franceses les gustan mucho y les dan mucho valor. Además, me encantaría poder mandar a hacer piezas allá, para tener ese savoir faire artesanal, único de las manos argentinas.

Inspirada en el movimiento Pony play, experiment­a con látex

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