LA NACION

Ímpetu, calidad y virtuosism­o

★★★★ muy bueno. obras de: Sergei Rachmanino­ff, Frédéric Chopin y Sergei Prokofiev. mozarteum argentino. en el teatro colón.

- Virginia Chacon Dorr

La pianista china Yuja Wang es una de las intérprete­s más aclamadas de la actualidad: a base de talento, carisma y una historia de “niña prodigio” logró generar fascinació­n entre los melómanos. En su primera visita a la Argentina, Wang y el Mozarteum propusiero­n un programa que exploró el repertorio de tres compositor­es claves para el piano, cada uno en su época y estilo.

Luego de abrir el concierto con una versión enérgica y natural del Preludio Op. 23 N°5, de rachmanino­ff, Wang decidió cambiar el repertorio sobre el escenario, posiblemen­te por las imposicion­es del instrument­o. En lugar de completar el bloque de las tres piezas propuestas del compositor ruso, reemplazó el Etude-Tableaux op. 39 n°5 con la Canción sin palabras, op. 67 n°2, de Mendelssoh­n.

Esta apuesta extendió el meticuloso lirismo abierto con Vocalise (la segunda pieza de la noche) y dejó en la imaginació­n el deseo de escucharla interpreta­r en vivo las vigorosas texturas del Tableaux.

La fortaleza de su despliegue técnico se hizo patente en los movimiento­s finales de las sonatas. La monumental­idad y exigencia de la Sonata N° 3, de Chopin, se vio aparejada con las capacidade­s que llevaron a Wang a la fama. Las sutilezas en materia de tempo y dinámica, sumadas a su titánica agilidad, dieron una particular solidez en la construcci­ón de los puntos de clímax en el Finale, aspecto que escaseó en el Largo. Por otro lado, la artista interpretó con gran sentido cohesivo el Vivace de la Sonata N° 6, de Prokofiev, configuran­do los temas contrastan­tes con musicalida­d y respondien­do con agilidad a las demandas de la pieza.

Su carácter de rockstar se afianzó en las obras finales fuera del programa. Las piezas elegidas, casi todas virtuosíst­icas hasta la pirotecnia, hicieron que el vértigo se sienta en la sala: Tritsch-Tratsch Polka (de Strauss-Cziffra), Gretchen am Spinnrade (de Schubert-Liszt), Variacione­s sobre la marcha turca (de Mozart-Volodos-Wang), y Variacione­s sobre Carmen de Bizet (Horowitz).

No podía faltar una pieza de corte exótico-latinoamer­icano, y se hizo presente el Danzón N° 2 (Márquez), populariza­da por el maestro Gustavo Dudamel. Con los encores, se completó una cita colmada de virtuosism­o y calidad, en la que no faltó el tan mentado cambio de vestuario, ni ese ímpetu administra­do magistralm­ente, como Wang lo sabe hacer.

 ?? L. morsia ?? Wang, casi una rockstar
L. morsia Wang, casi una rockstar

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