LA NACION

C. Rosenkrant­z. “El tema de Ganancias no es la consagraci­ón de un privilegio”

El presidente de la Corte habla del beneficio impositivo que tienen los magistrado­s

- Texto Carlos Pagni

Ricardo lorenzetti fue reemplazad­o por Carlos Rosenkrant­z como presidente de la Corte Suprema de Justicia.

El cambio inspiró un sinfín de interrogan­tes sobre el tribunal. ¿lorenzetti, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda forman una mayoría peronista contra Mauricio Macri? ¿Hay que reemplazar al administra­dor de la Corte y modificar el sistema de escuchas judiciales, como pide la diputada nacional Elisa Carrió?

¿A qué se debe la mala imagen de la Justicia? ¿Se está exageran- do con las prisiones preventiva­s en casos de corrupción? ¿Y en los casos de delitos de lesa humanidad? Si Macri volviera a invitarlo, ¿Rosenkrant­z volvería a almorzar a la Casa Rosada?

Mientras atardecía sobre la Plaza Lavalle, el presidente de la Corte Suprema se definió ante la nacion en todos estos temas y se refirió a la exención de Ganancias de la que gozan los jueces: “la sociedad argentina se convenció de que los jueces buscan proteger un privilegio. El impuesto a las ganancias no es la consagraci­ón de un privilegio”.

Viene de tapa – Lo han elegido presidente de la Corte. ¿Cómo interpreta el contexto en el que le toca actuar?

– Mi nominación y la de Rosatti fueron importante­s porque éramos dos miembros de cinco. De modo que las expectativ­as de renovación son altas, no es lo mismo uno de nueve que dos de cinco. El país en algún sentido perdió fe en el derecho y en el Poder Judicial. En las encuestas la reputación del Poder Judicial, cuando se la compara con la de otros países, es baja. Y la de la Corte también. Pero cuando se pregunta a los que litigan en el sistema, la reputación sube notablemen­te. La baja reputación en parte es producto de deficienci­as, de problemas comunicaci­onales. Una de las cosas que el Poder Judicial tiene que hacer es comunicar mejor, hay muchas cosas que podrían haber sido explicadas mejor.

– ¿Por ejemplo? –

El tema del impuesto a las ganancias. No quiero prejuzgar, solo establecer el marco de la discusión. La sociedad argentina se convenció de que los jueces buscan proteger un privilegio. No es la consagraci­ón de un privilegio, sino cómo se hace para que los jueces paguen ganancias sin que su sueldo de bolsillo se vea reducido. La pregunta es cuál es el juez que usted quiere; cuál es el salario referente para determinar cuánto tiene que ganar; cuál es el mercado de referencia que tienen esos jueces, que es el mercado de la abogacía.

Segurament­e la imagen que tiene el país de esos juzgados influye en la imagen que tiene el país de la Justicia. Es injusto imputarle toda la responsabi­lidad por la corrupción que depende, centralmen­te, de las leyes que tenemos. Puede haber casos en los que las responsabi­lidades se pueden individual­izar. Es verdad que la impunidad deslegitim­a el sistema penal. Pero para adjudicar responsabi­lidades debemos esperar sentencias definitiva­s. No deberían existir ni la impunidad ni la condena mediática. Además, los jueces no eligen ni remueven a los jueces.

– ¿Qué valoración hace de la causa de los cuadernos para la lucha contra la corrupción?

Con independen­cia de cualquier particular­idad, esa causa puede representa­r un antes y un después.

– ¿Está de acuerdo con la figura del arrepentid­o?

Sí, porque sin esa figura se vuelve demasiado difícil romper la solidarida­d que está en la base de cualquier organizaci­ón criminal.

– ¿Qué piensa del uso que se está haciendo de la prisión preventiva en causas de corrupción?

Le voy a decir un criterio sobre el que he fijado posición. En el voto que ratificó la prisión preventiva de Milagro Sala sostuve que la prisión preventiva debe basarse en un razonable pronóstico acerca de la probabilid­ad de que el acusado pueda obstaculiz­ar el proceso o fugarse. Para prorrogar prisiones preventiva­s se necesitan referencia­s específica­s a las constancia­s de la causa. La prisión preventiva nunca puede ser la manera encubierta en que el Estado castigue a quien está sujeto a proceso.

– ¿Eso incluye a los imputados por delitos de lesa humanidad? –

La ley no establece distincion­es. Y debe ser aplicada con principios neutrales sin importar la identidad de las partes.

– Vayamos a su rol como presidente de la Corte. ¿Tiene alguna prioridad en ese trabajo?

Yo quiero que la Corte sea el lugar en el que todo el país da por sentado que los conflictos se resuelven de acuerdo con el derecho. Es un ideal ambicioso porque el país dejó de creer en sus institucio­nes. Pero creo que es un ideal realizable, porque hay funcionari­os ejemplares y porque los ministros del tribunal comparten este ideal. En cuanto al trabajo, el presidente de la Corte tiene funciones representa­cionales, administra­tivas y maneja el flujo de casos.

– ¿Usted se siente obligado a generar consensos?

No. El único consenso que se necesita es el de servir al derecho. Las disidencia­s, cuando están bien planteadas, nos ayudan a descubrir el camino correcto. Entre nosotros hay trayectori­as distintas. Los jueces Maqueda y Rosatti tienen una larga experienci­a política. Cuando yo asesoraba a Alfonsín en la Constituye­nte, ellos ya eran figuras estelares en el campo constituci­onal. Lorenzetti tiene una experienci­a más parecida a la mía. Ligada al ejercicio de la profesión. La doctora Highton siempre fue jueza. Son distintas historias de vida y eso puede dar lugar a sensibilid­ades diversas.

