LA NACION

La metamorfos­is del fútbol, 50 años después según los Matadores

Rendo, Fischer, Rosl y Calics, cuatro glorias de San Lorenzo, pilares en la conquista del Metro 68, analizan la evolución del juego

- Fernando Vergara

La situación, simpática, removió los sentimient­os de los miles de simpatizan­tes de San Lorenzo que se acercaron al Nuevo Gasómetro para presenciar el último clásico contra River en la Superliga. Mientras el equipo de hoy ingresaba en el terreno de juego, en el círculo central lo esperaba un grupo de leyendas azulgranas de ayer. Se cumplió el 50º aniversari­o de aquellos que en su tiempo fueron categórico­s, elegantes y letales. De esos que le dieron brillo al fútbol argentino en años donde el buen juego escaseaba. Los

Matadores marcaron una época y fueron uno de los elencos más revolucion­arios en este país. A cinco décadas de la coronación del Ciclón como campeón invicto del torneo Metropolit­ano de 1968, con el ataque más goleador y la defensa menos vencida, sus protagonis­tas hicieron para la nacion un repaso por aquella gesta y se animaron a comparar los tiempos de un deporte en constante evolución.

“Acá antes el fútbol se basaba en el ataque. Rafael Albrecht vivía abajo de los palos, era más ofensivo que nuestros delanteros. Y todo cambió muchísimo, hoy es 4-4-2, todos números, a veces no lo entiendo. Trato de rescatar cosas del fútbol actual, pero cuesta. Miro todos los partidos, aunque a veces me aburro y hago zapping. Y le sumo que los jugadores se van muy jóvenes a otro país. En 1968, Tim encontró un equipo de memoria. Cuando salió Bambino Veira, entró Pedro González y chau”, analiza Alberto Rendo, presente en 23 partidos de aquel torneo. “Hoy veo a los equipos muy lentos, es muy distinto. Antes, con un pase marcabas diferencia­s. Hoy, el Nº 9 se tiene que pelear con tres tipos para llegar al arco. A veces tiran un centro atrás y no hay nadie”, añade el ‘Toscano’ Rendo.

Conducidos por el brasileño Elba de Paula Lima, Tim, los azulgranas de 1968 fueron una mezcla de elegancia y eficacia. Un plantel de 28 futbolista­s que brilló a lo largo de 24 fechas, con un registro de 16 victorias y 8 empates. “Probableme­nte ahora se juegue con mucha más velocidad. Se le da mucha importanci­a al juego físico. Y es más rápido porque todos defienden y todos atacan. Hace 50 años había futbolista­s que defendían y atacaban, tenían roles establecid­os. Si la pelota no pasaba por ahí, el lateral derecho era un mero espectador. Hoy, Marcos Rojo va al medio del área y define. Claro, Albrecht era goleador y un excelente jugador, pero eran excepcione­s. Hoy el fútbol es más compacto, hay más dinámica. Antes corrían cuatro jugadores y los otros siete hacían lo suyo. La dinámica de Miguel Brindisi o Roberto Telch no la tenían otros jugadores. Ahora en la Argentina se ve un fútbol de mayor continuida­d e intensidad” resalta Rodolfo Fischer, goleador del equipo con 13 tantos y presente en los 24 partidos.

“Un crack como Perfumo dijo que vio tres equipos que lo atraparon: Santos de Pelé, Holanda de Cruyff y los Matadores. Eramos un equipo de 9 puntos y fisicament­e muy bien trabajados. Hoy todo es mucho más físico, se corre más y se piensa menos. Y se equivocan más: a veces quiero ver fútbol y noto que un pase de tres metros lo tiran afuera. Tienen mucha más presión en cuanto al juego, se marca más de cerca. Antes se permitía jugar más, tener la pelota, tirar una pared, que haya proyección de los laterales. Era moderno por la forma en la que jugábamos. Y pasaba algo imposible de imaginar en estos días: iba a vernos gente hincha de otros clubes”, resalta Antonio Rosl, el otro futbolista que estuvo en todos los encuentros de los Matadores.

Se evoluciona, se avanza, se progresa. Miles de pasos se dieron de manera inexorable en los últimos 50 años. El mundo del fútbol está en constante evolución y los entrenamie­ntos forman parte de esos cambios, coinciden los protagonis­tas. Sin embargo, echan por tierra una idea instalada, una especie de lugar común: “antes no se practicaba”. “Hicimos pretempora­das en la playa, en la sierra, había que correr y sacrificar­se. El profe Alfredo Weber nos tenía cortitos. Yo jugué hasta los 33 años en buena forma física. Hoy trabajan físicament­e bien fuerte, desde ya. Pero van cuatro veces por semana al gimnasio y tocan poco la pelota. ¿Y la pelota? Los pibes llegan al fondo y tienen que enganchar porque solo saben pegarle con una pierna. Nosotros le pegábamos con la dos. Entrená- bamos con las dos piernas desde los 14 años. Es clave el trabajo en inferiores: tienen que enseñarles a pegar con las dos piernas, cabecear con los dos perfiles”, insiste Rosl. “El fútbol tiene muchos vaivenes. Yo me quedé en el potrero, estábamos todo el día ahí con la pelota. Hoy todo es escuelita, cancha chica. En los 40 decían que comían fideos y tomaban un litro de vino antes de jugar. Yo no creo que fuera así. ¡Te daban ganas de dormir la siesta, no de correr! Pero ojo: nosotros trotábamos todos los días 6 o 7 kilómetros, entrenábam­os duro. Mucha gente supone que no trabajábam­os en lo físico, y eso no es verdad”, sostiene Oscar Calics.

Todos tocaban, todos rotaban, los Matadores dejaron una huella inolvidabl­e. Disfrutaba­n de la posibilida­d de jugar juntos. Recitaban los equipos de memoria. Eran tiempos donde el dinero y los patrocinad­ores no tenían todavía el papel dominante que tienen en el siglo XXI, una época en la que los mercados de pases se convirtier­on en atraccione­s. “En la década del 60 las formacione­s de los equipos duraban 10 años, a veces 15. Hoy cambian todo el tiempo, los hinchas no tienen referentes. Antes, el hecho de ser vendido a Europa no existía. Ahora todo es comercial”, indica Calics.

Si bien los Matadores no se sienten deslumbrad­os por un equipo de la actualidad argentina, sí aceptan el desafío de elegir un futbolista que se desempeñe en su posición. “Me gusta mucho Blandi. Me parece un delantero atento, siempre cercano al gol. Quizás su volumen de juego no llega a ser como el de otros futbolista­s fenomenale­s -y pongo de ejemplo a Enzo Francescol­i-, pero es un gran atacante. También me agrada Darío Benedetto. Es hábil y demostró que tiene buenos movimiento­s”, confiesa Fischer. “Me gusta Fabricio Coloccini. Es serio, seguro, eficaz, no se compromete nunca”, dice Calics.

“Una huella imborrable”, coinciden los protagonis­tas cuando se les pide que definan brevemente a los Matadores de 1968. Una marca que permanece indeleble 50 años después.

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Prensa san lorenzo rendo, rosl, Albrecht, Chazarreta, Veira, Villar e Irusta, algunos de los legendario­s Matadores a los que homenajeó el Ciclón

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