LA NACION

En busca del mercado externo

Luego de 2006, cuando hubo récord de exportacio­nes, se perdieron destinos por la baja competitiv­idad; expectativ­as por el tipo de cambio y alerta por las retencione­s

- Martín Boerr

luego de 2015, cuando hubo récord de exportacio­nes, se perdieron destinos por falta de competitiv­idad; alerta por las retencione­s

El sol se pone en un atardecer espectacul­ar en Gobernador Virasoro (Corrientes) y el empresario Stuart Navajas ve alejarse por la ruta nacional 14 –rumbo al Puerto de Buenos Aires– a cinco camiones cargados con madera de pino cepillada. En unos días, esos contenedor­es –que llegaron vacíos desde la Capital y pasaron los trámites aduaneros en la localidad de Santo Tomé– serán cargados a los barcos para ir a China, Vietnam, Filipinas, Canadá o EE.UU.

“Nuestra madera se vende en cadenas como Home Depot o Wal Mart, los norteameri­canos la usan para hacer reparacion­es en sus casas o cercar el jardín”, explica Navajas, director y accionista de Forestal Las Marías, uno de los aserradero­s más importante­s del país, sin contabiliz­ar a los gigantes del negocio como la chilena Arauco, Tapebicuá (Celulosa Argentina) o Masisa (adquirida por el grupo austríaco Egger).

En la Argentina, las exportacio­nes de madera son una buena parábola de lo que le pasó a la economía del país. Alcanzó su mejor rendimient­o en los primeros años tras la salida de la convertibi­lidad, y luego decayó hasta llegar a su mínima expresión en los últimos años. La inflación, el retraso cambiario y los altos costos laborales y logísticos hicieron perder mercados contra competidor­es como Chile, Uruguay o Brasil.

Las exportacio­nes de productos de madera llegaron en 2006 a los US$160 millones, con alrededor de 50 empresas que participar­on del negocio. Luego los números cayeron hasta los US$50 millones de 2015, según el Indec. Ocho empresas siguieron abastecien­do a clientes, casi siempre a pérdida o sin ganancias.

Ahora “el potencial del sector es de US$250 millones de ventas externas”, explicó Carlos Berninger, un broker de Eldorado, pleno corazón de la industria maderera misionera. Ese potencial apareció apenas el dólar superó los $30.

“El incremento de las exportacio­nes de madera se ve con mayor claridad si se analiza en función del impacto de la devaluació­n a partir de julio; las exportacio­nes serían de 83.814 toneladas en 2018 (dato anualizado) contra 53.709 toneladas en 2015, es decir, un 56% más”, dijo el consultor Gustavo Cetrángolo. “Aun así, estamos debajo del pico de 2005, de 216.696 toneladas, que debería ser la meta”, señaló el experto.

La Argentina vende mayoritari­amente madera de pino y algo de eucaliptus. No exporta madera nativa, más cara y prácticame­nte imposible de conseguir, explican en el sector.

El producto se vende en distintas formas: madera en bruto, cepillada, aberturas para casas, partes de muebles o muebles enteros (baratos) y molduras (zócalos, etcétera). Se exporta con cierto valor agregado, aunque sin una alta sofisticac­ión.

“El principal mercado siempre fue EE.UU., pero se conquistar­on otros mercados como Canadá, España y América Central”, explicó Berninger, que asesora a pymes. “Las exportacio­nes empezaron a despertar; no es fácil porque una vez que se pierden los clientes no se recuperan tan fácil. Hay mucho potencial, pero hay que tener cuidado porque se impusieron retencione­s a las exportacio­nes de madera de 3 pesos por dólar y se bajaron los reintegros del 4 o 5% a menos del 1%”, explicó.

Se trata de un sector conformado por firmas mayoritari­amente de capital nacional y pymes con dotaciones de entre 100 y 400 empleados. En 2006 se trabajaba en triple turno.

“Nosotros nunca dejamos de exportar; incluso llegamos a hacerlo a pérdida para no perder a los clientes en el exterior, pero con la suba del dólar pasamos de 20 o 30 contenedor­es por mes a unos 90 contenedor­es y nuestro objetivo es llegar a 100”, comentó a Navajas. la nacion

Los números de Forestal Las Marías ilustran la oportunida­d actual. Laharrague Chodorgue, Pindó, Don Guillermo (Gruber) o Lipsia son algunas de las firmas. Se concentran en localidade­s como la correntina Virasoro, o las misioneras Eldorado o Puerto Esperanza. La líder en exportacio­nes es la correntina Zeni .

“Muchas industrias empezaron a mirarlaexp­ortaciónco­mooportuni­dad”, sostuvo Guillermo Fachinello, que tiene una empresa en El Soberbio, en el límite con Brasil, y prepara un primer embarque de puertas de pino para América Central.

Hay, sin embargo, muchos peligros y desafíos. Principalm­ente, el fantasma de que la inflación se termine comiendo la ganancia de competitiv­idad obtenida con el salto en el tipo de cambio. “Los costos están subiendo mucho; por ahora, los números resisten”, dice Stuart Navajas.

Otro punto en contra es que, al sector, lo que le dieron por un lado se lo sacaron en parte por el otro, dada la urgencia fiscal. “Nos quitaron los reintegros a las exportacio­nes y nos impusieron retencione­s; así se hace muy difícil”, lamentó Pedro López Vinader, titular de la Apicofom, que reúne a los productore­s forestales de estas dos provincias.

El alto costo logístico dejó por mucho tiempo al margen de los mercados externos a los aserradero­s. Exportar madera es un negocio de mucho volumen con bajo valor relativo, en la Argentina los árboles y las industrias están a una distancia de entre 900 y 1200 kilómetros del puerto. Mientras que un contenedor con productos de madera tiene un valor de entre US$12.000 y US$14.000, “el costo logístico para un exportador de madera es de entre US$3000 y US$3500; en Chile o Uruguay ese costo es de US$1000”

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