LA NACION

Tras perder el califato, EI vuelve a las raíces: las tácticas de insurgenci­a

A pesar de la derrota en Irak y Siria, advierten que este podría ser el comienzo de una resurrecci­ón del grupo jihadista; crecen los atentados contra civiles

- Bassem Mroue

BEIRUT.– Luego de ser casi aniquilado en el campo de batalla, el grupo jihadista Estado Islámico (EI) volvió a ser lo que era antes de sus espectacul­ares conquistas de 2014: una sombría red insurgente que lanza atentados contra civiles y que explota las debilidade­s de los Estados para incitar los conflictos sectarios, según analizaron diversos especialis­tas.

Ahora, apenas pasa una semana sin que haya un ataque del grupo en una aldea o ciudad en Irak y Siria, a pesar de que resiste el avance de fuerzas sobre los últimos territorio­s que controla en la frontera entre ambas naciones.

Hisham al-Hashimi, un experto en EI que asesora al gobierno de Bagdad, señaló que en la actualidad la milicia opera como lo hacía en 2010, antes de su ascenso en Irak, que culminó cuatro años más tarde con la caída de una de las ciudades más importante­s del país, Mosul, y con la de Raqqa, en Siria, cuando declaró un califato islámico en ambos países.

Al-Hashimi dijo que la agrupación insurgente más peligrosa del mundo trata de demostrar que, a pesar de la pérdida de territorio­s, “sigue siendo capaz de lanzar ataques”.

Al mismo tiempo, EI se atribuyó una serie de acciones en los que realmente no participó, lo que indicaría que trata por todos los medios de mantenerse relevante. La mayoría de las figuras que manejaban su sofisticad­a maquinaria propagandí­stica están muertas.

Raqqa cayó hace un año y la organizaci­ón conserva apenas el 2% del territorio que llegó a controlar en Irak y Siria. Sin embargo, hay quienes creen que, por más que tal vez EI ya no sea capaz de apoderarse de esos territorio­s, esté buscando nuevas conquistas.

Uno de los ataques más mortales ocurridos desde el derrumbe de su supuesto califato se produjo en julio, cuando decenas de combatient­es enmascarad­os atacaron la ciudad sureña de Sweida y aldeas vecinas habitadas por miembros de la minoría drusa; mataron a más de 200 personas y secuestrar­on a unas 30, la mayoría mujeres y chicos.

La emboscada causó conmoción en esa comunidad, que se había mantenido al margen de la guerra civil de siete años y generó temores de que, en su retirada, los combatient­es trataran de reagrupars­e en sitios aislados.

La semana pasada, EI atacó el pueblo de Saadiyeh, al sur de Mosul, en Irak, en donde asesinó a tres personas y secuestró a otra. La organizaci­ón lanza constantes ataques en pueblos de las provincias de Diyala, Salahuddin y Kirku, entre otras, dirigidos a funcionari­os locales y policías porque trabajan para el Estado.

Un vocero de las Fuerzas Armadas iraquíes, el general Yahya Rasoul, dijo la semana pasada que las fuerzas de seguridad habían comenzado una operación en la provincia occidental de Anbar, fronteriza con Siria, para erradicar las células de EI allí presentes.

Hassan Hassan, del Programa sobre Extremismo­s de la Universida­d George Washington, escribió en un reciente artículo que EI había logrado pasar de un califato a una agrupación insurgente sin sufrir fisuras.

El mes pasado, combatient­es de la Fuerzas Democrátic­as Sirias, apoyadas por Estados Unidos, lanzaron la que se supone que es la ofensiva definitiva para reconquist­ar Hajin, el último bastión de EI en la ribera oriental del río Éufrates, cerca de la frontera con Irak. tuvieron que avanzar a paso lento, ya que los extremista­s colocaron minas, tenían francotira­dores y lanzaban ataques suicidas.

Esta semana los combatient­es del EI aprovechar­on tormentas de arena y la poca visibilida­d para atacar posiciones de las Fuerzas Democrátic­as en el pueblo sirio de Sousah y los combates dejaron más de dos docenas de muertos de ambos bandos.

no está claro cuántos combatient­es conserva EI. Un informe de las naciones Unidas distribuid­o en agosto indicó que tenía 30.000 efectivos en Siria e Irak y que la agrupación representa una amenaza.

Además, el estudio señaló que, a pesar de la derrota en Irak y la mayor parte de Siria, es posible que EI sobreviva en ambos países y conserve apoyo en Afganistán, Libia, el sudeste de Asia y en África occidental. “no nos confundamo­s. EI reforzó su centro”, advirtió este mes el secretario de Defensa norteameri­cano, Jim Mattis.

En ese mismo sentido, hay quienes dicen que, si bien el califato de EI fue destruido en poco tiempo, no se resolviero­n los problemas que posibilita­ron el surgimient­o de la organizaci­ón armada, sobre todo la frustració­n de los sunnitas de ambas naciones.

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Ap Raqqa fue capital del califato y uno de los campos de batalla en la ofensiva contra Estado Islámico

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