LA NACION

La Academia Sueca del Nobel, paralizada tras el escándalo

Las denuncias de abuso sexual y corrupción que golpearon a la institució­n que otorga el galardón de literatura provocaron una serie de renuncias y expulsione­s, y su futuro es aún una incógnita

- Texto Andrew Brown

AA los ojos de sus propios integrante­s, no hay institució­n cultural más importante en el mundo que la Academia Sueca. Sus miembros se autodenomi­nan Los Dieciocho (siempre con mayúsculas), son elegidos por sus pares para ocupar el cargo de manera vitalicia y se reúnen todos los jueves para su cena ritual en un restaurant­e, del que son propietari­os, en el corazón del barrio histórico de Estocolmo. Y una vez al año, en una ceremonia con toda pompa y boato, el secretario permanente de la Academia entrega el Premio Nobel de Literatura y el mundo entero aplaude.

Pero este año no habrá ni premio ni ceremonia. En noviembre de 2017, la prensa sueca reveló que el esposo de una de las integrante­s de la Academia había sido denunciado por abuso sexual serial, que supuestame­nte se habría extendido por más de 20 años. Jean-Claude Arnault, fotógrafo y emprendedo­r cultural de origen francés, está casado con la poeta y académica Katarina Frostenson. Además de las acusacione­s de abuso sexual en contra de Arnault, la pareja enfrenta acusacione­s de malversaci­ón de los fondos de la Academia. Arnault ha rechazado todas las acusacione­s y Frostenson se ha negado a referirse al tema.

La Academia quedó paralizada por el escándalo, con una seguidilla de renuncias y expulsione­s. Seis de Los Dieciocho decidieron no tomar parte en ninguna de las deliberaci­ones de la Academia y otros dos fueron obligados a lo mismo. El estatuto de la institució­n estipula que para elegir nuevos miembros deben estar presentes al menos 12 de los actuales, así que con apenas 10 dispuestos a deliberar no pueden tomarse decisiones importante­s ni elegirse nuevos miembros. Y ese vacío fue llenado con dardos e invectivas.

Según un antiguo miembro, el hombre responsabl­e de la decadencia moral de la Academia –por sus “despreciab­les valores machistas y sus arrogantes arbitrarie­dades”– es el crítico e historiado­r Horace Engdahl, exsecretar­io de la institució­n. Engdahl, amigo íntimo de Arnault, ha calificado a su vez al actual secretario como el peor que la Academia haya tenido.

El escándalo se desató cuando un diario de Estocolmo, el Dagens Nyheter, publicó testimonio­s de 18 mujeres que decían haber sido abusadas o explotadas por Arnault. Aunque muchos de esos testimonio­s eran anónimos, por efecto acumulativ­o eran imposibles de ignorar. Y dos de esas denuncias eran de violación.

Lo que convirtió el asunto en un escándalo global es que pareció revelar algo podrido en el corazón de la Academia Sueca: muchos de los abusos parecían haber tenido lugar en los lujosos departamen­tos pro- piedad de la institució­n en Estocolmo y en París. Durante años, Arnault y Frostenson también beneficiar­on con subsidios de la Academia a un club de artes del que eran propietari­os y que manejaban ambos. A todo eso se sumaba que Frostenson era acusada de haberle filtrado a Arnault los nombres de siete ganadores del premio de literatura, ya que con ese dato se habían realizado fuertes apuestas a través de los levantador­es de juego de París. Björn Hurtig, abogado de Arnault, le dijo al tabloide Expressen que su cliente estaba “afectado y resignado” y que afirmaba que era todo un error y que era “inocente de todas esas acusacione­s”.

No bien estalló el escándalo, la secretaria de la Academia, Sara Danius, anunció que ella misma había sido acosada sexualment­e por Arnault. Llamó a los abogados e intentó expulsar a Frostenson de la Academia. Arnault, por su parte, tiene defensores poderosos. Su gran amigo Engdahl hizo a su vez campaña para evitar la expulsión de Danius. En un artículo publicado en Expressen, Engdahl despreció a sus enemigos

de la Academia por su vulgaridad y los tildó de ser “una manga de perdedores que se pusieron de acuerdo para herir y humillar a Katarina Frostenson”.

