Una novela sobre el cacique Calfucurá
Extrañamente conocido por su temprana amistad con el tándem que formaban Bioy Casares y Silvina Ocampo, Jorge Torres Zavaleta (Buenos Aires, 1951) es autor de larga trayectoria, y si hay un signo que define su escritura es el de la justeza, la sobriedad, un estilo que muchas veces desembarca incluso en lo poético sin malabarismos ni costuras a la vista.
Esos rasgos persisten en El malón grande, aunque no sin disonancias. El “malón grande” al que alude el título es la rebelión –luego de tiempos de relativa paz entre criollos e indios– que el gran cacique mapuche Juan Calfucurá prepara junto a otros jefes algo más reticentes para invadir Buenos Aires y echar de una vez por todas al hombre blanco de sus tierras. La novela se centra en las idas y vueltas entre los jefes, pero asimismo elige una perspectiva nueva a partir de la relación entre Calfucurá y un francés cautivo, del que no se conoce ni el nombre pero, sí, que ha estudiado mucho.
El mayor mérito de Torres Zavaleta es el de darle voz –verosímil, terrenal, nada sentenciosa– a un conjunto de personajes que se codean, para la mayoría de los lectores, con el mito; es decir, con una imagen lejana y grandilocuente. Sin embargo, los diversos y logrados modos de la oralidad que atraviesan el texto resultan por momentos demasiado explicativos, en ocasiones contando una y otra vez lo que ya se ha contado. Esa desmesura explicativa, que los diálogos tornan más evidente, no hace más que subrayar el contraste con la escasa información que se tiene de la mayoría de sus protagonistas, como si fuesen poco más que la circunstancia que los convoca a la ficción.