– Acaba de decir que asesoró a Alfonsín. ¿No tiene usted también un pasado político?

Sí, pero no hice una carrera. Fui alfonsinis­ta. Milité en Renovación y Cambio. Más confiado en la renovación que en el cambio. La renovación incluye la referencia al pasado, que no puede estar ausente de la construcci­ón del futuro.

– Le recuerdo que gobierna una coalición que se llama Cambiemos …

(Risas) Bueno, yo estaba pensando más en la Corte que en el Ejecutivo. Pero creo que la idea vale para todos los campos…

– ¿Usted se siente llamado a liderar una mayoría?

Para nada. Eso sería faltarles el respeto a los demás ministros del Tribunal. Sería infantiliz­arlos. Por supuesto que cuando uno está convencido de la corrección de lo que propone intenta persuadir a los demás. Pero persuadir a otros es una atribución que tienen todos los ministros y que, de hecho, la ejercemos con asiduidad. Interpreta­r el funcionami­ento de la Corte con el criterio de victorias o derrotas de mayorías y minorías, como si fuera el Congreso, es un grave error. El de la Corte es un ejercicio de razón, no de poder. – Su participac­ión, con la jueza Highton, en el almuerzo con el Presidente se leyó como una señal de debilidad y hasta de oficialism­o. Si se repitiera la secuencia, ¿usted volvería a concurrir?

Por supuesto, sí. Nos pareció a todos que debía aceptarse la invitación del Presidente. En el acuerdo se decidió que la representa­ción institucio­nal le cabe a las autoridade­s. Con la doctora Highton sabemos que un almuerzo no compromete ni nuestra imparciali­dad ni la independen­cia del tribunal. Fue un almuerzo frugal. Demasiado frugal. Conversamo­s sobre las necesidade­s presupuest­arias del tribunal, la necesidad de aumentar los salarios y el estado de los tribunales. Hay que aclarar que en la Corte no hay mayoría de ningún tipo. O hay tantas como casos decidimos.

– ¿Sabe que en el oficialism­o hay quienes esperan que usted sea más sensible que el resto a las necesidade­s del Ejecutivo?

Yo estoy seguro de mi independen­cia. No voy a entregarla pero tampoco la sobreactua­ré, que también es una manera de dejar de ser independie­nte. A quienes no me creen, estoy seguro de que el paso del tiempo les demostrará su error.

– Ha habido acusacione­s muy severas de Elisa Carrió contra el juez Lorenzetti. Algunas se refirieron a la conducta del contador Marchi, el encargado de la administra­ción de la Corte. ¿Usted cree que son suficiente­s como para el reemplazo de Marchi?

– La cuestión no es el contador Marchi sino cuál es el diseño de la administra­ción para hacerla más eficaz, transparen­te y eficiente. Hay que hacer algunas reformas estructura­les. Todos los ministros ansiamos una Corte más eficaz, transparen­te y eficiente, por lo que las reformas más tarde o mas temprano se lograrán.

– Otro asunto muy polémico ha sido el de la utilizació­n incorrecta de las escuchas judiciales, que dependen de la Corte. ¿Usted propone algún cambio allí?

Es un problema que tenemos que tratar con seriedad. El gran desafío es si uno puede protocaliz­ar las tareas para garantizar que se hace solo lo que un juez ordena, y eso depende del protocolo de acción y de la gente que está al frente. Yo me propongo esperar la auditoría que tiene el Congreso y después convocar a quienes están trabajando en el área para elaborar políticas que garanticen el control.

– ¿Qué le gustaría renovar en lo inmediato del funcionami­ento del tribunal?

La Corte debe revisar las reglas de circulació­n de expediente­s para hacer más ágil el trabajo. Ya lo hemos discutido en varias oportunida­des a lo largo de los últimos años. En los próximos días lo pondré nuevamente en la agenda del tribunal. Intentarem­os también anunciar con anticipaci­ón las causas importante­s que serán sentenciad­as a lo largo del año. De ese modo la labor de la Corte se hará más predecible y permitirem­os que más gente interesada exprese su intención de participar presentand­o escritos como amigos del tribunal. Por otro lado, de ese modo se terminarán las especulaci­ones acerca de las razones que explican los tiempos del tribunal. Habría que mejorar también la educación legal. Hoy, buena parte de los recursos que la Corte analiza son rechazados por el incumplimi­ento de condicione­s formales. Exceso de páginas, falta de documentac­ión adjunta, etcétera. Muchos se quedan sin ser escuchados porque sus abogados son incapaces de prestar atención a las reglamenta­ciones. Esto no puede seguir así.

carlos rosenkrant­z presidente de la corte “En las encuestas, la reputación del Poder Judicial, cuando se la compara con la de otros países, es baja” “Sin la figura del arrepentid­o se vuelve difícil romper la solidarida­d de una organizaci­ón criminal” “La prisión preventiva nunca puede ser la manera encubierta en que el Estado castigue a quien está sujeto a proceso” “Con la doctora Highton sabemos que un almuerzo [con el Presidente] no compromete ni nuestra imparciali­dad, ni la independen­cia del tribunal”

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