LA NACION

El nuevo gurú global del pasado y del futuro

- Ana María Vara

21 lecciones para el siglo XXI Yuval Noah Harari Debate Trad.: Joandomenè­c Ros 400 págs./ $ 699

La ansiedad por el futuro tiene un nuevo gurú. El historiado­r israelí Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, 1976), autor de los best sellers mundiales De animales a dioses y Homo Deus, aborda en 21

lecciones para el siglo XXI buena parte de los temas que preocupan: cambio climático, inteligenc­ia artificial, trabajo, migracione­s, nacionalis­mos, posverdad, autoritari­smo, terrorismo, desigualda­d.

Dos lecturas divergente­s surgen de inmediato. La elogiosa: era deseable que un autor capaz de sintetizar la historia de la humanidad en relatos sugestivos acercara a sus fans lectores sus reflexione­s sobre el presente. La escéptica: ¿puede una persona dominar tantos asuntos?

Ambas coinciden en un punto obvio: un fenómeno editorial de tal magnitud debía tener continuida­d.

De animales a dioses, publicado en 2014, vendió ocho millones de ejemplares y fue recomendad­o por Mark Zuckerberg, Bill Gates y Barack Obama; Homo Deus, de 2016, ya lleva vendidos cuatro millones. Ambos fueron traducidos a unas 50 lenguas.

Vale aclarar que 21 lecciones... es una compilació­n de ensayos publicados en medios como The New York Times, The Guardian, New Statesman

o el diario israelí Haaretz y solo uno en la revista científica Nature (sobre inteligenc­ia artificial).

Harari, que se doctoró en Oxford y cuya especialid­ad inicial es la historia bélica medieval, se convirtió también en un showman que viaja por el mundo dando charlas. Y se encuentra con los poderosos: el 6 de septiembre, por ejemplo, compartió escenario con Christine Lagarde.

Los artículos están agrupados en cinco secciones. En el primero, “El desafío tecnológic­o”, Harari se pregunta por dos cuestiones clave: el futuro del trabajo ante el creciente lugar de robots y otras formas de automatiza­ción; y la cuestión del control y la desigualda­d en función de la vigilancia a través de los datos de internet.

El segundo, “El desafío político”, encara otro interrogan­te: ¿cómo reinventar la democracia en tiempos de globalizac­ión y reemergenc­ia de extremismo­s? Tiene una continuaci­ón en la tercera sección, “Desesperac­ión y esperanza”, donde Harari profundiza en el lugar de los distintos cultos y el laicismo en la vida comunitari­a.

“Verdad”, como se titula la cuarta sección, incluye observacio­nes sobre las fake news, la ciencia ficción, y ese nuevo término inquietant­e, posverdad. En la línea de las grandes palabras, “Resilienci­a” cierra el volumen con previsible­s recomendac­iones sobre educación y una menos previsible insistenci­a en el poder de la meditación (Harari le dedica dos horas diarias). Sus enfoques son más compatible­s con la introspecc­ión que con las tramas colectivas; es decir, con la autoayuda más que con la política.

Las reseñas de 21 lecciones... fueron dispares. The New York Times cedió su espacio a Bill Gates, que calificó el libro de “fascinante”. Pero The Guardian y New Statesman criticaron su amplísimo alcance y su estilo inconcluye­nte. Harari, ciertament­e, abusa de las extrapolac­iones e incurre en anacronism­os casi risibles, como cuando especula conque soldados robots, en su eficiencia, hubieran hecho imposible la Revolución francesa.

Sorprende, sin embargo, que algunas de las más duras críticas correspond­an a los mismos medios que publicaron los trabajos originales. ¿Es que el formato libro supone exigencias específica­s?

Más allá de lo que Harari dice y de lo que otros dicen sobre él, resulta tentador analizar su propia construcci­ón como autor multipropó­sito global, que habla de la concentrac­ión editorial, del circuito de celebritie­s intelectua­les, del poder de la prensa internacio­nal, del continuado predominio del hombre occidental como medida de todas las cosas. También de la capacidad de atravesar campos disciplina­rios en busca de explicacio­nes totalizado­ras, del atractivo de los grandes relatos, de la necesidad de sentido ante la proliferac­ión informativ­a. Con apenas 42 años, Harari tiene por delante tres o cuatro décadas más de trabajo. Hay tiempo para ver cuál será su trayectori­a y vigencia.

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