A puro skate en la villa 31
Una empresa aprovechará la pista construida como parte del proyecto de urbanización y aportará los profesores; en marzo, a pocos metros del lugar, fueron hallados tres cuerpos calcinados en un hecho con sello del narcotráfico
Como parte del plan de urbanización, inauguran una pista.
Hace seis años, cuando Agustín Flores sintió curiosidad por el skate y le pidió a su padre que le regalara una tabla, con algunos de sus amigos de la villa 31 andaban por las calles de tierra o por las canchas de fútbol mientras los grandes no jugaban. “Pero nos echaban siempre. ‘Salgan de acá’, nos gritaban. Entonces nos íbamos a Puerto Madero o a la plaza del barrio Güemes acá en la villa”, cuenta, mientras observa las acrobacias de dos skaters para tratar de copiarlas después. Ellos dos se convertirán pronto en sus profesores, y de todos aquellos vecinos que sientan interés por este deporte.
El ruido de las ruedas contra el hormigón, que marca el recorrido de las tablas, se interrumpe por unos segundos. Y enseguida se transforma en un chasquido que provoca el golpe de la madera contra el caño que rodea a la pista, construida en medio de la manzana 99 del barrio San Martín. Los más pequeños, que hace un rato pateaban una pelota gastada, quedan hipnotizados y quieren subirse a la tabla. Algunos lo intentan y, como quien da sus primeros pasos, instintivamente logran mantenerse erguidos y avanzar unos metros.
Esta olla (o bowl) será el escenario, desde el próximo sábado, de las clases a cargo de skaters amateurs y profesionales que aportarán sus conocimientos y experiencias para guiar a quienes se interesen por la actividad. La iniciativa corre a cargo de Vans Argentina que usará la infraestructura construida por la Secretaría de Integración Social y Urbana de la Ciudad. Esta acción conjunta, con mayor injerencia de la empresa privada, se encuadra en la transformación que vive el barrio y en el lento, pero sostenido, proceso de urbanización.
En marzo, a pocas cuadras de ahí, una tragedia macabra sacudió a los vecinos cuando fueron hallados tres cuerpos carbonizados dentro de un carro de cartonero. El paredón que separa la villa de las vías del ferrocarril, frente a la casilla 80 de la manzana 103, fue el escenario de un hecho con presunto sello narco, en uno de los puntos más calientes de la 31. La noticia hoy pasa por otro lado, con la llegada de un deporte integrador a esa misma zona.
Franco Morales intenta una maniobra más en la olla. Este skater de 24 años busca dar el salto profesional. Por esa razón dejó su Mar del Plata natal y desde hace dos meses reside en Buenos Aires. “Pasé de andar
al lado del mar a andar en la 31. Es una experiencia nueva para mí, y para los chicos será una posibilidad de acercarse al skate. Que tengan una pista cerca es alucinante”, dice.
Morales será uno de los profesores que todos los sábados dará clases en la villa 31. El bowl tiene 13 metros de largo y nueve de ancho, con una profundidad de entre 1,4 y 1,8 metros. Está construido con hormigón y ladrillos de hormigón. Aunque es más chico que el skatepark inaugurado en diciembre en el parque Tres de Febrero, en Palermo, sus dimensiones alcanzan para aprender las nociones básicas del deporte y desarrollar las técnicas.
“Los chicos se prendieron bastante cuando arrancó la moda, pero después se fueron bajando. Quedamos unos 20 en el barrio, cada uno aprendiendo por su cuenta porque acá se fomentan otros deportes como el fútbol, básquet o hockey, pero nunca el skate”, cuenta Flores, que se enganchó con la actividad a los 13 años, después de ver la película El sorprendente Hombre Araña.
El skate en la Argentina no es tan popular como en otros países y solo algunos pocos se convierten en profesionales. Para hacerlo deben viajar a Europa o Estados Unidos donde se realizan las competencias más importantes, con jugosas sumas de dinero en premios. Sin embargo, es una actividad que va ganándose su espacio, las marcas están apostando cada vez más a su difusión y se suman más lugares para practicarla. Además del
bowl del parque Tres de Febrero, en la ciudad hay otros escenarios disponibles. El Parque extremo de Costanera Norte y los skatepark de la plaza Haití (avenida Dorrego 3601) y Villa Lugano (Soldado de la Frontera 5166) son los más completos.
“Es surrealista poder andar acá, en una olla tan bien hecha. El entorno es diferente a lo que se ve en otras pistas, por lo general están en barrios con plata, pero el skate se practica en la calle y es bienvenido en cualquier entorno”, resume Harrison Williams, oriundo de Seattle, Estados Unidos, y miembro del equipo Vans. Él también se sumará como profesor.
“Afuera la gente dice: ‘Pisás la villa y te quedás sin zapatillas’, pero acá se vive como en cualquier lado, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Como en otros barrios”, dice Flores, y agarra la tabla para seguir probando las dimensiones del bowl. A su alrededor, lo miran varios chiquitos, que siguen debatiéndose entre la pelota de fútbol o la tabla. Quizás entre ellos esté el próximo campeón.