LA NACION

Uno de los mejores secretos del rock local sale a la luz

Música. Junto a Mario Siperma (Fabulosos Cadillacs), Gigio González acaba de sacar uno de los álbumes del año; génesis de un proyecto que tardó 20 años

- Alejandro Lingenti

Gigio González suele tener la mochila cargada de buenas canciones. Era cuestión de conseguir algunos socios con talento y predisposi­ción para ponerlas en circulació­n. Felizmente, eso ocurrió justito cuando se cumplen veinte años de la aparición de La canción de los días, un disco tan inspirado como secreto que, ahora que las plataforma­s de streaming lo propician, conviene revisitar, o en todo caso descubrir.

Un amigo de toda la vida, Sergio Rotman, fue el encargado de tender el puente que lo unió con uno de sus compañeros de ruta en Los Fabulosos Cadillacs, Mario Siperman, también conocido por algunos íntimos como Spiker, para el armado de una sociedad artística que dio como resultado un disco romántico, evocativo y cargado de preciosas melodías, que será presentado oficialmen­te el 16 de noviembre en el Teatro Monteviejo (Lavalle 3177). Lo cuenta el propio Siperman, con mucha gracia para explicar los tiempos que suele tomarse su flamante compinche musical: “Sergio siempre me decía: ‘Gigio es un poeta’, ‘Gigio hace unas canciones buenísimas’, ‘¡Gigio es un colgado!’ (risas). Y la verdad es cada vez que te encontrás con él tiene una canción nueva. Es superprolí­fico. Era cues- tión de encaminar eso hacia algún lugar. Rotman le echó bastante leña al fuego, es una especie de demonio de Tasmania que va produciend­o remolinos a su alrededor. Y acá estamos, con este disco que nos tiene muy felices”.

El disco del que habla Siperman se llama Instruccio­nes para ver el

sol, lo firman “Gigio & Spiker” y Rotman es, lógicament­e, uno de los muchos invitados que se sumaron al proyecto, poniendo la voz en “Te vas”, un vals tan sombrío como atrapante. También aparecen las voces de Vicentico (en el tema que le da nombre al álbum), Flopa (en “Eco y sonido del mar”), Daniel Melingo (en “Espiral”, con Hilda Lizarazu, y “Músicos del sol”) y la actriz María Ucedo (en una muy linda versión de “Los planetas”, un tema de la banda española La Buena Vida). Y los aportes instrument­ales de Alejandro Fiori (Los Pillos), Federico Gazharossi­an (Don Cornelio, Acorazado Potemkin) y Fernando Ricciardi (Los Fabulosos Cadillacs).

“Le mostré algunas canciones a Mario y él me propuso trabajar de una manera relajada, tomárnoslo como un juego. Nos fuimos entusiasma­ndo con lo que iba apareciend­o y un día decidí mandarle un tema a Melingo, ‘Músicos del sol’. Le gustó mucho y me propuso grabarlo. Ese fue el envión definitivo para que hagamos el disco”, cuenta Gigio, artista andariego que compuso uno de los temas del primer disco de Cienfuegos (“Celoso”, de hecho recuperado ahora por la dupla Gigio & Spiker), sobrevivió en España trabajando como DJ y en 2014, desde Madrid, pergeñó a la distancia –con Pablo Martín, afincado en ese entonces en Nueva York– El Vértice, un proyecto musical reflejado por ahora en apenas un disco (muy bueno, vale aclarar) titulado Todo se parece a mañana.

Aunque se conocen hace rato, Siperman y Gigio se reencontra­ron justamente para una decena de shows de El Vértice en los que el tecladista de los Cadillacs participó como invitado. “Ahí Gigio me comentó que quería grabar unas canciones, y yo justo estaba probando el Ableton Push, un controlado­r digital con el que quería hacer algunos experiment­os sonoros. Como Gigio es amigo, sabía que si fallaba no iba a haber problemas, porque nos conocemos hace veinte años. Metí bajos, baterías y teclados y se empezó a armar el sonido definitivo de las canciones. El disco empezó a

tener el concepto de dos cabezas generadora­s: la de la génesis de la canción y la de su desarrollo sonoro”, revela Siperman. Cuando tiene que pensar en una referencia que oriente respecto del resultado de todo ese proceso, Mario elige Everything That Happens Will Happen Today,

el disco de 2008 que volvió a reunir a David Byrne y Brian Eno luego de la extraordin­aria experienci­a conjunta de My Life in the Bush of

Ghosts (1981). “Salvando las distancias, obviamente –aclara–, porque hablamos de dos monstruos. Pero me parece que el concepto del trabajo es parecido”, dice. La grabación de Instruccio­nes para ver el sol se hizo El Loto Azul, el estudio de Siperman. Curiosamen­te, el influjo de ese nombre parece haber teñido un repertorio cargado de texturas que Gigio observa como “espacial, con mucho cielo, justamente muy azul”. Al margen de las especulaci­ones cromáticas, hay una tradición que él advierte como influencia clave: “La de Almendra, Moris y Manal, que me marcó a fuego –subraya–. Después, en los 80, también fueron importante­s para mí Sumo, Virus y Los Twist, aunque eso pueda notarse menos en mis canciones. Y de afuera, la Velvet, Lou Reed, Bob Dylan... Toda gente que tiene mucho que ver con la poesía”.

Hijo de un abogado y de una bailarina del Di Tella que tenían en su casa unos cuantos discos de clásica y de jazz, Siperman creció escuchando esa música y después amplió la paleta gracias a un amigo hippie de la familia que le hizo conocer a Jimi Hendrix, The Who y Billy Bond. Más tarde se sumó a Los Encargados y tuvo acceso a lo que en aquel entonces cautivaba a Daniel Melero: John Cale, Brian Eno, Kraftwerk. “Naco Goldfinger, que estuvo en la primera época de Los Cadillacs, había vivido en Alemania y trajo de allá discos de Madness, The Specials y UB40. Todo eso me avispó bastante. A mí me gustaba mucho el rock sinfónico. Si no hubiera conocido toda esa música, capaz que todavía estaría escuchando solo Nursery Crime, de Génesis”.

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Soledad aznarez Mario Siperman (Spiker) y Gigio González, el compositor oculto

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