LA NACION

Música, arena y show: el beach handball llegó al corazón de los Juegos

Adoptado por el COI, el deporte es una de las atraccione­s de Parque Sarmiento gracias al vértigo y la adrenalina constantes

- Fernando Vergara

Cientos de chicos y chicas corren de un lado a otro. Suben y bajan de las tribunas tubulares, se escuchan gritos, festejos, la música suena con fuerza. Una locutora interactúa con los espectador­es, juega con la mascota Pandi y hace una especie de relato del partido mientras identifica a los autores de los goles. Hay sol y el clima invita a divertirse. Dentro de un rectángulo de arena, una cancha de 27 metros de largo por 12 de ancho, ocho atletas corren sin parar. Entran y salen permanente­mente. El beach handball se vive con intensidad, sin descanso. Algo que busca el Comité Olímpico Internacio­nal en estos Juegos Olímpicos de la Juventud: la necesidad de experiment­ar nuevas sensacione­s para chicos de entre 15 y 18 años.

El beach handball es una de las grandes atraccione­s en el Parque Sarmiento. Las presentaci­ones de los equipos argentinos en esta sede reunieron a miles de personas seducidas por este novedoso formato. Fundamenta­lmente, se trata de la práctica de un deporte moderno con chicos y chicas que aman los desafíos, que necesitan emociones intensas. “Es un deporte muy dinámico y divertido para ver. Yo estoy feliz de poder hacerlo acá, con nuestra gente. Y no puedo creer la cantidad de espectador­es que vienen a vernos”, dice el argentino Julián Santos, elegido como el mejor pivote en el Mundial Juvenil de Islas Mauricio en 2017.

¿En qué consiste el beach handball? Cada equipo tiene cuatro jugadores en la cancha de una lista de nueve en el plantel. El período de juego son dos tiempos de 10 minutos. La puntuación de cada etapa se lleva por separado. Ahora, si cada equipo gana un tiempo, el vencedor se definirá mediante shoot-out, es decir, penales en movimiento. Los tantos tienen diferentes puntuacion­es: si marcan con un giro de 360 grados o con flys (toman la pelota en el aire y luego tratan de definir) vale dos; los goles normales son marcados de la forma tradiciona­l por cualquier jugador excepto el arquero, cuyo tanto es siempre doble. A diferencia del handball indoor, un deporte con mucho roce físico, aquí eso no se permite. “Solo podemos bloquear y mover las piernas, si tomás al adversario te sancionan”, explica Santos. En la parte táctica se ataca con cuatro jugadores y se defiende con tres (ingresa el arquero): dinamismo y puro vértigo. “Yo juego desde los 7 años en indoor, y me sumé a este equipo el año pasado. Hace un año que estoy a pleno con esto. Me encanta, es un show. Ojalá pueda dedicarme al deporte profesiona­l. Pero tampoco voy a dejar el estudio: en 2019 arranco con abogacía”, detalla Elian Goux, hijo de Luciano y sobrino de Marcelo Goux, deportista­s de otro riñón: el fútbol.

La historia de este deporte comenzó en “Isola di Ponza”, una pequeña isla al sur de Italia, en junio de 1992. En tanto que el primer torneo internacio­nal oficial de beach handball se llevó a cabo en Roma, en 1993. En la actualidad, más de 110 federacion­es practican el novedoso formato. Y ya desde 2004 se organizan Mundiales tanto en varones como en mujeres.

En la Argentina, Río Negro es una de las cunas de este deporte. Cuentan que en el verano comienzan a jugar a las 9 de la mañana y terminan 12 horas después. Tienen un circuito, varias canchas y equipos de diferentes países se acercan permanente­mente para competir. “Esto no tiene nada que ver con el handball indoor. Es un show impresiona­nte para que la gente se acerque a observar. No es difícil de entender. Yo arranqué desde muy pequeño en las playitas de Viedma, mi ciudad. Me divierto muchísimo”, asegura Tomás Páez, todavía emocionado por el triunfo 2-1 ante Italia. “En la Argentina, el circuito más importante está en la Patagonia. Pero de apoco se van abriendo otros focos: Mendoza, Salta, Entre Ríos, Venado Tuerto. Se genera algo muy lindo”, dice Daniel Zeballos, entrenador del selecciona­do argentino masculino y quien fuera DT del equipo femenino indoor durante más de diez años.

Este año, el esfuerzo para los selecciona­dos argentinos fue doble: todos los chicos que vivían fuera de Buenos Aires se mudaron al Cenard para practicar en doble turno. La recompensa para los varones se vio en la victoria sobre los italianos, el subcampeón mundial. “Teníamos una espina contra ellos, que nos habían vencido en ese Mundial de 2017. Fue un 2018 muy duro, pero eso hizo que el equipo se junte muchísimo, resultó una comunión. Y hoy estamos consiguien­do resultados importante­s”, remarca Santos.

A la Argentina, como a los diferentes selecciona­dos, le tocó vivir un contratiem­po en la previa de este evento, porque hace un par de años una modificaci­ón del COI trastocó los planes. En Nanjing 2014 el torneo se disputó con el formato tradiciona­l, pero después decidieron cambiarlo y moverse hacia la arena. “En 2016 nosotros reclutamos 250 jugadores que iban destinados al indoor. Teníamos todo armado y tuvimos que aprender de cero. Pero siempre tratamos de perfeccion­arnos”, resalta Zeballos. En ese camino apareció el brasileño Antonio Guerra Peixe, una leyenda que puso a su país en la elite del beach handball mundial. “Es un fenómeno, nos dio una gran mano”, añade Zeballos.

A diferencia de lo que sucede en el resto de Sudamérica, Brasil cuenta con un liga profesiona­l. “Es normal: como en el fútbol, nacen en las playas. Y lo juegan desde chiquitos”, explican desde los selecciona­dos argentinos. Muchos lamentan su ausencia en Buenos Aires 2018: por falta de presupuest­o no asistieron al Mundial de Islas Mauricio y así se privaron de viajar a los Juegos Olímpicos de la Juventud. El resto de las potencias se encuentra en Europa, donde se juega haciendo más hincapié en lo táctico y no tanto en lo físico. Y son varios los que se permiten soñar con algo todavía más grande. Así lo ve Pedro Bago Rascón, entrenador del selecciona­do español masculino. “Hungría, España y Alemania son países que le prestan mucha atención a este deporte. Créanme: esto hoy es olímpico en Buenos Aires, pero en un tiempo no muy lejano lo vamos a ver en los Juegos Olímpicos convencion­ales”.

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Buenos aires 2018 el argentino José Basualdo defiende en el aire al italiano Christian mitterrutz­ner

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