La lucha contra el narco en Santa Fe
Hoy se cumplen cinco años del atentado a balazos perpetrado contra mi casa en Rosario mientras estaba con mi compañera, durante el ejercicio de mi condición de gobernador de Santa Fe. Esa noche, 4 desconocidos a bordo de 2 motocicletas efectuaron al menos 20 disparos sobre la fachada de mi vivienda, varios de los cuales ingresaron por los vidrios a los ambientes donde nos encontrábamos. Mi casa no estaba custodiada por una decisión personal: nunca en más de 40 años de vida política, incluso habiendo sido detenido en la última dictadura, había necesitado protección especial para mí o para mis seres queridos.
Aquel hecho alteró definitivamente nuestros hábitos familiares. Nunca más pudimos volver a desarrollar nuestras actividades con la serenidad con la que solíamos hacerlo ni volver a vivir sin custodia. Nunca más volvimos a vivir en plena libertad. Los balazos implicaron un mensaje mafioso para toda la dirigencia política santafesina decente, emitido por quienes intentaban advertirnos sobre los riesgos de darle continuidad a un proceso que desarrollamos en mi gobierno y que concluyó con una sentencia inédita y ejemplar contra organizaciones delictivas.
Aquello fue uno de los hechos de violencia política más graves de nuestra historia democrática. Y sin embargo significó para nosotros un calvario que se fue multiplicando por la especulación y el aprovechamiento sectorial. Tras el arresto de un sospechoso, acusado entre otros delitos de haber sido partícipe del ataque, la Justicia me pidió que identificara al detenido. Me resultó imposible reconocer a nadie, ya que mientras se efectuó el ataque yo me encontraba junto a mi mujer en el living viendo televisión y solo atinamos a tirarnos al suelo.
Fuimos acusados falsamente por algunos dirigentes opositoquienes res y medios que señalaron que aquella imposibilidad de identificación implicaba el desistimiento de la acción de persecución a los culpables.
Entonces, no solo fuimos víctimas de un atentado, sino que recibimos una serie de imputaciones públicas y manipulaciones políticas que nos puso de manera infundada bajo el foco de la sospecha. Se instaló la infamia del “narcosocialismo”, y algunos legisladores asociaron aquella balacera con un presunto vínculo de nuestro gobierno con el narcotráfico.
Fuimos objeto de una campaña ruin que comenzó en los albores del gobierno de Hermes Binner, estigmatizando a la ciudad de Rosario, que se acentúo durante mi gestión, y que continúa de manera sistemática, a través de las redes sociales, durante el mandato de Miguel Lifschitz, desconociendo la escala internacional de este flagelo. Somos conscientes de las razones de esa incomodidad en se empecinaron en descalificar nuestras gestiones con mentiras. En 11 años de conducción del Frente Progresista en Santa Fe, con tres gobernadores socialistas, somos responsables del mayor programa de inversión de la historia de la provincia en materia de salud, educación e infraestructura. Y no hay un socialista que se haya enriquecido tras pasar por la gestión pública.
A cinco años de aquella noche que cambió la vida de mi familia y la mía para siempre, muchos funcionarios judiciales, de seguridad y políticos de nuestra provincia siguen sufriendo hoy los ataques de grupos delictivos que no se resignan al avance que hemos conseguido en la lucha, muchas veces solitaria, contra el delito organizado. Fuimos víctimas, y otros lo siguen siendo en Santa Fe, por combatir y perseguir al narcotráfico.