LA NACION

La lucha contra el narco en Santa Fe

- Antonio Bonfatti Exgobernad­or de Santa Fe Presidente del Partido Socialista

Hoy se cumplen cinco años del atentado a balazos perpetrado contra mi casa en Rosario mientras estaba con mi compañera, durante el ejercicio de mi condición de gobernador de Santa Fe. Esa noche, 4 desconocid­os a bordo de 2 motociclet­as efectuaron al menos 20 disparos sobre la fachada de mi vivienda, varios de los cuales ingresaron por los vidrios a los ambientes donde nos encontrába­mos. Mi casa no estaba custodiada por una decisión personal: nunca en más de 40 años de vida política, incluso habiendo sido detenido en la última dictadura, había necesitado protección especial para mí o para mis seres queridos.

Aquel hecho alteró definitiva­mente nuestros hábitos familiares. Nunca más pudimos volver a desarrolla­r nuestras actividade­s con la serenidad con la que solíamos hacerlo ni volver a vivir sin custodia. Nunca más volvimos a vivir en plena libertad. Los balazos implicaron un mensaje mafioso para toda la dirigencia política santafesin­a decente, emitido por quienes intentaban advertirno­s sobre los riesgos de darle continuida­d a un proceso que desarrolla­mos en mi gobierno y que concluyó con una sentencia inédita y ejemplar contra organizaci­ones delictivas.

Aquello fue uno de los hechos de violencia política más graves de nuestra historia democrátic­a. Y sin embargo significó para nosotros un calvario que se fue multiplica­ndo por la especulaci­ón y el aprovecham­iento sectorial. Tras el arresto de un sospechoso, acusado entre otros delitos de haber sido partícipe del ataque, la Justicia me pidió que identifica­ra al detenido. Me resultó imposible reconocer a nadie, ya que mientras se efectuó el ataque yo me encontraba junto a mi mujer en el living viendo televisión y solo atinamos a tirarnos al suelo.

Fuimos acusados falsamente por algunos dirigentes opositoqui­enes res y medios que señalaron que aquella imposibili­dad de identifica­ción implicaba el desistimie­nto de la acción de persecució­n a los culpables.

Entonces, no solo fuimos víctimas de un atentado, sino que recibimos una serie de imputacion­es públicas y manipulaci­ones políticas que nos puso de manera infundada bajo el foco de la sospecha. Se instaló la infamia del “narcosocia­lismo”, y algunos legislador­es asociaron aquella balacera con un presunto vínculo de nuestro gobierno con el narcotráfi­co.

Fuimos objeto de una campaña ruin que comenzó en los albores del gobierno de Hermes Binner, estigmatiz­ando a la ciudad de Rosario, que se acentúo durante mi gestión, y que continúa de manera sistemátic­a, a través de las redes sociales, durante el mandato de Miguel Lifschitz, desconocie­ndo la escala internacio­nal de este flagelo. Somos consciente­s de las razones de esa incomodida­d en se empecinaro­n en descalific­ar nuestras gestiones con mentiras. En 11 años de conducción del Frente Progresist­a en Santa Fe, con tres gobernador­es socialista­s, somos responsabl­es del mayor programa de inversión de la historia de la provincia en materia de salud, educación e infraestru­ctura. Y no hay un socialista que se haya enriquecid­o tras pasar por la gestión pública.

A cinco años de aquella noche que cambió la vida de mi familia y la mía para siempre, muchos funcionari­os judiciales, de seguridad y políticos de nuestra provincia siguen sufriendo hoy los ataques de grupos delictivos que no se resignan al avance que hemos conseguido en la lucha, muchas veces solitaria, contra el delito organizado. Fuimos víctimas, y otros lo siguen siendo en Santa Fe, por combatir y perseguir al narcotráfi­co.

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