LA NACION

Pablo Falero quiso dejar su sello en el Jockey Club, por si acaso fuera el último

A los 52 años y tras anunciar que se retiraría a mediados de la temporada que viene, el jockey uruguayo le inventó al potrillo Imagen de Roma un desarrollo milimétric­o, para ganar la emblemátic­a carrera del hipódromo de San Isidro

- Carlos Delfino

Fue como si la carrera de San Isidro sintiera que debía pagar con un desenlace fantástico por la falta de las principale­s figuras de la temporada, que se fueron lesionando o se vendieron. Con un solo ganador de Grupo 1 en las gateras, a esta versión del Gran Premio Jockey Club (G1) se la miraba de reojo, buscando que sea el despegue de algún potrillo. Hasta que Pablo Falero frotó la lámpara y creó un triunfo inolvidabl­e con Imagen de Roma, sobre todo porque pudo haber sido la última vez que el jockey uruguayo corrió el clásico más añejo del calendario turfístico argentino.

“Ahora disfruto de esta victoria; espero tener un muy buen fin de año y lo mismo para la primera mitad de 2019, para después despedirme bien. Pongo cada cosa en su momento”, comentó el jinete, luego de ese desenlace en el que trabajó a destajo como si no estuviera camino a los 52 años.

A media cabeza quedó su yerno, Adrián Giannetti, con Global Kid, al que la diferencia se la hizo en el desarrollo más que en el disco, según confesó el jockey escolta. “Él pudo meterse por adentro cuando se quedó Tremendo Tordo y me sacó una ventaja. Yo tuve que buscar por afuera unos segundos después y el mío salió fuerte, pero Imagen de Roma nunca dejó de pelear”, explicó. Por un momento, incluso, pareció que no era para ninguno de ellos, porque Altair Domingos había llevado a Endormoon al frente del lote en puntitas de pie y cuando fueron a buscarlo no podían atraparlo. Hasta que perdió algo de acción y no se lo perdonaron, pero quedó tercero, al pescuezo del segundo.

Imagen de Roma le dio a Falero el cuarto triunfo en el único cotejo de la Triple Corona que se corre sobre pista de césped, y tal vez haya sido el más inesperado de ellos. “En la Polla me sorprendió la gran carrera que hizo, porque no lo creía capaz”, reconoció Pablo, que aquella tarde del 1 de septiembre en Palermo optó por correr a Dar la Paz, el compañero, que terminó detrás. Nobleza arriba y debajo del caballo. “Yo sabía que la única manera de correrlo era traerlo escondido. Esta vez no solo arrancó, sino que tuvo fuerzas para aguantar”, completó el piloto vencedor, que había obtenido las versiones de 2001, 2003 y 2004.

Para el potrillo que nació en el haras Vacación, fue domado en Chenaut y cuya propiedad comparten su criador y el stud Santa Elena, de la ex diputada Mónica López, fue el segundo éxito de su campaña, a ocho meses del debut triunfal. “Le costó madurar. Tuvo carreras buenas cuando todavía no estaba listo”, evaluó Pablo Zavaleta, el cabañero que imagina a Falero como entrenador de sus caballos en el futuro. “No hablamos de su retiro, porque quiero que siga corriendo, pero sí sé que tiene en su cabeza ser cuidador. De todos modos, el cambio de profesión no va a darse de un día para otro”, agregó. Para López, su socia y la titular del stud Santa Elena, hubo algo especial en esa definición. “Desde una nube, sé que mi marido estaba empujando para que el potrillo ganara”, dijo. Se refería a Alberto Roberti, el sindicalis­ta que falleció en mayo.

Hubo otro final ajustado en la tarde que valió un Grupo 1. En la Copa Melchor Ángel Posse, la cita que lleva el nombre del hipódromo y rinde homenaje al ex intendente del municipio, Nicholas le sacó medio pescuezo a Pure Nelson y fue un regalo que se hizo Eduardo Ortega Pavón, en su cumpleaños número 33. El jockey paraguayo, que el año pasado ganó hasta el Olimpia de Plata, apostó a la aparición por afuera del caballo que llevaba tres meses sin correr y todo le salió como lo soñaba. “Le pedí a Quique (Martín Ferro, el entrenador) que me dejara correrlo de atrás, lejos, para aprovechar que tiene 400 metros muy fuertes”, aseguró quien hace un mes y medio retomó la profesión tras una fractura en una pierna. “El caballo tiene una calidad enorme y una atropellad­a tremenda, y Orteguita está iluminado”, añadió el preparador.

En el Gran Premio Suipacha, en cambio, hubo sorpresa. Café Fuerte hizo la carrera de su vida en la segunda ocasión que corrió sobre césped y dejó sin invicto a la yegua Sommerwind, segunda desde un cuerpo. Para José Leonardo, el jockey de sus 18 pruebas, es un mimo que llega a tiempo para lo que vendrá: a los 25 años, cuando lleva cinco en las pistas y poco más de tres desde que se graduó, su primer éxito de Grupo 1 llegó dos semanas antes de que se vaya a Chile, donde tiene pensado intentar ganarse un lugar en sus hipódromos. “Para esta semana firmé solo cuatro montas”, fundamenta su decisión el jinete, al que la noche previa no le resultó una más. “Nunca había estado ni cerca de ganar un Gran Premio, por lo que sabiendo que mi caballo andaba bien no podía dejar de ilusionarm­e”, aseguró.

Claro que a ellos les tocó un rol secundario, en otra fecha hípica célebre a la que Falero le estampó su sello.

 ?? Carlos lares ?? Después de frotar la lámpara, Falero celebra la ajustada victoria, y Adrián Giannetti, con Global Kid, se resigna
Carlos lares Después de frotar la lámpara, Falero celebra la ajustada victoria, y Adrián Giannetti, con Global Kid, se resigna

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