LA NACION

Los británicos enfrentan ahora la compleja realidad del Brexit

A fines de marzo del año próximo el Reino Unido debe salir de la Unión Europea, pero a medida que se acerca la fecha crecen en el país la incertidum­bre y los malos presagios

- Ellen Barry y Stephen Castle

T¿Al borde del precipicio?

con vistas a la fecha límite del 29 de marzo, el gobierno ha nombrado a un ministro para garantizar el abastecimi­ento de comida. las empresas farmacéuti­cas están planeando un acopio para seis semanas de medicament­os muy importante­s para salvar vidas, como la insulina, y consideran­do traer cargas aéreas de medicament­os al país hasta que se reanuden las importacio­nes.

En muchos sentidos, el país está en la misma posición en la que estaba la mañana después del referéndum de 2016: sin un plan preciso.

los dirigentes británicos permanecen inmersos en luchas internas, presentand­o ideas contrapues­tas conforme la cuenta regresiva llega a su etapa final.

El viernes, Boris Johnson, exministro de relaciones Exteriores y abanderado de la facción del Brexit duro, propuso volver a comenzar, ahora con un planteamie­nto de negociació­n más firme, insinuando que quizá intente derrocar a May durante las próximas semanas.

los partidario­s del llamado Brexit blando mantendría­n al reino Unido ligado estrechame­nte a las normas y las reglas económicas europeas, a fin de reducir al mínimo la alteración del comercio. El bando del Brexit duro apoya el planteamie­nto contrario: salir de la unión aduanera y el mercado único de Europa y facilitar al reino Unido la creación de sus propias reglas comerciale­s.

Jeremy corbyn, dirigente laborista de oposición, reunió a su propio grupo en liverpool la semana pasada y casi prometió que el parlamento rechazaría cualquier acuerdo al que May pudiera llegar.

Mientras tanto, hay una calma peculiar, como si el país estuviera a la expectativ­a de que una tormenta toque tierra. El novelista robert Harris recienteme­nte comparó en Twitter este ambiente con el de los meses an- teriores a que el reino Unido entrara a la primera Guerra Mundial, cuando las autoridade­s observaban con impotencia mientras eran arrastrada­s hacia la guerra por la dinámica de los acontecimi­entos.

“Simplement­e estamos rodando hacia el precipicio, y nadie nos detendrá”, afirmó Bill Wolsey, dueño de una cadena de hoteles, bares y restaurant­es en Belfast, irlanda del norte.

Un Brexit abrupto, comentó, aumentaría en un veinte por ciento el costo de los suministro­s y la electricid­ad en irlanda del norte y podría reducir la afluencia de turistas procedente­s de Europa, que es el pilar de sus negocios.

“Es un momento peculiar –señaló –. ¿cuántas veces hemos visto esta actitud a través de la historia, pensar que todo se arreglará y luego ver que nada se arregla? Yo creo, en lo personal, que nada se arreglará”.

Las dos posturas

En los dos años que han transcurri­do desde la votación de 2016, los británicos han estado repitiendo argumentos a favor y en contra de salir de la Unión Europea.

¿Finalmente, el Brexit resultaría ser, como argumentó Johnson, un acto de emancipaci­ón que inyectaría vida a una otrora orgullosa potencia imperial? ¿o en realidad sería, como afirmaron sus contrincan­tes, una demostraci­ón de ira por parte de las comunidade­s que se sienten abandonada­s por el capitalism­o global, instigado por las falsas promesas de los políticos y la xenofobia alimentada por los periódicos sensaciona­listas?

las fisuras en su gabinete fueron tan profundas, que May tardó dos años en hacer una propuesta –conocida como chequers, que es el nombre de su casa de campo, lugar donde se fraguó– que conservarí­a algunos de los vínculos cercanos del reino Unido con el bloque europeo.

May dice que sus ideas eliminaría­n la necesidad de las revisiones en la frontera entre irlanda del nora te, que es parte del reino Unido, e irlanda, que permanecer­á en la Unión Europea. pero ese plan fue destrozado en una cumbre en Salzburgo, austria, donde otros dirigentes europeos decidieron que se parecía mucho al alarde que hacía Johnson de que, con el Brexit, el reino Unido podría tener las dos ventajas: la de permanecer y la de no estar.

Recelos continenta­les

“Mienten todos aquellos que dicen que fácilmente podemos vivir sin Europa, que todo va a salir bien y que nos traerá mucho dinero”, declaró durante ese cónclave el presidente de Francia, Emmanuel Macron.

al llegar a casa luego de aquel difícil encuentro en la Europa continenta­l, la primera ministra no recibió consuelo por parte de una elocuente sección proBrexit de su partido.

“Theresa May tendrá muchas dificultad­es –comentó la semana pasada andrew Bridgen, miembro conservado­r del parlamento–. Está insistiend­o en este asunto del chequers. Es algo que ya no tiene caso. casi creo que será el último asunto que ella atenderá”.

a seis meses de la salida programada del reino Unido, sigue habiendo un vacío, que deja al reino Unido atrapado, sin poder avanzar o replantear el Brexit sin arriesgars­e a una reacción violenta de los que votaron por el retiro.

los partidario­s de May dicen en privado que una buena táctica de negociació­n es el retraso, y que su fuerza aumentará conforme se acerquen al borde del precipicio. Hay algo de cierto en esto. otros países de la Unión Europea saldrían afectados económicam­ente de un Brexit desordenad­o. además, quizá sus detractore­s en el parlamento, donde no tiene una mayoría real, acepten cualquier acuerdo al que pueda llegar si la alternativ­a es un caos inminente.

Su equipo resta importanci­a a los peligros, al menos por ahora.

“Existen algunos riesgos de daños corto plazo”, declaró Dominic raab, secretario para el Brexit, en una entrevista reciente con los medios internacio­nales.

“podemos controlar algunos de esos riesgos, y podemos evitar algunos otros”, afirmó, aunque admitió que no estaba totalmente en sus manos y que evitar daños “requerirá buena voluntad de ambas partes”.

Si May puede llegar a un acuerdo con la Unión Europea y el parlamento lo aprueba, este pacto daría lugar a un periodo de veinte meses durante el cual poco cambiaría mientras se preparan los detalles del comercio en el futuro.

Hacer tiempo

Mientras tanto, y más allá de las discusione­s al seno del poder político, muchos propietari­os de negocios se están preparando para el peor de los escenarios.

charles owen, quien administra bares y restaurant­es para turistas británicos en los alpes, tomó la “dolorosa decisión” de vender dos de sus cuatro locales. no obstante, la situación sigue siendo “alarmante”, comentó, puesto que algunos de sus empleados –muchos de los cuales son británicos– podrían perder su derecho a trabajar en el bloque después del 29 de marzo.

“no tengo idea de cuál será la situación legal de la gente que trabaja en mis bares y restaurant­es las últimas cuatro semanas de la temporada de esquí –comentó–. Es alarmante”.

En un informe del Barclays Bank, se sugiere que una salida abrupta de la Unión Europea costaría a la industria de alimentos y bebidas 9300 millones de libras esterlinas, o alrededor de 12.000 millones de dólares, en aranceles adicionale­s, con un nuevo arancel promedio del 27 por ciento.

“Se ve espantoso”, señaló ian Wright, director general de la Federación de alimentos y Bebidas, la cual representa a la mayor parte de ese sector. “Tampoco parece que haya una salida palpable”. heresa May, primera ministra británica, necesita toda su determinac­ión para acallar el tictac de un reloj invisible: en menos de 170 días, el reino Unido deberá enfrentar su salida de la Unión Europea.

Después de dos años de negociacio­nes, el reino Unido deberá enfrentar las consecuenc­ias del proceso conocido como Brexit. Se está adelgazand­o la capa aislante de tiempo que había protegido al país de los efectos del divorcio con el bloque europeo, que se concretará el 29 de marzo del año que viene. Y, entre los nubarrones que oscurecen el futuro cercano, está la amenaza de nuevas e importante­s restriccio­nes al comercio.

lo que esto podría significar para los británicos comunes y corrientes se ha filtrado en los diarios, algunas veces, desde los informes secretos del gobierno: irlanda del norte solo tiene una conexión de electricid­ad con el continente, así es que un Brexit sin determinad­os acuerdos con la Unión Europea podría provocar cortes de electricid­ad y aumentos bruscos de los precios. El sistema de energía también podría colapsar.

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Afp Theresa May, primera ministra británica, en una sesión del Parlamento

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