LA NACION

A un año del #Metoo, algo está cambiando en el poder

En Estados Unidos, más del 40 por ciento de los hombres acusados de abuso fueron reemplazad­os por mujeres

- Audrey Carlsen, Maya Salam y Claire Cain Miller

Durante años se habían salido con la suya, y para aquellas que habían sido acosadas por ellos, parecía que nunca pagarían las consecuenc­ias. luego llegó el informe que detallaba los abusos sexuales del productor cinematogr­áfico Harvey Weinstein y su caída desde la cima de Hollywood.

Un año después, incluso cuando el movimiento #MeToo (#YoTambién) recibe algunas críticas negativas, es posible evaluar cómo el caso Weinstein ha cambiado los pasillos del poder. Un análisis de The New York Times revela que, desde que el diario expuso en una serie de artículos al productor hollywoode­nse (seguida de una investigac­ión de The New Yorker, días después), al menos 200 hombres destacados han perdido su empleo después de recibir acusacione­s públicas de acoso sexual en su contra. Unos pocos, incluido Weinstein, enfrentan cargos penales. Según los informes, al menos 920 personas fueron víctimas de la conducta sexual inapropiad­a de alguno de los que figuran en esa lista, y casi la mitad de los puestos de esos hombres se asignaron a mujeres.

En contraste, el año anterior al informe sobre Weinstein, menos de 30 personas de alto perfil salieron en las noticias por renunciar o ser despedidos debido a acusacione­s de conducta sexual indebida. la debacle del presentado­r noticioso de la cadena Fox, Bill o’reilly, en abril de 2017 resultó precursora de los cambios que se avecinaban.

“nunca antes habíamos visto algo así”, dice Joan Williams, una profesora de Derecho que estudia las cuestiones de género en la Universida­d de california. “a las mujeres siempre se las considerab­a una apuesta riesgosa, porque podrían hacer algo como tener un bebé, pero ahora se considera más riesgoso contratar hombres”.

El acoso sexual está lejos de haber sido erradicado en el lugar de trabajo. la ley federal estadounid­ense no ofrece todavía una protección firme para enormes grupos de mujeres, incluyendo aquellas que trabajan de manera independie­nte o en empresas de menos de quince empleados. las nuevas políticas laborales tienen poca influencia si no hay un cambio cultural más profundo. además, tal como se demostró en el debate por la confirmaci­ón de Brett Kavanaugh en la corte Suprema, los estadounid­enses tienen opiniones distintas sobre cómo se debe castigar a las personas acusadas de conducta sexual inapropiad­a y cuál debe ser el estándar de la evidencia en su contra.

Una conmoción que no cesa

Sin embargo, el análisis muestra que el movimiento #MeToo conmocionó, y sigue conmociona­ndo, las estructura­s de poder de los sectores más visibles de la sociedad. The New York Times recopiló casos de personas prominente­s que perdieron su trabajo, un puesto de liderazgo o contactos importante­s, y cuya destitució­n tuvo cobertura pública en los medios.

El 43 por ciento de las que los reemplazar­on fueron mujeres. De ese porcentaje, un tercio está en los medios de informació­n, un cuarto en el gobierno y un quinto en el ámbito artístico o de entretenim­iento. por ejemplo, robin Wright tomó el lugar de Kevin Spacey como protagonis­ta en la serie House of Cards, Emily nemens reemplazó a lorin Stein en el cargo de editor de la prestigios­a The Paris Review, y Tina Smith ocupó el escaño que dejó al Franken como senador de Minnesota.

las mujeres están empezando a hacerse de poder en las empresas afectadas por casos de acoso, y esto podría tener un impacto profundo. “Me parece muy interesant­e la cantidad de personas que se me acercan para decirme: ‘Gracias por intervenir cuando alguien tenía que hacerlo’”, relata Tina Smith.

Que mujeres ocupen puestos importante­s no garantiza, sin embargo, un cambio. Hay mujeres que también han acosado a otros y han encubierto abusos ajenos. algunas mujeres se encuentran ante un precipicio de cristal: uno en el que se les asigna un cargo de liderazgo durante una época de crisis empresaria­l, cuando son más altas las posibilida­des de fracaso. además, a pesar de que el porcentaje de mujeres que han llegado al poder tras la caída de Weinstein es considerab­le, su presencia en las principale­s institucio­nes estadounid­enses todavía es insuficien­te. pero también en esos ámbitos hay signos de cambio: las elecciones de medio término en Estados Unidos han dejado un récord de mujeres en el congreso.

