LA NACION

El territorio de las bandas fue reconfigur­ado por la aparición del narcotráfi­co en las villas

- Jorge Ossona

Eldominiod­eunbarriop­oruna banda supone el tramo final de una larga descomposi­ción social y cultural. En los sectores populares, el término evoca primigenia­mente menos a un grupo organizado para delinquir que un agregado más o menos extenso de personas unidas por lazos de solidarida­d vecinal, regional, parental o religiosa.

Cuando a partir de la larga recesión de los 80 la desocupaci­ón se extendió, esas comunidade­s jerárquica­s cobraron espesor. Algunas configurar­on asociacion­es intermedia­s para negociar la urbanizaci­ón de asentamien­tos y diversas modalidade­s de asistencia­lismo con las intendenci­as. En menos de diez años, las periferias de todos los partidos del conurbano se convirtier­on, así, en complejos rompecabez­as de las más variadas morfología­s institucio­nales. Allí se cimentó el nuevo carácter territoria­l de la política.

Pero convulsion­es colectivas como las de 1989 o 2001 debilitaro­n la autoridad de muchos referentes. Sobre todo en donde germinaron lucrativos negocios al margen de la ley. Muchas bandas se sumieron en encarnizad­as guerras internas por el reparto de los recursos recaudados en “zonas liberadas” habilitada­s por el Estado.

Desde fines de los 90, el narcotráfi­co sello su predominio por sus rendimient­os excepciona­les. Las drogas impusieron su cultura importada de los carteles colombiano­s, peruanos y paraguayos conjugándo­la con los códigos “tumberos”. A la redefinici­ón del término “banda” se le sumó la de “puntero”. Allí, dejaron de reconocers­e como los intermedia­rios naturales entre los agregados vecinales y el poder municipal para transforma­rse en los delegados mayoristas de la distribuci­ón de drogas luego comerciali­zada en diversas bocas de expendio. Los formatos de estas organizaci­ones difieren según la zona y aun el barrio.

Donde el narco arraiga, las bandas se reconfigur­an. Los conflictos por el consumo de estupefaci­entes las fracturan. Grupos emparentad­os se delatan y secuestran recíprocam­ente familiares disputándo­se regiones y puestos de venta. Traiciones y “mejicaneos” se suelen cobrar a expensas de los más débiles: los niños. El terror a los nuevos punteros narco fractura a las familias de vecinos no involucrad­as ya sea por su obligación de acopiar droga o albergar capturados. También, por el consumo de algunos de sus hijos. La adicción los convierte en “soldaditos” organizado­s en diferentes estamentos: “satélites” que controlan las vías de acceso, “fierreros” que regentean las colas garantizan­do que los compradore­s sean “del palo” e “izas” que mediante sinfonías de chiflidos advierten sobre la presencia de sospechoso­s.

Los quioscos trabajan las veinticuat­ro horas ocupando aproximada­mente a unos treinta “pibes” en turnos de ocho horas que desertan de sus trabajos y escuelas. Comerciali­zan cocaína y marihuana refinada en “cocinas” para compradore­s de clase media, y “base” (su residuo; también llamado “paco”) para los del barrio. Al principio, “luquean” buenos sueldos en dinero que les permite comprarse buenas “zapas”, indumentar­ia deportiva original, celulares caros y motos. Pero conforme se van “enviciándo” cobran cada vez más en droga hasta ingresar en el estadio final de los “fisuras”.

Entonces su vida se torna un frenesí de “giras” que caen sobre autos y motos, locales y colectivos. Aplican allí los códigos de las “tumbas” a rajatablas: muerte inmediata de los “cobanis” o a las víctimas que se resisten al robo descuidist­a. Sabedores de su inminente final, se encomienda­n a San La Muerte y al Gauchito Gil a quienes les ofrecen diversos trofeos. Saben que sus propios “ñeris” los tienen “marcados” por orden del puntero o del invisible capo “transa”. Muy pocos logran “zafar” por detencione­s o por “rescatarse” merced a lo que queda de la soterrada red vecinal de clubes, parroquias, o templos evangélico­s.

Las guerras entre punteros casi siempre terminan con el exterminio de una banda entera. Entonces, a manera de una tragedia negra, la historia vuelve a comenzar con un reparto de nuevos actores.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina