“En el 2 x 1 decidí sin mirar a la tribuna”
Rosenkrantz defiende su postura en el polémico pronunciamiento sobre el caso Muiña
–Durante la cumbre judicial del G-20 usted sostuvo que los jueces deben fallar con arreglo a las normas, despojándose de su ideología y de sus condicionamientos culturales. Supongo que Highton, Rosatti y usted siguieron ese criterio al beneficiar al represor Muiña con el cómputo del 2 x 1. Pero debió soportar una plaza en contra. ¿Qué sintió? –Cuando uno decide un caso difícil lo tiene que hacer mirando solo los hechos del caso y las normas aplicables. Elizondo echó a Zidane en el Mundial de 2006 porque le había pegado un cabezazo a un rival. No le importó que fuera el capitán de Francia, ni su último partido, ni la final del Mundial. Lo mismo debe hacer un juez. El 2 x 1 era un caso fácil en términos de interpretación constitucional y lo decidí sin mirar a la tribuna.
–¿Cree que un juez puede aislarse tanto de la opinión de la mayoría?
–Hay dos tipos de jueces. Los que quieren determinados estados de cosas para los que el derecho y sus tradiciones de interpretación son obstáculos que hay que salvar. Y los que solo creen que deben juzgar a la luz del derecho y las tradiciones de interpretación. Estos últimos, entre los que me incluyo, creen que la responsabilidad de cambiar el estado de cosas es de los órganos representativos de la voluntad popular. –Eso puede dar lugar a algún malentendido. Por ejemplo: como no estoy de acuerdo con el 2 x 1, espero que el Congreso cambie la ley y desisto luego de conceder ese derecho. ¿Eso no violaría el principio de que la ley penal no se puede aplicar retroactivamente? –Claro. Debemos recordar que los jueces somos los garantes de que los demás poderes no tomen decisiones inconstitucionales.
–No me respondió qué sintió cuando se llenó la plaza en contra del fallo.
–Yo tuve el honor de colaborar en los comienzos del restablecimiento de la democracia en la tarea que se realizó a favor de restaurar el respeto por los derechos humanos. Mis emociones estaban en la plaza. Pero yo no juré por mis emociones, juré por la Constitución y las leyes. En este contexto, debemos reflexionar mucho sobre el poder que tiene un juez en la Argentina.
–¿Por qué?
–Porque somos muy poderosos. Podemos declarar la inconstitucionalidad de las leyes. En otros países solo lo pueden hacer tribunales especializados. Somos elegidos de por vida. En otros países la elección es por términos más reducidos. No estamos constreñidos por la regla del precedente, no existe una comunidad jurídica que nos controle y tampoco una sociedad civil que nos someta a un escrutinio muy severo.