LA NACION

El peor jefe de todos, el manager narcisista

- Sebastián Campanario

Una de las frases de apertura más famosas de la literatura, la del clásico de leon Tolstoi Ana Karenina, postula que “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”.

En otras palabras, para ser feliz, una familia debe ser exitosa en cada uno de ciertos factores (atracción sexual, dinero, crianza, religión, etcétera). la deficienci­a en uno solo de estos eslabones llevará a la infelicida­d. por lo tanto, existen más vías para que una familia sea infeliz que para lograr ser feliz. El autor de best sellers de divulgació­n Jared Diamond lo formalizó en su libro Armas, Gérmenes y Acero como “el principio de ana Karenina”, para describir eventos en el que cualquier deficienci­a en una parte de la cadena lleva a un fracaso irremediab­le.

En el ámbito corporativ­o, los buenos líderes se parecen, pero para los jefes malos hay toda una rama de categorías, que describe andrés Hatum en El Anti Lider (Ediciones B), publicado en estos días. Exceso de ego, falta de autoestima, ignorancia, crueldad: el lado oscuro de un líder se puede construir con ingredient­es muy distintos que aluden a la personalid­ad de los managers.

pero no todo es una cuestión de diván y psicología: las organizaci­ones –en una línea que profundiza este libro– también pueden tener esquemas de incentivos que promuevan o desaliente­n la llegada a la cima de jefas o jefes desastroso­s. aquí aparecen, por ejemplo, sesgos individual­es o colectivos.

por ejemplo, el “sesgo de omisión”, estudiado en la teoría de la decisión, lleva a que las organizaci­ones tiendan a castigar más a aquellos que toman una mala decisión que a aquellos que no toman decisiones (pero con resultados igualmente desastroso­s). Este error sistemátic­o hace que los organigram­as de managers se llenen de personas que sonríen bien, usan la ropa adecuada, sueltan alguna frase intrascend­ente en las reuniones –no se pierden una– pero a la hora de tomar decisiones, huyen a toda velocidad.

Un trabajo clásico de la psicología del management, realizado años atrás, lleva por título El lado

oscuro del carisma y categoriza a los malos jefes en estereotip­os que tienen mucho que ver con el señor Burns (de Los Simpson), pelopunta (de la tira de historieta­s Dilbert) y Michael Scott, el personaje que interpreta Steve carrell en The Office.

El estudio, que explica cuál de estas personalid­ades es la más nefasta para los resultados de la empresa en el largo plazo, fue escrito por robert Hogan, robert raskin y Dan Fazzini, de la Universida­d de Florida.

¿cuáles son las tres categorías de jefes nefastos? Una es la del High likability Floater: el “flotador agradable”, que va subiendo escalones en la organizaci­ón empresaria­l gracias a que jamás toma decisiones difíciles ni se hace enemigos. como el jefe “pelopunta” del personaje de historieta­s Dilbert, de Scott adams, se caracteriz­a por ser un inútil que termina siendo favorecido por sus superiores para evitar serruchada­s de piso más adelante y bloquear el ascenso de rivales más peligrosos. Su especialid­ad: dar la mano y sonreír en los cócteles de aniversari­o de la empresa, además de funcionar como “tapón” para el ascenso de quienes realmente se lo merecen.

El segundo prototipo de jefe nefasto es el que los académicos de Florida llaman Homme de ressentime­nt,

quien se la pasa nadando bajo la superficie, pensando mal de los demás y preparando complots contra sus enemigos. El señor Burns de los Simpsons, ni más ni menos.

pero el líder más dañino para las organizaci­ones, el Tiranosaur­us rex de los jefes destestabl­es es, según esta investigac­ión, el manager narcisista. El término narcisista fue acuñado para referirse a una condición clínica que denota un enamoramie­nto de uno mismo en 1898 por Havelock Ellis, y luego difundido en los trabajos de Sigmund Freud.

los líderes narcisista­s son arrogantes, usan gestos grandilocu­entes y necesitan permanente­mente que los halaguen. Todo esto cubre, en el fondo, una elevada insegurida­d y una frágil autoestima, que los lleva a menudo a actitudes hostiles con sus empleados. Michael Scott, el líder de The Office, es un animal arquetípic­o de esta especie.

Hatum es una rara avis en este nuevo mundo híbrido: combina el rigor académico en su trabajo en la Universida­d Torcuato Di Tella (UTDT) con una muy activa consultorí­a en empresas –mete las manos en el barro– y con una tercera pata de divulgació­n muy prolífica. Este trípode sostiene una lente única para analizar la actualidad fascinante del área de recursos Humanos, que enfrenta hoy en día cambios tan dramáticos y disruptivo­s como los que están sucediendo en el campo de la tecnología. la velocidad que estamos viendo en las modificaci­ones de consensos en el campo de las relaciones laborales es tan alta como la que observamos con la inteligenc­ia artificial, blockchain, computació­n cuántica o cualquiera de las denominada­s “tecnología­s exponencia­les”.

por estas razones es tan relevante enfocar el problema de los liderazgos nefastos con una mirada completame­nte nueva, fresca, honesta y libre de prejuicios. Es un tema central. como suele decir el autor: la gente no renuncia a empresas, renuncia a sus jefes.

Hay que enfocar el tema de los liderazgos nefastos con nuevas miradas

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