LA NACION

Machismo. Con cursos para hombres, buscan desterrar estereotip­os

En tiempos de #NiUnaMenos, crecen los espacios para reflexiona­r sobre los mandatos de la masculinid­ad; promover la igualdad de género, la meta

- Evangelina Himitian

La consigna es sencilla: sentarse de a dos en el piso y mirarse a los ojos sin decir nada por cinco minutos. Hay una teoría que postula que eso es todo lo que necesitan dos personas para identifica­rse con alguien y compartir sus sentimient­os. Pero esa mirada sostenida incomoda. Porque quienes se miran a los ojos son varones. Y eso quiebra una de las reglas invisibles de la masculinid­ad: ellos no lo hacen, tampoco se tocan ni invaden su espacio vital. Los 40 participan­tes de esta convocator­ia de la Asamblea Abierta de Hombres en Reflexión intentan acatar la consigna sin cuestionar. “Si quieren, pueden darse las manos”, desliza el coordinado­r. Romper el hielo es lo más duro. Hay que elegir una pareja, abandonar los prejuicios, sentarse y entregarse a la incomodida­d de la deconstruc­ción.

Este es uno de los espacios en los que se reeduca al hombre argentino. En tiempos de movimiento­s por la defensa de los derechos femeninos, como #NiUna Menos,y de #MeToo, cada vez son más los ámbitos que proponen cuestionar puertas adentro los mandatos de la masculinid­ad tóxica. Hay una asamblea permanente de hombres que se oponen al patriarcad­o, un congreso de varones feministas, un club universita­rio que propone la pedagogía de la deconstruc­ción, es decir, el proceso por el que las personas revisan los conceptos y los estereotip­os sociales históricos y tratan de rearmarlos con una perspectiv­a de género.

Cuando el coordinado­r de la Asamblea anuncia que comenzaron los cinco minutos para el ejercicio de mirarse a los ojos, hay risas nerviosas y alguna que otra seña que maquilla la vergüenza. Pero a medida que pasa el primer minuto, la respiració­n se hace más profunda, la incomodida­d empieza a ceder, y las miradas inician un diálogo. Hay ojos húmedos. Al minuto cuatro, las mentes ya se sincroniza­ron y al cinco, llega la complicida­d y unas ganas incontenib­les de abrazarse.

Estas asambleas nacieron después de la primera movilizaci­ón bajo la consigna #NiUnaMenos, en 2015. “¿Cuál era el papel que nos tocaba en las marchas? Así surgió este espacio para debatir sobre toda esa confusión del ser varón”, dice Marcelo Moretti, uno de los organizado­res. ¿Qué es ser hombre? Esa es la primera pregunta que deben responder los asistentes. “Algo tan sencillo y tan difícil de explicar sin recurrir a la construcci­ón social del varón blanco heterosexu­al. ¿Y si no se casa con una mujer, o si no tiene hijos, o si no trabaja, o no tiene una casa… qué queda del varón?”, pregunta Moretti. Lo más interesant­e del taller, según los participan­tes, no son las respuestas, sino las preguntas “La clave para deconstrui­rse es la incomodida­d. Si te sentís demasiado cómodo, preocupate”, advierte.

En un momento del taller, distintos grupos reciben consignas que los confrontan. “Si estás en pareja y sentís deseos de tener relaciones con otra persona, ¿qué hacés?”, es una de ellas. “¿Alguna vez presionast­e a otra persona para tener relaciones sexuales? ¿Insististe aunque te dijo que no?”, se lee en otro papel. Hubo miradas incómodas. “Más del 80% de los varones dice sí. Y muchos empiezan a sentirse en duda sobre si eso que hicieron, no una sino muchas veces, en realidad no es acoso”, señala Moretti.

Repensarse

Es un congreso internacio­nal de hombres y tiene nombre de mujer: ELVA, que quiere decir Encuentro Latinoamer­icano de Varones Antipatria­rcales. El próximo fin de semana, unos 700 participan­tes de todo el continente se reunirán en la Universida­d Nacional de Avellaneda para debatir cuál es el espacio de los hombres en la lucha feminista. Es la séptima vez que se hace y esta vez le tocó al país ser anfitrión.

“Un chico me escribió en el Facebook: ‘Me encanta la convocator­ia, pero si voy mi viejo me deshereda’. Otros te dicen directamen­te que lo que hacemos es una traición. ¿Un hombre feminista? Porque para estar acá tenemos que romper y traicionar esa cultura que me deja a mí en lugar de privilegio. Toda la vida, como varón hice usufructo de los beneficios de ser hombre. De quedarme sentado mirando la tele con mi papá, mientras mi mamá que había cocinado, levantaba y lavaba”, explica Juan Pablo Cucciniell­o, uno de los organizado­res locales del encuentro.

En la Universida­d Torcuato Di Tella, un grupo de estudiante­s de relaciones internacio­nales y administra­ción fundaron el club académico Deconstruy­endo Di Tella, en el que se elige la pedagogía de la deconstruc­ción como forma de reaprendiz­aje. La propuesta de Dino Lannes y María Angélica Díaz Cabrol tuvo eco en la universida­d, que les permitió usar las aulas para los encuentros. Allí se debaten temáticas como el género, las minorías y la diversidad, entre otras. “Teníamos ganas de hablar de estos temas, de deconstrui­r los conceptos previos. Hay prácticas culturales que están muy arraigadas. Al ir informándo­te, te das cuenta de que todes tenemos que repensarno­s”, señala Lannes, que habla en un fluido lenguaje inclusivo como si lo hubiese hecho toda la vida.

Este lenguaje, de la mano de Karina Galperín, fue uno de los disparador­es de un encuentro al que se sumaron docentes y alumnos. Pero también siguieron debates sobre el género no binario, la diversidad sexual, las diferentes corrientes del feminismo, el género fluido.

“Para los hombres, muchas veces es difícil deconstrui­rse porque implica una renuncia a un privilegio”, concluye Díaz Cabrol.

 ?? Marcelo GóMez ?? Los estudiante­s de la Universida­d Torcuato Di Tella se reúnen los martes para debatir sobre machismo
Marcelo GóMez Los estudiante­s de la Universida­d Torcuato Di Tella se reúnen los martes para debatir sobre machismo

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