Productividad, una materia pendiente en la región
En relación con EE.UU. los países de América Latina sacan menos provecho de sus recursos; la informalidad, un factor que perjudica
BOGOTÁ.– Bien podría utilizarse ese dicho de quien mira el vaso medio lleno y se alegra, y su vecino de mesa que se queja por ver la mitad vacía. El juego es así: la Argentina es el país que tiene el índice de productividad por hora más alto de América Latina si se lo compara con los Estados Unidos, la referencia que tomó CAF, Banco de Fomento en su reporte anual llamado “Instituciones para la Productividad” y que fue presentado en la capital de Colombia. Pero ese entusiasmo puede cambiar rápido: la productividad en nuestras tierras es apenas el 39% respecto de la de Estados Unidos.
Fue el tema excluyente de la jornada, que arrancó con la exposición de algunos datos concretos, y claro está, preocupantes. Un habitante promedio de América Latina tiene una cuarta parte del ingreso de un estadounidense típico. Incluso dentro del grupo de países más avanzados de la región, el nivel de ingreso per cápita actualmente fluctúa aproximadamente entre 20 y 40% del de Estados Unidos.
Hasta ahí, números que relativamente se consideran sabidos. El aporte del trabajo de CAF es que, pese a la época de boom de precios de las commodities de la que se benefició la región, según el presidente del Banco de Fomento, el peruano Luis Carranza, la productividad no tuvo mejoras sustanciales en los últimos 60 años. “En 1960 América Latina tenía, en promedio, el 20% del ingreso per cápita de Estados Unidos. En otras palabras, los países de la región no han cerrado de manera apreciable su brecha de ingreso, aunque la posición relativa de varios países ha cambiado”, dijo.
Al inaugurar la Conferencia Anual, echó mano a una comparación. En el mismo período, otros países “sí han mostrado importantes avances; por ejemplo, España pasó de tener un tercio del nivel de ingreso per cápita de Estados Unidos, a tener dos tercios. Corea del Sur, por su parte, pasó de 7 a 67 por ciento”. Lapidario y desafiante, sobre todo en épocas de precios internacionales más bajos.
Poco después, el presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, entró en otros de los puntos que están resaltados en el Reporte de Economía y Desarrollo (RED 2018): “El más grande los desafíos de la región es la informalidad; es la más grande amenaza al crecimiento y a la mejora de la productividad. Eso genera que una masa grande de nuestra población quede estancada en la pobreza”, dijo. Y hubo un concepto más: “Un empleo formal es la mejor política de inclusión social que se pueda hacer desde un gobierno”.
El trabajo fue presentado por el economista argentino Pablo Sanguinetti, vicepresidente de Conocimiento de CAF. “La idea de que el menor crecimiento en los últimos 60 años ha implicado que no se haya convergido con los países desarrollados, tiene que ver con una productividad débil, la cual está medida como la eficiencia con la que se usan los recursos en empreque sas y gobiernos. Es un tema central para entender el rezago económico de la región”, sostuvo.
Hay un dato que seguramente será tema de debate entre los economistas y las instituciones que miran y desentrañan la economía y la situación social de América Latina. Una doctrina de pensamiento postuló por décadas que el atraso de la región se explicaba en gran parte por ser, en el mapa mundial, el gran productor de materias primas.
El estudio de CAF que condujo Sanguinetti dice otra cosa. Todos los sectores tienen enormes problemas de productividad y, si se mejorara en cada uno de ellos, la región ganaría mucho frente a la comparación con las economías desarrolladas. “Casi el 80% de la brecha de ingreso entre América Latina y Estados Unidos se debe a una baja productividad total de los factores”, dice.
“El punto de partida para mejorar la productividad es contar con un diagnóstico claro. Este reporte provee evidencia que sugiere que el rezago productivo de América Latina se debe, principalmente, a una muy baja productividad de todos los sectores que conforman sus economías, más que a una concentración de recursos en sectores de baja productividad”, observa el RED 2018. Es decir: no es que la región produce materias primas y eso la hace pobre, sino que, en todos los sectores es ineficiente. Se vienen discusiones económicas sobre el punto.