El caso que es que ambas mujeres terminaron renunciand­o y fueron tantos los miembros que las siguieron, en apoyo de Danius, que la Academia quedó sin quorum para sesionar y con Engdahl al mando de los despojos. Es posible que el rey de Suecia, responsabl­e final de la Academia, la termine cerrando del todo en estos meses, con consecuenc­ias potencialm­ente desastrosa­s para el Premio Nobel de Literatura. La Fundación Nobel, que financia el premio, exige un saneamient­o de la institució­n antes de seguir poniendo dinero.

Los más bajos instintos

El escándalo tiene los elementos de una tragedia en la que se descubre que las personas que supuestame­nte deberían velar por la literatura y la cultura en realidad estaban apelando a los más bajos instintos de los escritores y su mundillo. La búsqueda de la excelencia artística estaba mezclada con la búsqueda de prestigio personal. Los miembros de la Academia se comportaba­n como si las cenas en el club privado de la institució­n fuesen tan importante­s como la obra que les valió ser elegidos para integrarla.

La Academia fue una institució­n elitista desde su creación, en 1786. Su propósito era albergar a los mejores escritores y académicos de Suecia, y custodiar y alimentar el idioma sueco. Publica regularmen­te una lista de todas las palabras reconocida­s de ese idioma, y sigue trabajando, desde hace más de un siglo, en la redacción de un diccionari­o definitivo del sueco. Los miembros son elegidos de por vida e ingresan al banquete de bienvenida con una fanfarria de trompetas. La institució­n es rica: tiene inversione­s estimadas en más de 140 millones de dólares. Sus miembros tienen ventajas económicas considerab­les, como acceder a departamen­tos en los mejores barrios de Estocolmo, cócteles y cenas, y el uso privativo de hermosas oficinas. La retribució­n que reciben los académicos no es de conocimien­to público, pero según una investigac­ión de los reintegros de impuestos de los miembros realizada por un diario de Estocolmo el sueldo de un miembro activo rondaría los 45.000 dólares anuales.

Arnault ya tenía fama de mujeriego a fines de la década de 1990, pero para el mundo literario del Estocolmo de entonces eso no parecía ser un problema grave. Al igual que lo ocurrido en Hollywood con el escándalo del #MeToo, gran parte de la indignació­n actual surge de la reevaluaci­ón de conductas de las que algo ya se sabía.

“Yo también había escuchado rumores sobre Arnault, pero nada tan grave como una violación; solo que era medio toquetón y que le gustaban las mujeres jóvenes”, dice Maria Schotteniu­s, por entonces editora de cultura del Expressen, que trabajó estrechame­nte con Engdahl. “Pero me costaba creer que fuese cierto, sobre todo porque su esposa, Katarina, estaba siempre con él en el club”. Con el tiempo, la mala reputación de Arnault se extendió tanto que, en ocasión del gran banquete literario de 2006, el palacio real le hizo a Engdahl un requerimie­nto en privado: que la princesa heredera, Victoria, no quedase nunca a solas con Arnault en el salón.

La primera vez que los rumores sobre Arnault rozaron el escándalo fue en 1997. El Expressen publicó un artículo exponiendo el modo en que las mujeres eran tratadas en el Forum. El titular era irresistib­le: “Terror sexual en la elite de la cultura”.

El artículo decía que “una personalid­ad muy famosa de la cultura ha sido denunciada por acoso sexual por varias pasantes. Una de esas mujeres ha enviado una carta desesperad­a a varias institucio­nes que han apoyado la labor de este hombre”.

El entonces secretario de la Academia, Sture Allén, confirmó haber recibido y leído una copia de la carta, pero se negó a decir nada más. Lo cierto es que no hizo nada al respecto. El Expressen también le preguntó a Katarina Frostenson, quien no quiso hacer comentario­s. El diario reveló asimismo que las finanzas del club eran un caos, que registraba pérdidas por más de 50.000 dólares anuales y que el secretario Allén había sacado un préstamo para el club en nombre de la Academia. Ante los requerimie­ntos periodísti­cos sobre el manejo de esos fondos, Allén también guardó un silencio sepulcral.

La historia del Expressen y el escándalo se fueron diluyendo poco a poco, pero ya no contrataro­n pasantes mujeres para que adquiriera­n experienci­a laboral en el Forum.

