LA NACION

Sobre las dudas de las empresas, Macri impuso su pragmatism­o

- Luis Cortina

La complicada realidad económica y social obligó al gobierno de Mauricio Macri a impulsar medidas que buena parte de su electorado –en particular, los empresario­s– no hubiera esperado. Por principio, los hombres de negocios suelen rechazar aquellas medidas establecid­as desde el Estado que inciden directamen­te en sus números, a tal punto que al enterarse de la decisión oficial de hacer obligatori­o el pago de un bono compensato­rio de fin de año algunos incluso analizaron los límites que podrían plantear en términos legales para oponerse.

Al final, en todas las partes primó el pragmatism­o: a nadie le convenía la profundiza­ción del conflicto, atentos al paro que había convocado la CGT para fin de mes, casi en simultáneo con la reunión de los presidente­s del G-20 en Buenos Aires y en un contexto de recesión económica que, ya de por sí, genera algunos temores sobre lo que podría pasar en diciembre. El primer resultado concreto ayer fue el anuncio de la conducción gremial del levantamie­nto de aquella medida de fuerza.

El ministro Dante Sica debió mediar entre el pedido de compensaci­ón de los gremios ante la pérdida de poder adquisitiv­o de los salarios (según algunos cálculos, ronda los 12 puntos) y los riesgos que entraña para no pocas empresas la obligación de pagar una suma fija que, especialme­nte a las pymes, podría dejarlas con números aún más rojos que los que ya muestran.

En el inicio de esta negociació­n, el presidente de la UIA, Miguel Acevedo, lo había dicho con todas las letras: el 60% de las empresas (con fuerte presencia de las pymes) no puede hacer frente a esta compensaci­ón, y no sería lógico pensar en que se endeuden para hacerlo, en un contexto de enormes costos financiero­s que deben afrontar. Similar postura expresó la CAME, representa­nte de ese sector, precisamen­te.

“Si bien el sector empresaria­l participó de la negociació­n de esta medida, existen diferentes perspectiv­as acerca de las posibilida­des reales del entramado productivo para afrontar este compromiso, sobre todo en el caso de las pymes y sectores que transitan un contexto adverso”, analizó un informe del Ieral (instituto de investigac­iones de la Fundación Mediterrán­ea), difundido precisamen­te ayer. Según los cálculos que hicieron los economista­s Marcelo Capello y Gerardo García Oro, “la incidencia de un bono de 5000 pesos alcanza al 26% del salario mensual de un trabajador de la construcci­ón, al 9,9% de un bancario y al 14,5% de un camionero”. Sin embargo, destacan que el pago de un monto fijo “resulta un instrument­o adecuado para un escenario como el actual”, por el impacto que tendrá en la reactivaci­ón del consumo a fin de año y en el inicio de 2019.

Segurament­e entre los sectores más complicado­s para enfrentar el pago se ubiquen las industrias que vienen sufriendo mayores caídas en su actividad, como la textil (-24,6% en septiembre), edición e impresión (-21,6%) y la del plástico (-20,4%). Todos esperan ahora la famosa “letra chica” del decreto.

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