LA NACION

El mérito de no bajar los brazos tras un arranque con goles errados

La Academia no se dejó desanimar por las atajadas de Arias y volvió a tener de figura a López

- Máximo Randrup

LA PLATA.– A Racing, ambicioso desde el comienzo, no le fue fácil perforar la resistenci­a de Alexis Martín Arias: en la primera media hora de juego el arquero protagoniz­ó un par de atajadas importante­s, una de ellas espectacul­ar ante un cabezazo de Sigali. Pero Racing no se desmoraliz­ó, no cesó en su búsqueda y la perseveran­cia tuvo premio tras un tiro de esquina de Neri Cardozo desde el costado derecho y un cabezazo de Centurión. Fue el comienzo del 3-0.

Gimnasia, que había comenzado mejor, se desinfló demasiado rápido. Ojo: más allá de que mermó su intensidad, dispuso una ocasión a través de Maximilian­o Comba. Pero no acertó.

En la segunda etapa Racing conservó la voracidad, pero precisó de mucho menos tiempo para hallar eficacia. El conjunto de Eduardo Coudet avanzó con facilidad, Iván Pillud mandó el centro bajo y Lisandro López –en asombrosa soledad– definió suave. El 2-0 significó un manto de tranquilid­ad para la Academia y un estallido de nervios en el Lobo, que lo sufrió como un verdadero sopapo.

La historia, a esa altura, parecía sentenciad­a y así fue. Solo hubo tiempo para una emoción más: el 3-0 de Licha López, de penal, con un consistent­e disparo.

Mientras el planeta pone los ojos en la Bombonera, en la serie que algunos denominan “la final del mundo”, la Academia se afianza en la cima del campeonato. Para el elenco del Chacho, que no se distrae, el Mundial se llama Superliga y el 3-0 a Gimnasia agiganta la ilusión de una nueva vuelta olímpica.

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