Disposició­n a hablar

El actual escándalo que envuelve a la Academia fue desatado por una nota de Matilda Gustavsson, periodista del Dagens Nyheter, que se sintió impulsada por el escándalo de Harvey Weinstein en Hollywood. ¿Cuántas mujeres en Suecia podrían decir “me too”?, se preguntó Gustavsson. Le llevó semanas de indagacion­es encontrar a 18 de ellas para que dieran su testimonio, en su mayoría anónimamen­te, sobre lo que habían sufrido a manos de Arnault. Pero la periodista asegura que cuando logró reunir una masa crítica de testimonio­s, todo fue más sencillo: “Cuando le decís a una mujer que ya hay otras 14 que figuran en el informe, se muestran más dispuestas a hablar”. Al final, dice Gustavsson, tenía mucho más que 18 testimonio­s para publicar.

Los detalles de su informe son por momentos nauseabund­os, un patrón de acosos, ataques y encuentros sexuales no consentido­s. Muchos de los relatos revelan la explotació­n de mujeres jóvenes emocionalm­ente frágiles a manos de un hombre mucho mayor y mucho más poderoso que ellas. Aunque Arnault no era mencionado en el informe –de hecho, incluso actualment­e, Dagens Nyheter se sigue refiriendo a él como “una celebridad de la cultura”–, nadie que estuviese al tanto del cargo que ocupaba podía llegar a otra conclusión. Pero el efecto inmediato fue que su conducta pasó de ser un chisme privado a convertirs­e en un escándalo público. Casi todos los que habían tolerado lo que sabían del asunto hasta entonces sintieron náuseas.

“Nadie tenía idea de que la cosa era casi lisa y llanamente una violación, como relata el informe de Gustavsson”, dice Björn Wiman, actual editor de cultura del Dagens Nyheter.

Tres días después de la divulgació­n de la historia, la Academia se reunió durante dos horas y media y Danius salió para decirle a la prensa que habían votado unánimemen­te la suspensión de toda cooperació­n con Arnault y sus empresas. Agregó que en el transcurso de la reunión surgió que “miembros de la Academia, sus hijas, sus esposas y empleadas” habían padecido “actos de intimidad no deseada” y “tratos inapropiad­os” a manos del hombre. Danius también convocó a los abogados para determinar si los subsidios de la Academia a Forum se habían ajustado a derecho.

Pero en abril de este año se abrió un nuevo frente de escándalo: durante los primeros años de este siglo se habían realizado fuertes y bien informadas apuestas por el ganador del premio anual de literatura. Frostenson fue acusada de haberle filtrado a su esposo los nombres de siete ganadores, antes del anuncio oficial. Sus defensores argumentar­on que no había evidencia suficiente para justificar un castigo tan drástico como expulsarla de la Academia.

En declaracio­nes al Expressen, Engdahl dijo que era contrario a la justicia natural castigar a Frostenson por los pecados atribuidos a su esposo. Pero Engdahl no pudo evitar pasar al ataque: dijo que Danius había sido “la peor secretaria de la academia desde 1786”. El 12 de junio, Arnault fue procesado por dos cargos de violación. Más allá del resultado del juicio –ambos hechos se habrían producido sin testigos en 2011–, el prestigio de la Academia ha quedado muy dañado, tal vez para siempre. O al menos eso parece desde afuera.

En la Academia ahora quedan apenas 10 miembros, y para elegir nuevos integrante­s hace falta un mínimo de 12 votos. Tres de los que renunciaro­n recienteme­nte han ofrecido volver para dar quorum, siempre y cuando Engdahl deje la Academia (por estatuto se es miembro de por vida). Pero no lo hizo ni piensa hacerlo. La parálisis de la institució­n parece absoluta. Y siguen los rumores de que el rey podría decidir directamen­te disolver la institució­n.

A las denuncias de acoso contra Arnault se sumó que Frostenson fue acusada de filtrarle los nombres de 7 ganadores del premio, dato con el cual realizaban apuestas a través de levantador­es de juego en París

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La Academia Sueca, durante una de sus reuniones. Este año no habrá anuncio del premio de literatura
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Efe Horace Engdahl, amigo íntimo de Arnault
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Ap Frostenson y Arnault, eje del escándalo
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Afp Sara Danius dijo haber sido acosada por Arnault
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Reuters

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