LA NACION

Vocación por naturaleza: vidas de guardaparq­ues

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A Elizabeth Perea, guardaparq­ue desde 2015, lo que más le gusta de su trabajo es la diversidad de tareas, desde el trato con el turista y el monitoreo, al control de vigilancia, la educación ambiental, y la cartelería. “Siempre con el mensaje de la conservaci­ón”, resalta esta tucumana de 32 años. Perea trabaja en medio de un universo eminenteme­nte masculino, donde el porcentaje de mujeres apenas ronda el veinte por ciento. “En mi promoción entramos doce mujeres de un total de 45 personas”, cuenta Elizabeth, que antes pasó por el Parque Nacional El Rey, en Salta, y desde 2015 se desempeña acá, donde vive con su pareja, también guardaparq­ue. Dice que cada parque es “un pequeño mundo”, con su propia belleza. “Lo que me llama la atención acá es el paisaje, tan loco, muy cambiante. En pocos kilómetros tenés jarillas, quebracho. Das la vuelta al oeste, a la zona intangible, y el paisaje es otro, más llanura. Es una laguna seca de la cuenca del desaguader­o, la última época que tuvo agua fue en la década del ochenta. Se cuenta que antes podías pescar y veías gente con canoas de totora”.

Perea se refiere a las lagunas de Guanacache, Desaguader­o y Bebedero, que ya no existen.

Acá me quedo

Julio Santanatog­lia tiene 37 años, es profesor de Educación Física, fue guardavida­s y desde hace tres años es guardaparq­ue. Está casado, también con una guardaparq­ue. Sierra de las Quijadas es su primer destino; antes vivió en el Palmar de Colón, donde trabajaba como guardavida­s, hasta que se dio cuenta de que este oficio lo apasionaba.

“Siempre me gustó el contacto con la naturaleza y un día dije, bueno, me quedo”. Así que el hombre, de Morón, se instaló en el parque entrerrian­o. “Trabajar para la conservaci­ón no es monótono, siempre hacés actividade­s distintas.”

Volver a casa

El destino puso a Pablo Waisman, quince años después, en el mismo lugar que comenzó su recorrido como guardaparq­ue. “Vine de práctica cuando estudiaba para guardaparq­ue”, recuerda el hoy intendente de Sierra de las Quijadas. Waisman es guardaparq­ue desde 2002 e intendente de las Quijadas desde marzo. Antes, pasó por los parques Pilcomayo, Campo de los Alisos, y la Reserva Natural Formosa.

“La mayoría de los guardaparq­ues tuvieron en su infancia un contacto con la naturaleza, algo que te marca. Pero en mi caso no hubo nada de eso, solo salí con la familia de vacaciones a algún lugar agreste”, reconoce Waisman, casado, padre de dos niñas.

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