La vida detrás de la tragedia
★★★ buena. dramaturgia: Leonel Giacometto y Alejandro Viola. intérpretes: Sandra Grandinetti, Elvira Massa y Junior Pisanú. vestuario: Alejandro Viola. escenografía: Alejandro Granado. iluminación: Leandra Rodríguez. sonido: Fernando Sanz. asistencia de dirección: Julián Rodríguez. dirección: Alejandro Viola. sala: Patio de Actores, Lerma 568. funciones: domingos, a las 17. duración: 60 minutos.
La emoción de un final que levanta a más de uno de la butaca para aplaudir con un nudo en la garganta. A varios la identificación les pegará un mazazo en el medio de sus propias vidas; para otros, será aquella infancia, los ruidos del conurbano, el no retorno y la siempre presente posibilidad de que en cualquier rincón perdido puede suceder lo extraordinario, una marca trágica, un toque de épica, algo que nos acerque a una razón para luchar.
La localidad de Monte Chingolo, partido de Lanús, no habría pasado a la historia si no fuera por ese 23 de diciembre de 1975 en que el Ejército Revolucionario del Pueblo atacó el batallón de arsenales del Ejército Domingo Viejo Bueno, acción derrotada debido a la información de un infiltrado y que terminó con casi cien muertos por el lado del ERP (unos 30 asesinados después de rendirse), alrededor de diez de las fuerzas de seguridad y 40 civiles. A pocas cuadras del foco, un nene llamado Alejandro Viola nunca olvidará esa víspera de Navidad. Tan distinta y tan ignorada que mucho más tarde, después de su carrera de actor, cantante y director de Los Amados, quiso dar visibilidad a esa experiencia. Y lo hizo con el apoyo de un autor estudioso del peronismo como Leonel Giacometto, y parado desde la mirada de aquellos “que la ven pasar”, dos mujeres trabajadoras, una maestra y una enfermera, sin protagonismos ni militancias, dos seres comunes que acataron la regla de cumplir y esperar.
La obra tiene una estructura tradicional, bien costumbrista, donde vemos a dos hermanas a poco de jubilarse que, sin marido ni hijos, comparten la casa y las tareas domésticas. Preparan la Nochebuena mientras la perra atada ladra y la cloaca pide a gritos un destapador. Amalia, radical y sarmientina (Sandra Grandinetti), y Meri, peronista y madre frustrada (Elvira Massa), son sorprendidas por la llegada de Horacio (Junior Pisanú), un muy joven guerrillero que, con un disparo en el estómago, logra escapar. Aunque discutan y se opongan, no hay “grieta” entre estos personajes: todos padecen lo mismo, aunque lo enfrenten de diferente manera.
Nominada a cuatro premios ACE (obra argentina, dirección en teatro alternativo, actriz –Elvira Massa– y revelación masculina –Junior Pisanú–), además de sacar el velo al hecho histórico, Monte Chingolo representa en su pequeña gran anécdota a nuestra clase media malherida de esperanzas rotas, nunca saldadas.
Innecesario el pantallazo de notas periodísticas en la pared que no suman nada a la portentosa última escena.