Un sector es utilizado como ejemplo. La minería, uno de los pilares de las industrias extractivas de varios países del bloque americano, es relativamente eficiente. Pese a eso, se ubica en un índice de productividad de 40% respecto de la misma industria en Estados Unidos.
El reporte muestra que la productividad promedio por hora de los trabajadores en la región se reduce a 0,26 respecto a la de Estados Unidos, que se marcaría como una referencia a la que se le atribuye el valor 1. Perú (0,17), Ecuador (0,18) y Colombia (0,19) son los países que presentan las cifras más bajas, mientras que la Argentina (0,39), Chile (0,34) y Venezuela (0,33) están ubicados en la parte superior de la tabla.
Economía sin registrar
“El débil crecimiento de la productividad no se debe a una ineficiente estructura sectorial de las economías de la región comparada con la de los países más desarrollados, sino que es transversal a todos los sectores que conforman la economía. Esto se debe, en parte, a un importante grado de informalidad productiva que se hace presente en la mayoría de los sectores y que no es exclusiva del segmento microempresario. La brecha de productividad laboral entre los sectores formal e informal se aproxima al 45%, luego de controlar por sector, tamaño de la empresa y características observables del individuo. Desde una perspectiva contable, si pudiera migrarse todo el empleo informal al sector formal sin alterar su productividad, la productividad laboral agregada se incrementaría alrededor de 30 por ciento”, se lee en el trabajo.
Entre los factores reseñados y explican la baja productividad se encuentran, entre otros, la institucionalidad y la regulación, la falta de competencia y el bajo nivel de acceso a insumos de primera calidad, la inexistencia –en muchos casos– de cooperación entre empresas, las relaciones laborales y el financiamiento.
Según una encuesta de la que participaron empresas, lo primero que hay que notar es que América Latina parece poner más trabas a la competencia en forma de permisos y licencias que otros países, independientemente de su nivel de ingresos, si bien con una gran heterogeneidad dentro de la región. Por un lado, en Brasil y Costa Rica alrededor de 72 y 63% de las empresas, respectivamente, consideran que este obstáculo es importante. En contraste, en Chile y Uruguay menos de 22 y de 24% de las empresas, en cada caso, declaran que esto es un problema. ¿Dónde está la Argentina? Si la pregunta se hace respecto del rubro de manufacturas, se posa en el lote de abajo, con un 40% de percepción de que se compite poco. Pero si se trata de servicios, el rango supera por unos puntos el 40 por ciento.
La infraestructura, una de las principales deficiencias estructurales de la región, tampoco quedó fuera del análisis. “América Latina presenta una marcada deficiencia en la calidad de algunos servicios esenciales para el funcionamiento de las empresas. Por ejemplo, en 2016 no hubo ningún país latinoamericano en los primeros 39 puestos del Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial, que captura la eficiencia de ese tipo de servicios. Los dos países mejor posicionados de la región, Panamá y Chile, ocupan respectivamente las posiciones 40 y 46 en un listado de 160 lugares considerados, mientras que varios países latinoamericanos ocupan posiciones en la mitad inferior del listado. Este problema se extiende a varios otros servicios, como la electricidad, el transporte y el funcionamiento de las aduanas”, sostiene el documento.
Según la Encuesta de Empresas del Banco Mundial, el 9,5% de las compañías consultadas considera que el transporte es un obstáculo a la hora de hacer negocios en los países que son miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), mientras que en América Latina ese porcentaje sube a 22,9%. Si la consulta se hace sobre temas de aduanas y regulaciones de comercio, en los países centrales representa un problema para el 20,4% de los consultados, mientras que en la región el porcentaje es de 41%. Finalmente, en el acceso a la electricidad, los números son 19,1% y 36%, respectivamente.
Uno de los capítulos del informe empieza con una cita de William Thomson, físico y matemático inglés fallecido en 1907. “Si no puedes medirlo, no puedes mejorarlo”. Pues aquí está la medición. Solo queda tomar la decisión para mejorar.