LA NACION

Sofía, la reina emérita que a sus 80 años hace frente a los escándalos de la corona

españa. Es una figura valorada a pesar de los desplantes de su esposo, los desaires de Letizia y la condena de su yerno

- Silvia Pisani

MADRID.– Cumplió 80 años como un símbolo de cohesión y un enigma. Consagrada por las encuestas entre las figuras más valoradas de la castigada monarquía española junto con su hijo, el rey Felipe VI, y muy por arriba de su marido, el exmonarca Juan Carlos de Borbón.

Sofía de Grecia, hija, esposa y madre de rey, es también un misterio para muchos españoles, objetores de su sometimien­to a las humillacio­nes de su marido, al que se le conocieron numerosos desplantes y un largo listado de amantes.

Lo mismo ante las bravatas de su nuera, la reina consorte Letizia, que le limita el acceso a sus nietas o que la somete a empujones para evitar que se fotografíe­n con ella, tal como ocurrió en abril pasado, en un video que generó revuelo.

“¿Podría haberse rebelado? ¿Podría haberlo hecho?”, se preguntaba días atrás el diario El País, al abrir dudas sobre el espacio político real del que dispuso en su momento para el paso de rebeldía que hoy –con otra cultura política– algunos le subrayan.

Con el año que lleva a cuestas, el cumpleaños de la reina emérita fue todo un desafío para la Casa Real española. Fue el rey Felipe el que se puso al frente de la organizaci­ón.

No es un momento fácil. La institució­n, desgastada por una sucesión de escándalos en los últimos años, viene de vivir meses complejos. Una etapa que arrancó con el ya famoso video de Letizia, en el que la actual reina le hace un mal gesto a su predecesor­a y suegra.

También de hacerse públicas las grabacione­s de Corinna. En ellas, la examante del rey Juan Carlos –la alemana Corinna zu Sayn-Wittgenste­in– no solo confirma su papel como tal, sino que lo describe como un estafador al fisco, que apela a testaferro­s para esconder bienes en el extranjero.

Fue asimismo el año en el que, por primera vez en la historia, un yerno y cuñado de rey ingresó en prisión por fraude al Estado.

En junio pasado, Iñaki Urdangarin entró en la cárcel de Brieva, a una hora de Madrid, para cumplir una condena de cinco años por fraude al Estado en el llamado caso Noos.

Su mujer, hermana menor del rey Felipe, fue absuelta de cargos en la maniobra. Así, ejecutada la condena, la protección para la imagen de la corona se flexibiliz­ó y, por primera vez en los ocho años que lleva el caso, el cumpleaños de la reina fue la excusa para que la infanta Cristina volviera a posar en una misma foto junto a su hermano, el rey.

Sentimient­os

“Me encuentro muy bien, pero me gustaría hacer más de lo que hago”, confesó días atrás Sofía, la mujer a quien durante muchos años los españoles guardaron recelo por ser “extranjera”, pero que terminó conquistán­dolos a fuerza de anteponer su papel a sus sentimient­os.

Ella fue el factor de cohesión de la familia cuando parecía desmembrar­se. A sus nietos Urdangarin los protege de todo mal y, al igual que con sus nietos Marichalar –los hijos de la infanta Elena, divorciada de Jaime de Marichalar– contribuye financiera­mente para su educación.

“Reina, pero también madre”, hizo saber cuando fue la única que desafió el ostracismo que se impuso a los Urdangarin y viajaba en solitario a Washington o a Ginebra –donde se refugiaron durante el escándalo judicial– para visitarlos.

Eso, pese a las malas caras de su sucesora, la reina Letizia, que a toda costa quiere preservar la corona para sí misma y, sobre todo, para su hija, la infanta Leonor.

Con todas esas tensiones de por medio, es natural que la celebració­n de los 80 años fuera un rompecabez­as. A que transcurri­era en paz mucho ayudó que el almuerzo de celebració­n fuera un buffet, en el que cada cual circuló por donde quiso y no fue obligado a sentarse junto a nadie.

También ayudaron los parientes llegados de Grecia y las ausencias estratégic­as de otros. Entre ellos, la princesa Chantal, prima del rey Felipe, la primera en decir que Letizia había mostrado “su verdadera cara” con el gesto del video de Semana Santa en Mallorca.

El rey Juan Carlos, el hombre que la hizo sufrir durante años, estuvo allí, aunque al parecer hubo que persuadirl­o. Dicen que está molesto porque, desde las “grabacione­s de Corinna” se lo mantiene en la sombra, apartado de todo.

Dicen que Letizia estuvo “agradable” con su suegra y que se quedó hasta la hora de soplar las velitas.

A Sofía no se le conocen errores relevantes en su papel. Reservada, culta, políglota, recibió una ola de críticas cuando, en la biografía de la periodista Pilar Urbano –La reina

bien de cerca– se confesaba contraria al matrimonio homosexual, al aborto y la eutanasia.

“La reina es respetada y querida dentro y fuera de las fronteras porque en todas estas décadas ha desempeñad­o su papel de manera impecable”, la rescató la entonces vicepresid­enta socialista María Teresa Fernández de la Vega, defensora de todo lo que Sofía abjuraba.

Vegetarian­a, amante del mar y de la meditación, reacia a los deportes, reservada al extremo, fue descripta como “sensible y divertida” en Sofía,

nuestra reina, otra de sus biografías. La primera definición que se tuvo de ella la dio Juan Carlos hace años. “Es una reina profesiona­l”, fue la llamativa descripció­n que alumbró para la madre de sus hijos.

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