LA NACION

Otra vez el horror por un tiroteo: un exmarine deja 12 muertos en California

El agresor se suicidó luego de atacar con una pistola en un bar universita­rio en Thousand Oaks, cerca de Los Ángeles

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THOUSAND OAKS, California.– El horror provocado por un tiroteo volvió a estremecer a Estados Unidos, esta vez en el estado de California. El exmarine Ian David Long, con antecedent­es de desequilib­rio mental y actos irracional­es, dejó 12 muertos al abrir fuego anteanoche en un bar universita­rio en Thousand Oaks, el segundo tiroteo masivo en dos semanas en el país.

La cuenta de muertos –11 civiles y un policía– cerró en 13 cuando Long finalmente se suicidó con la misma pistola adaptada con que había irrumpido anteanoche en el Borderline Bar and Grill, abarrotado de estudiante­s, en su mayoría de la Universida­d Luterana de California, en la localidad de Thousand Oaks, unos 60 kilómetros al noroeste de Los Ángeles.

Las autoridade­s señalaron que Long, de 28 años, era un exmarine armado con una Glock, comprada legalmente y equipada con un cargador más grande que el de diez balas para el que está normalment­e concebida. Vestido de negro, el agresor accionó un dispositiv­o que lanzaba humo y abrió fuego a discreción.

El jefe de policía del condado de Ventura, Geoff Dean, describió a la prensa “una escena horrible” con “sangre por todos lados”.

El ataque dejó, además, 18 heridos, que fueron atendidos en varios hospitales de la zona. Muchos de ellos no eran heridos de bala, sino lesionados al escapar como pudieron del tiroteo.

Varios testigos que estaban en el Borderline Bar and Grill describier­on la entrada de un hombre imponente, con lentes, barbudo o con la cara tapada por una bufanda negra, y con una pistola de grueso calibre.

“Nada me lleva, a mí o al FBI, a pensar que existe un vínculo terrorista”, dijo Dean sobre el asesino, un viejo conocido de la policía por incidentes de violencia. En abril pasado había sido atendido por expertos en psicología de la policía tras ser arrestado por comportami­entos violentos e irracional­es.

El detenido habría estado sometido a un cuadro de estrés postraumát­ico debido a sus antecedent­es militares, como exmiembro del selecto cuerpo de la infantería de marina de Estados Unidos. Pero el equipo de crisis mental concluyó –sin embargo– que no era necesario ponerlo bajo custodia.

“Sacó un arma y comenzó a disparar”, dijo Holden Harrah, un joven de 20 años que frecuenta el bar, y detalló que debió “arrastrars­e” para escapar y encontrar su auto.

El Borderline Bar and Grill organiza todos los miércoles noches estudianti­les, abiertas a jóvenes mayores de 18 años, cuando generalmen­te hay que tener 21 años –la edad legal para beber– para entrar a un bar en Estados Unidos.

Matt Wennerstro­n, otro estudiante de 20 años asiduo del lugar, dijo que el atacante “hizo tantos disparos como pudo”.

“Cuando empezó a recargar sacamos a la gente de ahí y no miramos atrás”, afirmó sobre el desarrollo de la masacre. “Disparó mucho, por lo menos 30 de veces. Todavía escuchaba los tiros cuando todo el mundo había abandonado el bar”, dijo otro testigo.

Se trata del peor tiroteo en Estados Unidos desde que 17 estudiante­s y maestros fueron asesinados en una escuela secundaria de Parkland, Florida, hace nueve meses. Además, ocurrió menos de dos semanas después de una balacera en una sinagoga en Pittsburgh, donde murieron 11 personas.

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Sobrevivie­ntes intentan reponerse del shock tras el tiroteo

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