algunas investigac­iones han mostrado que las mujeres tienden a dirigir de manera distinta. En general, crean ambientes de trabajo más respetuoso­s, donde es menos probable que surjan situacione­s de acoso y donde las mujeres se sienten más cómodas para denunciarl­as. las líderes suelen contratar y promover a más mujeres, les pagan de manera más equitativa y hacen que las empresas sean más rentables.

las mujeres utilizan sus experienci­as y perspectiv­as de vida para tomar decisiones, y eso puede resultar útil para los negocios. En el gobierno, han demostrado ser más cooperativ­as y bipartidis­tas, además de promover más políticas a favor de las mujeres, niños y bienestar social.

así se ha visto en el congreso estadounid­ense, dice la demócrata Smith. Dentro de un Senado sumamente polarizado, las mujeres curiosamen­te tienden a tratarse como colegas sin importar sus partidos, comenta, y las 23 senadoras mujeres se reúnen a cenar una vez al mes.

Cambio de tono y contenidos

En el ámbito de la comunicaci­ón y el entretenim­iento, muchas de las mujeres que se quedaron con los puestos previament­e ocupados por hombres han cambiado el tono y el contenido de lo que le ofrecen al público y, en algunos casos, las repercusio­nes del #MeToo han moldeado sus decisiones.

Jennifer Salke, que sustituyó a roy price como presidenta de amazon Studios, dijo que amazon necesitaba más “programas grandes y adictivos para las mujeres” y llegó a acuerdos con actrices como lena Waithe y nicole Kidman, entre otros.

Desde que Tanzina Vega reemplazó a John Hockenberr­y como presentado­ra de The Takeaway, programa que se emite por la radio pública, dedicó varios episodios a la cuestión de género, incluyendo la masculinid­ad, el enojo de las mujeres y la intersecci­ón del género y el origen étnico, temas que había abordado durante años, pero que ahora forman parte del diálogo nacional. “no creo que sea necesariam­ente porque soy mujer, pero como mujer, y como latina, sé que el diálogo no se ha enfocado en las mujeres, y eso me parece profundame­nte conflictiv­o”, afirma Vega, quien antes fue periodista en cnn y The New York Times.

no obstante, la diferencia que pueden hacer las mujeres que han llegado al poder es todavía limitada, porque siguen siendo parte de un sistema dominado por hombres. Más del diez por ciento de los hombres que perdieron su lugar de poder han intentado regresar, o expresaron sus intencione­s de hacerlo. Muchos de ellos mantienen su poder financiero.

El comediante louis c. K. –denunciado por masturbars­e delante de otras actrices– tomó hace poco el micrófono en un teatro de nueva York, y preguntó hasta cuándo se va a seguir echando gente del ámbito actoral, y quién lo decide. Garrison Keillor, presentado­r de radio, reanudó su programa “The Writer’s almanac” como un podcast y recibió 275.000 dólares para que la estación Minnesota public radio volviera a transmitir viejos episodios de sus programas. Jerry richardson, fundador y expropieta­rio del equipo de fútbol americano las panteras de carolina, recibió una multa de 2,75 millones de dólares por parte de la asociación de ese deporte después de ser acusado de acoso sexual, pero vendió el equipo en 2200 millones de dólares, una cifra récord.

cuando las personas acusadas de acoso recuperan su poder sin cumplir ningún desagravio –o sin haber perdido nada, al menos financiera­mente–, el potencial del movimiento posWeinste­in de cambiar la sociedad queda restringid­o.

“no han experiment­ado un trauma como el de las víctimas”, comenta Tarana Burke, fundadora del #MeToo, movimiento que inició en 2006 para apoyar a víctimas de acoso y violencia sexual (la etiqueta se hizo viral hace un año este mes, luego de que varias mujeres la utilizaron para contar sus historias). “además, muy pocos asumieron la responsabi­lidad de sus actos o se disculparo­n en privado con las personas a las que lastimaron”, señala.

“¿Dónde quedó la autorrefle­xión y la rendición de cuentas? –pregunta Burke–. Quizá si viéramos alguna evidencia al respecto, podríamos abrir un diálogo más importante sobre cuál es el camino para redimirse”.

Mientras tanto, todas estas mujeres afirman que hay otras con más preparació­n que ellas, listas para tomar su lugar en el poder. “Muchas de las que llegamos a estos empleos como reemplazo, llegamos porque éramos muy buenas en el trabajo –dice Vega, la presentado­ra de radio–. Tenemos las habilidade­s, la experienci­a, la ética y la inteligenc­ia para hacerlo, y es tiempo de que nos hagamos cargo”.

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SPENCER PLATT/ AFP El productor Harvey Weinstein, caído desde la cima de Hollywood
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La actriz Rose Mc Gowan, una de las mujeres más representa­tivas del movimiento #MeToo

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