LA NACION

Las millonaria­s obras que ganaron las firmas investigad­as

Según la OA, se quedaron con licitacion­es por $100.000 millones y US$4300 millones

- Hugo Alconada Mon

Sentados frente al juez federal Claudio Bonadio, casi todos los empresario­s repitieron la misma defensa. Afirmaron que no quisieron pagar sobornos a funcionari­os kirchneris­tas ni aportar a sus campañas. Se victimizar­on y adujeron que el equipo de Julio De Vido los acorraló. Y que fue pagar o quebrar. Ahora, sin embargo, un relevamien­to de la Oficina Anticorrup­ción (OA) sobre más de 760 contratos de obra pública federal desmorona esa coartada.

La OA detectó que las empresas que integran los cuadernos de la corrupción ganaron contratos por más de $110.000 millones y US$4300 millones durante el kirchneris­mo, y que un porcentaje elevadísim­o de esas compañías reincidier­on en los negocios con el Estado nacional, según consta en la copia de ese relevamien­to al que accedió la nacion. Es decir, que en vez de alejarse de los funcionari­os que ahora dicen que los apretaban, muchas empresas acumularon hasta 50 o más contratos, solas o en uniones transitori­as de empresas (UTE).

La OA ya entregó a Bonadio ese informe preliminar con sus primeras conclusion­es, basado en la revisión de 766 contratos con el Estado de empresas próximas al anterior gobierno, pero también al actual. Así, figuran desde Austral Construcci­ones –de Lázaro Báez– hasta Electroing­eniería y JCR –de la familia Relats, que alquiló el hotel Los Sauces de los Kirchner en El Calafate–, y de Iecsa y Creaurban –lideradas por Ángelo Calcaterra, primo del actual presidente, Mauricio Macri–, a Caputo Sacif, la constructo­ra de la familia de Nicolás Caputo.

Pero el relevamien­to va más lejos. También expuso los beneficios que cosecharon los empresario­s que se erigieron en líderes de sus respectivo­s sectores durante la década anterior. Entre ellos, el entonces presidente de la Cámara Argentina de la Construcci­ón, Carlos Wagner, y el extitular de la Unión Industrial Argentina (UIA) Juan Carlos Lascurain, así como grandes constructo­ras como Rovella Carranza, Panedile y Petersen Thiele y Cruz (de la familia Eskenazi).

El informe del organismo que lidera Laura Alonso fortalece, en la práctica, la posición que expresó Bonadio cuando a mediados de septiembre pasado procesó a una larga lista de empresario­s, a los que caracteriz­ó en términos contundent­es. “Por avaricia y codicia, ese selecto grupo de empresario­s también se llenaron los bolsillos mediante su participac­ión en licitacion­es o concesione­s, sosteniend­o a posteriori un discurso acomodatic­io y cobarde, pretendien­do haber cedido a las presiones oficiales, en bien de cuidar sus empresas y los puestos de trabajo de sus empleados”, remarcó el juez.

Los empresario­s que ya integran esa lista, en tanto, centran ahora sus esperanzas en los integrante­s de la Sala I de la Cámara Federal porteña, Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia (ver aparte).

Pinzas entre la OA y la AFIP

El relevamien­to que desarrolló la OA a pedido de Bonadio se combina en la práctica con los datos que presentó la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos (AFIP).

A mediados de octubre alertó que cerca de 30 involucrad­os en la investigac­ión –o sus familiares directos– ingresaron al blanqueo de capitales que el actual gobierno promovió en 2016.

La AFIP también informó que al menos cinco compañías involucrad­as en los cuadernos de la corrupción –como Electroing­eniería, Iecsa y Roggio– se beneficiar­on con una refinancia­ción de deudas similar a la que obtuvo el Grupo Indalo, de Cristóbal López y Fabián de Sousa, hoy detenidos.

Por si fuera poco, el organismo tributario también le informó a Bonadio que varios de los acusados tenían cuentas bancarias en el exterior; muchas de ellas sin declarar al fisco, aunque sus nombres permanecen bajo llave en tribunales.

La presentaci­ón de la OA comenzó a tomar forma el 5 de septiembre, cuando presentó un escrito en la causa con coincidenc­ias temporales entre pagos efectuadas por el Gobierno kirchneris­ta por los avances de la firma BTU –del detenido Carlos Mundin– en diversas obras públicas y entregas de dinero registrada­s en los cuadernos del chofer del Ministerio de Planificac­ión Federal, Oscar Centeno.

En ese mismo escrito, la Oficina requirió ser aceptada como querellant­e en la pesquisa: “Toda la trama de abusos de autoridad, connivenci­a, acuerdos espurios, vinculacio­nes con empresas beneficiar­ias de contratos públicos que daban dinero ilegal a exfunciona­rios son elementos que ameritan la legitimaci­ón de la OA”.

Ahora, su relevamien­to también incluye varios contratos de obra pública que ya se encuentran bajo investigac­ión en otros expediente­s judiciales. Entre ellos, los de Odebrecht para construir una planta potabiliza­dora de agua en Paraná de las Palmas junto a Roggio, Cartellone y Supercemen­to, o para soterrar el tren Sarmiento en UTE con Iecsa, Ghella y Comsa.

Apoyado en datos de los ministerio­s de Transporte, Energía, y del Interior, Obras Públicas y Vivienda, la OA debe ahora completar un segundo informe. El juez Bonadio le requirió que analice las obras públicas que se financiaro­n con créditos del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID).

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