Hartazgo. El derrumbe del centro alimenta la polarización en Brasil
Las revelaciones del Lava Jato, la crisis y la agitación política de los últimos años empujaron al electorado hacia candidaturas más radicales, como las de Bolsonaro y Haddad
El matrimonio de Livia y Eduardo Esteves tiene casi la misma edad que la democracia brasileña. Se casaron en Río de Janeiro a fines de 1984, poco antes de la caída de la dictadura. Desde entonces viven en el acomodado barrio carioca de Leblon y, como parte de su entendimiento hogareño para encontrar posiciones en común, votaron siempre –tras su creación en 1989– por el centrista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Siempre, hasta ahora…
Hoy, al igual que muchos tradicionales votantes “tucanos” –como se llama a los socialdemócratas–, los Esteves se sienten decepcionados por los manejos de los últimos años del PSDB y desilusionados por su actual candidato presidencial, Geraldo Alckmin, exgobernador de San Pablo. Al igual que otros cinco aspirantes de fuerzas del centro ideológico, Alckmin no logró despuntar en las encuestas de intención de voto para los comicios del 7 de octubre, que cada vez más se polarizaron entre el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), con 28% de apoyo, y el izquierdista exalcalde de San Pablo Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), con entre 16 y 19%, según los sondeos de esta semana.
¿Qué pasó con los votantes de centro que, al menos hasta ahora, no se alinearon lo suficiente detrás de un candidato para darle posibilidades de pasar a un ballottage, previsto para el 28 de octubre?
“Yo quedé muy asqueado con el apoyo que el PSDB le dio al gobierno del presidente Michel Temer, sobre todo después de las denuncias de corrupción en el escándalo del frigorífico JBS. Y encima luego surgieron las acusaciones de sobornos contra el expresidente del PSBD, el senador Aécio Neves [excandidato presidencial en 2014]. Creo que necesitamos un nuevo tipo de liderazgo, fuerte y decisivo, que limpie la política. Por eso voy a votar a Bolsonaro”, señaló a la nacion, sin dudarlo, el empresario Eduardo Esteves, de 61 años.
Su esposa, Livia, una médica de 60 años, aún no está totalmente decidida. “Tengo en claro que no quiero que vuelva el PT al poder, y mucho menos con la posibilidad de que Haddad libere a [el expresidente brasileño Luiz Inacio] Lula da Silva, con todo el dinero que robaron y el desastre económico en el que terminó el gobierno de Dilma Rousseff. Alckmin es demasiado débil. No sé si es la persona correcta para este momento. Bolsonaro tiene un buen asesor económico, liberal, y tal vez pueda poner freno a la inseguridad, pero me preocupan sus posturas en contra de las mujeres, los homosexuales y los negros”, explicó entre sorbos de café en una confitería sobre la avenida Ataulfo de Paiva.
Los números de las últimas encuestas muestran que el centro ideológico de la política brasileña está en proceso de desintegración. Muchos de sus votantes tradicionales se ven hoy más seducidos por Bolsonaro, hacia la derecha, que por Alckmin, João Amoedo (Novo), Alvaro Dias (Podemos) y Henrique Meirelles (Movimiento Democrático Brasileño), o por Haddad, hacia la izquierda, más que por Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista) y Marina Silva (Red Sustentabilidad).
La polarización centro derechaizquierda ha dominado la política brasileña desde la redemocratizaTexto ción en 1985, y se consolidó con el clásico duelo PSDB-PT; pero en estos comicios adquirió una dinámica mucho más centrífuga. Para Thomaz Favaro, analista jefe de Brasil en la consultora global de gestión de riesgo Control Risks, los dramáticos acontecimientos de los últimos cinco años incidieron en esa desbandada hacia los extremos: las masivas protestas de 2013, las revelaciones de corrupción de la operación Lava Jato a partir de 2014, la crisis económica de 2015 y 2016, el impeachment de Dilma, en agosto de 2016, el impopular gobierno de Temer, y el encarcelamiento de Lula en abril pasado.
“Mientras el impeachment y la prisión de Lula llevaron al PT más hacia la izquierda, el PSDB perdió liderazgo por su rol secundario en las manifestaciones de 2013 y a favor del juicio político, y luego por apoyar al gobierno de Temer a pesar de las denuncias de corrupción. Eso abrió espacio para el surgimiento de una figura más a la derecha, como Bolsonaro”, indicó Favaro.
Divisiones
Ya de cara a los próximos comicios, el centro se fragmentó por completo. Desde la centroizquierda, Gomes y Silva intentaron cuestionar el control de Lula y del PT de las fuerzas de izquierda y atraerlas hacia ellos, hasta ahora sin mucho éxito. Y la centroderecha se pulverizó en las candidaturas de Alckmin, Amoedo, Dias y Meirelles.
“La desintegración del centro llevó a varios candidatos débiles y moderados en un país muy dividido entre petistas y antipetistas, en el que impera un sentimiento de indignación hacia la clase política por las revelaciones de corrupción, y la gente votará con rabia, no de manera racional”, apuntó Ricardo Ismael, profesor de Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro.
Para el académico, el fracaso del gobierno de Temer en lograr una conciliación nacional luego de la destitución de Dilma llevó a que el PT se fortaleciera con su narrativa de victimización ante una supuesta “persecución política” tras la detención de Lula.
“Luego, las denuncias de sobornos contra figuras del PSDB desgastaron al partido y debilitaron la candidatura de Alckmin, que podría haber surgido como la más fuerte dentro del centro, mientras que Bolsonaro se robusteció con la idea de que no ha sido salpicado por acusaciones de corrupción”, destacó Ismael.
Según el director de la encuestadora Datafolha, Mauro Paulino, otro elemento que favorece a Bolsonaro frente a los candidatos de centro es la firmeza de su discurso. “En un contexto de mucha desesperanza y miedos –por salir a la calle y ser víctima de la inseguridad, o por perder el empleo por la inestabilidad económica–, Bolsonaro promete soluciones simples que atraen a la gente aunque no tengan mucha sustancia. Lo importante es que las expresa con tenacidad”, subrayó Paulino, que de todas maneras advirtió que la clara polarización registrada en los más recientes sondeos puede modificarse.
“Muchos electores tradicionales de centro expresan que no están totalmente decididos en su voto y que podrían cambiarlo en las próximas dos semanas. Los resultados de las últimas encuestas pueden generar un shock y alterar el escenario justo antes del día de votación”, advirtió el especialista.