Martín Fierro de radio: glamour y todos contentos
Siempre con contradicciones, Aptra no logra dar en la tecla con esta entrega de premios y optó por no dejar a ningún famoso afuera
Como si fuese un espejo de su transmisión madre y buque insignia con los premios televisivos, Aptra volvió a aplicar en el reparto de las nominaciones para el Martín Fierro de radio que acaba de conocerse su ya conocida estrategia, basada en la búsqueda del equilibrio por todos los medios posibles.
Una primera lectura de la extensa lista de categorías (31 en total) y de candidatos (ternas de tres o cuatro figuras o programas, según el caso) corrobora la obsesiva necesidad de los organizadores. Lo primero que se persigue es asegurarse la más amplia presencia de los nombres y apellidos más representativos del medio en la fiesta del 25 de noviembre. Que no falte nadie. Y si la asistencia resulta casi perfecta en las mesas del Salón Libertador del Sheraton quedará corroborada la presunción.
Entre los candidatos aparecen Longobardi, Novaresio (los dueños previos del Martín Fierro de Oro), Sylvestre, Nelson Castro, Tenembaum, Varsky, Alfredo Leuco, Pablo Rossi, Jonatan Viale, Sietecase, los Wiñazki, Fernández Díaz, María O’Donnell, Del Moro, María Laura Santillán, Cristina Pérez. Apellidos de alto perfil y, a la vez, con miradas políticas muy diferentes. En este sentido, la otra aspiración de Aptra (mostrar su condición de anfitriona de una fiesta plural) podría registrar algún viraje. Todos descuentan que la delicada situación que atraviesan varias emisoras y la incertidumbre que viven muchísimos trabajadores del medio estarán presentes cuando suban al escenario algunos de los eventuales ganadores. Ya hubo un escarceo hace un año, con Leuco y Sietecase como protagonistas.
Lo que este grupo de nominados sí está en condiciones de garantizar es un encuentro que, a diferencia del televisivo, muestra a una concurrencia dispuesta a escuchar y atender la palabra de cada ganador a diferencia de lo que ocurre en la fiesta televisiva, dominado por el cotilleo, la indiferencia hacia el reconocimiento ajeno y la costumbre de darle la espalda al escenario por parte de los propios agasajados.
En el reparto de categorías, Aptra sigue respetando el modelo clásico de diferencias de estilo y segmentos horarios que se plantea entre las emisoras de AM y FM, una tendencia que se encuentra en plena revisión. Por otro lado, resulta bastante arduo y confuso distinguir en el caso de los rubros deportivos qué significa “labor periodística” y reconocer, al mismo tiempo, al mejor relator y al mejor comentarista. ¿Acaso no hay superposición entre ellos? Lo mismo pasa con los locutores, ya que entre los nominados también aparecen figuras que conducen sus respectivos ciclos aunque representan a esa noble actividad, que identifica como casi ninguna otra a la radio.
A propósito de las labores genuinamente radiofónicas, es muy bueno que se reconozca de manera diferenciada la tarea de los productores, los operadores, los musicalizadores y los cronistas de calle (o movileros). Por otro lado, Aptra también le hizo un guiño al espacio más frívolo que puede proponer el medio, con la inclusión entre los nominados de figuras mediáticas como Lizzy Tagliani y Moria Casán. Tal vez de esta manera los organizadores imaginan que de esta manera no se queda tan sola Pampita Ardohain, una conductora ajena a la radio que, al mismo tiempo, es figura de Net TV, el nuevo canal abierto que abrió su pantalla para la transmisión en vivo de la ceremonia. No son las únicas figuras nominadas que a priori aparecen más ligadas al mundo televisivo: también aspiran al Martín Fierro este año Del Moro, Kaczka y Kusnetzoff, todos en la misma categoría. Ese rubro se completa con Clemente Cancela, otro nombre que supo pasar por la tele y que en los últimos años se ganó un genuino reconocimiento con un ciclo seguido con mucho entusiasmo y que dejó el aire por un cambio de perfil notorio en la FM Blue. La presencia de Cancela entre los nominados es toda una reivindicación.